Estamos preparados y alerta
porque el horror nunca ha terminado
de irse. Tras la muerte
del carcamal sangriento se produjo
un pacto “entre los asesinos
de Lorca y los de Nin”
(Debord dixit).
Un acuerdo para
cambiar el Régimen y garantizar
de ese modo la pervivencia
del Sistema. Cada vez más gente
es consciente de que la
Transición española se limitó a
un cambalache entre los franquistas
y los aspirantes a figurar
en el nuevo reparto de poder.
Estamos preparados y alerta
porque el horror nunca ha terminado
de irse. Tras la muerte
del carcamal sangriento se produjo
un pacto “entre los asesinos
de Lorca y los de Nin”
(Debord dixit).
Un acuerdo para
cambiar el Régimen y garantizar
de ese modo la pervivencia
del Sistema. Cada vez más gente
es consciente de que la
Transición española se limitó a
un cambalache entre los franquistas
y los aspirantes a figurar
en el nuevo reparto de poder.
Para mantener los privilegios
de las clases dominantes y del
Capital se creyó oportuno ocultar
el franquismo ontológico (y
genético) de sus herederos.
Hoy en día, sin embargo, es
cierto que algunos no consideran
necesario este ocultamiento
y, como en el caso de
Aguirre, convierten cada una
de sus pantomimas en una apología,
más o menos estúpida,
del fascismo de sus padres.
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