Charlamos sobre literatura y ecología con Ángel Padilla,
autor de encendidas obras a favor de los animales. En
estas fechas se ha reeditado ‘Mundo al revés’, en la que
los papeles entre humanos y otros animales se
invierten, a fin de denunciar su situación.
- INVERSIÓN. Padilla intercambia en su novela los papeles de humanos y animales como forma de denuncia.
DIAGONAL: ¿Por qué escribir
una novela sobre el
maltrato y abuso de animales?
ÁNGEL PADILLA: Existen
infinidad de obras literarias
que denuncian injusticias,
pero de humano a humano
(Pobres gentes, España en
el corazón, Si esto es un
hombre...). Para los poetas,
los animales sólo existen en
sus cantos como parte del
decorado o para sepultarlos
con palabras bellas, y
pocos se han adentrado en
sus almas, en sus anhelos y
sufrimientos.
D: A raíz de la inversión de
roles entre humanos y otros
animales de la novela, las
actitudes vejatorias de unos
sobre otros, resultan verdaderamente
antihumanas.
A.G.: Deliberadamente
conferí a los animales la
misma frialdad psicopática
con que en la realidad los
humanos los tratan a ellos;
comiéndoselos después de
condenarlos a una vida de
encierro y tristeza y a una
muerte horrible, usando
sus pieles como indumentaria
o entrenándolos para
divertimento. Corridas de
toros, experimentos con
animales, circos, animales
enjaulados en casas... La
lista de atropellos de hombre
a animal es tan extensa
como triste.
D: Me llama la atención tu
concepto de la naturaleza como
Gaia. ¿Puedes explicarlo?
A.G.: Yo no soy yo, yo soy
‘el otro’, y el otro a la vez es
yo y todos y todo lo demás.
Mi cuerpo, eso que los humanos
llaman cuerpo aislando
erróneamente una
pequeña porción de un ser
sin confines llamado Vida,
es sólo el inicio de mi expandido
yo, que continúa
su gran longitud en el otro
humano, en cada palmo de
tierra que pisamos, en las
olas del mar; yo soy, al
igual que todos vosotros, el
Uno. Mi cuerpo es la pata
de un caballo inmenso que
siempre está galopando.
Nos engañaron. Nuestro
carné de identidad sólo da
cuenta de, en comparación
con el bosque, una pequeña
brizna de la verde inmensidad
que somos. Esta
realidad la sienten vivamente
los animales; ellos
sólo matan para alimentarse
y nunca traspasan esa
barrera que a diario traspasa
el hombre, la de herirse
a sí mismo creyendo que lo
hace ‘al otro’.
D: Se trata de una novela
conceptualmente muy densa
pero que resulta sencilla,
incluso breve.
A.G.: Mi objetivo era mostrar
la horrorosa realidad de los
animales en el mundo humano:
la vaca lechera está estabulada
de por vida, el toro de
lidia es miope y sale al ruedo
drogado y golpeado, el elefante
del zoo es entrenado
con descargas eléctricas...
Quería levantar una persiana
de una ventana de nuestra casa
que nunca se abre. He alzado
un mundo espejo del
nuestro, una pesadilla intensa
en que el humano se vea
reflejado, a la inversa, en sus
desprecios cotidianos hacia
los animales.
D: ¿Crees que las nuevas
políticas ecológicas -privadas
y estatales- van a servir
para algo?
A.G.: El hombre es el ser
más funesto para la Tierra
que existe. En Mundo al revés
planteo un cataclismo
poético: la Tierra, Gaia, enloquece
y la alucinación reina
en el universo levantado.
Pero lo que ocurrirá a
nuestra Tierra física sólo es
cuestión de décadas. Y de
sus restos volverá a alzar su
cabeza despeinada ese ser
engreído llamado humano,
con su saco de Tánatos a la
espalda, y volverá a construir,
y a construir, hasta
que dicho verbo devenga,
como ocurre una y otra vez,
en el verbo destruir.
D: El objetivo de tu literatura
es transformar al lector,
pero, ¿es posible eso?
A.G.: Yo no escuché suspirar
a un vagabundo hasta
que leí Factotum, ni llorar a
un pobre hasta que caminé
por Crimen y castigo, ni
sentí en mi piel la tormenta
de emociones que arremolinó
a España en la Guerra
Civil hasta que caí en Viento
del pueblo. Esas tres
obras transformaron hondamente
mi visión del mundo.
A mi juicio, la misión de
la literatura, del arte en general,
es transformar. Sé de
personas que han cambiado
el rumbo de sus vidas
después de la lectura de un
solo libro.
Ahora bien, creo que el
grupo de lectores actuales
realmente reflexivos, a la
luz de la masificación y
crecimiento de la literatura
basura, cada vez es más
reducido. Los poetas profetas
nos dirigimos principalmente
a la minoría receptiva,
para fortalecer sus
ideas, y luego esa minoría
es la que empuja a la masa
hacia un camino mejor para
todos. En ese sentido indirecto,
la literatura sí
transforma al lector, a la
sociedad. Yo escucho una
voz de carácter superior,
en mi caso, el lamento de
la hierba, su conmovedor
verbo de madre herida,
transmito su mensaje y
otro hermano lo filtra en su
vida, en su senda, y habla
enamorado a otros caminantes
de ‘la voz’.
POEMAS ANTITAURINOS
_ D: Uno de tus poemarios
es antitaurino,
La guadaña
entre las flores.
¿Cómo ves el
panorama actual?
A.G.: Las últimas
encuestas
demuestran que la
tauromafia cada
vez tiene menos
adeptos. Pero el
poder es el poder,
y vivimos todavía
en la España de
Goya; y además
tenemos en contra
a los 'tibios', aquellos
que aparentan
no estar a favor ni
en contra, pero
que en realidad,
así, se ponen del
lado del asesino.
Éstos, volcándose
hacia el lado antitaurino,
acelerarían
la abolición
de la 'Fiesta Irracional'.
El amor y
respeto por el toro
posibilitará, en mi
opinión, a 30
años vista, la abolición
de las corridas
de toros en
España.
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