CICLISMO Y LITERATURA
Hemingway tuvo la culpa

En las cunetas del Tour de Francia
no sólo se contempla el esfuerzo
de los corredores. El deseo de
evocar los mejores tiempos forma
parte del imaginario del Tour.

10/07/08 · 0:00
Edición impresa
JPG - 72.3 KB
TRADUCCIÓN IMPOSIBLE. Para Hemingway, el francés es la única lengua que consigue expresar el sentir del Tour.

El Tour de Francia
era el acontecimiento
deportivo
más importante
del mundo entero” no es
una frase que Hemingway
pronunciara, aunque sí le
corresponde su autoría. En
el libro tercero de Fiesta
(1926), en la terraza de un
hotel de San Sebastián, el
director de un equipo de corredores
belgas y franceses
le explica al protagonista de
la novela que las carreras ciclistas
son “el único deporte
auténtico del mundo”. En la
reproducción descriptiva
del diálogo se trasluce lo
que Hemingway conocía y
no conocía del Tour: “¿Había
seguido yo alguna vez el
Tour de Francia? Sólamente
por los periódicos. El Tour
de Francia era el acontecimiento
deportivo más importante
del mundo entero.
El seguir y organizar carreras
le había hecho conocer
bien Francia. Poca gente conocía
Francia. (…) Francia
era un país rico y más sportif
cada año. Llegaría a ser el
más sportif del mundo, y eso
se lo debería a las carreras
de ciclistas. Y al fútbol. Él
conocía bien toda Francia”.

La frase, pues, es atribuible
al personaje del director
de un equipo ciclista que
comparte un coñac con el
sosias de Hemingway en el
tramo final de su novela de
consagración. Y parece fruto
de un entusiasmo profesional,
del discurso encendido
de quien luego invita a
compartir la salida de la carrera
del día siguiente, a las
seis menos cuarto de la mañana.
De un personaje breve
que se despide y desaparece.
“Cuando me desperté,
los ciclistas y su séquito de
automóviles llevaban ya tres
horas en la carretera”.

Pero “The Tour de France
is the greatest sporting event
in the world”, en su idioma
original y en presente, es
hoy, para los norteamericanos
que emulan en sus viajes
europeos la vida y obra
del escritor, una ‘sentencia
Hem’ tan poderosa como las
descripciones de los encierros
de Pamplona. El viaje literario
que se inicia en la
cuesta de Santo Domingo
tiene así una segunda etapa
obligatoria en las cunetas de
los Pirineos o de los Alpes. Y
el bullicio patriótico de estadounidenses
que siguen la
carrera no es sólo consecuencia
de los logros de
Lemond y de Armstrong, sino
que forma parte de una
cierta idea de Europa, literaria,
veraniega y festiva.

Descubrimiento

En París era una fiesta
(1964), su libro póstumo sobre
los años pobres y felices
en el París de entreguerras,
Hemingway relata cómo su
alejamiento de los hipódromos
y las apuestas coincidió
con su descubrimiento del
ciclismo, “una cosa nueva y
muy divertida”. Aunque el
ciclismo que disfrutó la generación
perdida fue sobre
todo el de las carreras de velocistas
en el Vélodrome
d’Hiver, el del ruido de los
tubulares sobre la pista de
madera y la batalla por vencer
la resistencia del aire y
no perder el rebufo para disputar
un nuevo sprint.

Sylvia Beach recuerda en
sus memorias, Shakespeare
& Company (1956), cómo
bajo las enseñanzas de Hemingway,
el mejor cliente de
la librería regentada por
Beach en la rue de l’Odéon,
asistían a la carrera de los
Seis Días, uno de los acontecimientos
más populares de
la temporada deportiva parisiense.
“Mientras duraba la
competición, los aficionados
se iban a vivir allí para mirar
cada vez más adormilados a
los pequeños hombres-mono
encorvados sobre sus
bicicletas, recorriendo lentamente
el circuito o esprintando
de repente, día y
noche, en una atmósfera llena
de humo, de estrellas del
mundo del teatro y del ruido
de los altavoces”.
Hoy, en el viaje tras los
pasos de Hemingway, París
será algo más que una nueva
etapa, y la librería Shakespeare
& Company actual,
junto al Sena, un lugar
de culto.

Un cuento imposible
El entusiasmo contagioso de
Hemingway introdujo a sus
compañeros de generación
en un deporte que Francia vivía
como un patrimonio irrenunciable.
Sin embargo, en
un autor cuya vida y obra
aparecen deliberadamente
confundidas, adquiere un
significado especial la reflexión
que ofrece en París era
una fiesta: “He empezado
muchas veces a escribir un
cuento sobre carreras de bicicletas,
pero nunca me ha
salido ninguno que fuera tan
bueno como son las carreras.
(…) El francés es la única
lengua en la que se ha escrito
bien sobre esto y los términos
son todos franceses, y
por eso es difícil escribir en
otra lengua”.

Tal vez el Tour que comenzó
el pasado sábado, y
que adormecerá las tardes
de julio hasta llegar a los
Campos Elíseos, encierre un
problema de traducción, una
dificultad para expresar, incluso
en francés, cómo una
carrera desdibujada, sin su
último ganador, agotada de
escándalos y vacía de frescura,
sigue siendo el Tour. El
mismo Tour que forma parte
de un viaje para evocar un
pasado literario y jovial, antes
de que todo terminara, el
de los mejores tiempos;
cuando Hemingway, según
los recuerdos de John Dos
Passos en Años inolvidables
(1966), “solía ponerse una
camiseta a rayas como los
participantes del Tour de
Francia y recorrer los bulevares
periféricos con las rodillas
a la altura de las orejas
y la barbilla en el manillar”.

Tags relacionados: Deportes
+A Agrandar texto
+A Disminuir texto
Licencia

comentarios

0

separador

Tienda El Salto