UN CENTRO CULTURAL Y DEPORTIVO EN LOS CAMPOS DE REFUGIADOS PALESTINOS
Ibdaa Center, “crear algo de la nada”

En el campo de refugiados de
Dheisheh, cerca de Belén, se
encuentra el Ibdaa Center, una
de las experiencias deportivas
más importantes de Palestina.

01/02/07 · 0:00
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Dheisheh es una comunidad
muy activa,
con una gran
historia de lucha.
Hasta la retirada del Ejército
en 1995, el campamento estaba
rodeado de una cerca de
alambre que sellaba 13 de las
14 entradas al mismo. El
Ejército israelí controlaba la
única entrada, con reja giratoria.
Una puerta que se mantiene
todavía, justo frente al
local del Ibdaa Center, como
recuerdo de aquellos días. El
Centro de Actividades Sociales
de Jóvenes, que era la
principal organización juvenil
en el campamento, se cerró
por orden militar desde
1981 hasta 1993. Fue la época
de la primera Intifada,
cuando los soldados entraban
por los callejones, causando
docenas de muertos,
cientos de heridos, encarcelados
o discapacitados de por
vida. Durante los años del
proceso de paz de Oslo la situación
de los refugiados fue
totalmente ignorada en la estructura
de la negociación, lo
que creó una sensación de
frustración en la comunidad.

Es precisamente en el año
1995 cuando se crea el Ibdaa
Center, dentro del proceso de
autoorganización que se había
producido en el campo de
refugiados desde los años ‘80
y recogiendo el testigo de
aquel Centro de Actividades
Sociales. Ibdaa, que en árabe
significa “crear algo de la nada”,
es una organización de
base que genera proyectos sociales,
culturales y deportivos
para niños, jóvenes y mujeres
del campo de refugiados. El
deporte es una de las actividades
fundamentales y proporciona
“una vía de escape
de la realidad cotidiana, una
oportunidad para crear comunidad
y, también, para
sentirnos orgullosos”, como
nos cuenta de forma apasionada
Khaled Saifi, coordinador
deportivo del Centro.

Son más de 300 miembros
en los diferentes equipos de
baloncesto, ping pong, fútbol,
natación, atletismo y voleibol,
a pesar de no tener instalaciones
en el campo de refugiados.
“Hemos ganado varias veces
la liga masculina de baloncesto,
también somos primeros
en voleibol y cuartos en natación”,
explica Khaled. Para entrenarse
tienen que ir a Belén
varias veces por semana. En
toda Palestina hay cuatro polideportivos,
que fueron construidos
en el año 1995 por una
empresa española en Belén,
Nablús, Gaza y Ramala. En baloncesto
son tres equipos masculinos
y dos femeninos, que
abarcan desde los diez hasta
los 35 años. Regularmente juegan
contra otros equipos de
Cisjordania, pero también,
cuando las condiciones lo permiten,
contra otros de Gaza y
del interior de Israel.

“Una experiencia
emocionante”

La liga masculina de baloncesto
cuenta con 18 equipos, pero
a veces es difícil celebrar los
partidos, pues los equipos son
retenidos en los numerosos
check points del Ejército israelí.
“En el último campeonato
no pudimos jugar la final contra
el equipo de Gaza. Desde
Egipto y Jordania nos propusieron
celebrar allí el encuentro,
pero una vez más las
autoridades israelíes nos impidieron
disputar el partido
reteniéndonos en la frontera”.

El centro está lleno de recortes
de prensa con los éxitos
de su equipo de baloncesto,
el orgullo del Campo de
Refugiados. En el año 2005
se creó el primer equipo femenino
de voleibol en un
campo de refugiados palestino.
“Su primer partido fue
contra el equipo de la
Universidad de Belén. Perdieron,
pero fue una experiencia
muy emocionante”,
cuenta Khaled. “La ocupación
israelí ha tenido un impacto
especialmente duro en
la vida de las mujeres de
Dheisheh. Muchos hombres
han sido asesinados o están
encarcelados, heridos o discapacitados,
así que las mujeres
se han ido convirtiendo
en, prácticamente, el único
sustento de sus familias. Son
las responsables de generar
ingresos, mantener el hogar,
la educación y el cuidado de
los niños, los mayores y el de
los miembros de la familia
que están heridos. Como
consecuencia, muchas mujeres
se ven en situaciones
cada vez más difíciles y con
muchos menos lugares donde
acudir para ayudarse o
generar oportunidades para
luchar por un cambio”.

Pero los más afectados por
la cada vez más profunda pobreza
y violencia militar son
los niños, que constituyen
más del 50% de la población.
Los graves abusos contra los
derechos humanos, la inestabilidad
política y la violencia
les han privado de unas
condiciones de vida estables.
Como todos los niños en
Palestina, cada niño en
Dheisheh está traumatizado
por las invasiones militares
en su comunidad, redadas de
casas en medio de la noche,
detenciones y asesinatos de
familiares y amigos. La gente
que vive en esta comunidad
empobrecida y superpoblada
tiene muy pocas vías
de escape a través de las cuales
poder expresar de forma
constructiva sus miedos y esperanzas.
“En el Ibdaa luchamos
por dar fuerza a estos
niños, tratando de darles
confianza y seguridad en sí
mismos, y a la vez mostrar a
la comunidad internacional
la situación en que vivimos
los refugiados palestinos.
Aquí el deporte juega un papel
muy importante”.

Redes de cooperación

El Ibdaa Center es, además,
un proyecto de gestión de actividades
y recursos. A través
de talleres de arte, danza,
música, multimedia y educación,
y de cooperativas de
autoempleo, grupos de mujeres,
redes de autoayuda
psicológica... desde una perspectiva
de educación mixta y
secular. Gran parte de su eficacia
reside en haber sabido
integrar el trabajo de base en
Dheisheh y el trabajo de solidaridad
con proyectos internacionales.
Esta alianza con
activistas y organizaciones
de todo el mundo va más allá
de la clásica relación basada
en ayuda económica, ya que
ha forjado redes de cooperación
y colaboración.

Cada año pasan más de
1.500 personas entre niños,
jóvenes y mujeres por el
Ibdaa, que proporciona ingresos
para 70 familias en el
campo de Dheisheh a través
del empleo y de proyectos
productivos. “Lo que nos gustaría
ahora es que venga gente
a jugar con nosotros, también
salir de estos muros y
conocer otros equipos, otros
centros deportivos, otras iniciativas.
Necesitamos que
nuestra gente conozca otras
experiencias y otras personas.
La ocupación trata de tenernos
encerrados, y muchas
veces no podemos ni jugar
con nuestros hermanos de
Gaza”, concluye Khaled.


YAHIA, MIEMBRO
DEL EQUIPO MASCULINO
DE BALONCESTO

“Uno de nuestros logros es que
hemos incrementado el interés
por el baloncesto en el campo
de Dheisheh y hemos creado un
público para ver los partidos.
Antes sólo había niños jugando
al fútbol, pero ahora algunos
juegan al baloncesto en las
calles. Esto es algo que también
me motiva. Quiero que los niños
y jóvenes, las mujeres y los hombres
se animen a jugar y que
tengan una sonrisa en la cara.
Es lo mínimo que podemos
hacer por el Campo”.


LOS REFUGIADOS...

El campo de refugiados de
Dheisheh se establece después
de la expulsión y salida de más
de 750.000 palestinos que fueron
desplazados para establecer
el Estado de Israel en
1948. Aquellos que se refugiaron
en Dheisheh venían de 45
pueblos al oeste de Jerusalem
y Hebrón. Sus descendientes
ahora constituyen los 12.000
habitantes que viven en el
campo, en menos de un kilómetro
cuadrado de tierra. El
campamento sólo cuenta con
un doctor a media jornada y
dos colegios con muy pocos
medios. Desde el comienzo de
la segunda Intifada en septiembre
de 2000, la lucha palestina
para terminar con la ocupación
israelí ha sufrido niveles de violencia
militar sin precedentes.
Con helicópteros y tanques el
Ejército israelí ha bombardeado
a las comunidades palestinas,
destruyendo casas y matando a
cientos de personas. En Dheisheh,
una comunidad muy ligada
al Frente Popular para la
Liberación de Palestina, no hay
familia que no haya sufrido la
represión. En el propio Ibdaa
Center hay cuatro ‘mártires’ y
más de una decena de presos
en cárceles israelíes.

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