HOMENAJE A QUINTÍN CABRERA
Hasta la victoria, Quintín

Casi, casi… Toda una vida poniendo letra y música a
las luchas por la libertad. El 12 de marzo, tras una
larga enfermedad, perdimos a Quintín Cabrera, pero
su recuerdo, sus canciones, su cariño y su lucha
contra las injusticias quedarán en nuestra memoria.

02/04/09 · 8:32
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QUINTÍN CABRERA, uruguayo de nacimiento, vivió en Suecia y Francia, y
finalmente se instaló en el Estado español / Antonio Álvarez Ghaita

Nacido en 1944,
en Montevideo
(Uruguay), su
padre fundó el
Partido Socialista en Uruguay
en el departamento
del 33, pero el joven Quintín
se hizo de las Juventudes
Comunistas. A la
muerte de su padre sus
compañeros de instituto le
regalaron la primera guitarra;
la segunda se la regalaron
en el trabajo para poder
ir a Cuba en 1967 al
Festival de la Canción
Protesta, donde nació la
nueva trova cubana. De la
mano de Carlos Puebla, al
que consideraba su “padre
putativo, con el que tuve
una relación grande”, cantó
en Cuba y por Latinoamérica,
fue ese mismo
año cuando viajó a Europa.
No se quiso parecer a
ningún cantante de esa
época y, aunque le gustaban
todos, sus primeras escuchas
fueron Yupanqui,
Violeta Parra, Ferra y Leo
Ferre.

Practicó su internacionalismo
cantando a todas las
causas de liberación, desde
Vietnam al Kurdistán, desde
Cuba a El Salvador y del
Sáhara a Portugal. Vivió en
Suecia y en Francia, quedándose
en Barcelona en el
‘68, donde estuvo 20 años,
participando y apoyando las
muchas huelgas obreras
contra el franquismo.
Como periodista, se especializó
en temas musicales,
y participó en radios,
periódicos y medios de comunicación
alternativos.

Comunista y republicano
hasta la médula, fue un
cantante al servicio de las
organizaciones políticas
del momento, de la lucha
anti-OTAN y movimientos
sociales para reunir a numerosas
personas.

El cariño y el recuerdo
que tenía a José Afonso
(músico y amigo portugués),
Zeca para los amigos,
le hizo crear en Madrid el
Centro de Promoción de la
Canción, ZECA, para potenciar
la música popular y
los cantautores cuando dejaron
de estar de moda.
Querido entre los músicos,
“tuve muy buen rollo
con todos”, era cabezón y
amaba lo que hacía, despertando
muchas emociones en
su ‘gente’. Profesaba la ironía
y la ternura en sus composiciones,
milongas, baladas,
tangos y murgas a lo
largo de sus nueve discos individuales
y tres colectivos.

En los ‘80 le fue difícil
publicar nuevos discos y
reeditar los antiguos, y
tuvo que vivir de los conciertos.
Tras el olvido de
‘los cantores’ a finales de
los ‘80, fue crítico con la
industria discográfica:
“Nos han tratado muy
mal después de pasar de
moda”.

Quintín irradiaba optimismo.
A su lado te sentías
bien, de igual a igual, todo
lo contrario a los artistas
egocéntricos de los que está
lleno el panorama musical.
Buen cocinero y un artista
con la madera, era humilde,
llano y sincero. Su
casa siempre estaba abierta
a la solidaridad internacionalista
y en especial a
los ‘sudacas’.

Con él se ha ido un referente
de generaciones que
ha puesto letra y música a
muchas utopías, reivindicaciones,
luchas, esperanzas,
alegrías y sueños.

Quintín Cabrera pasó dejando
huella. Nos quedan
sus poesías, sus canciones y
muchos recuerdos. Hasta la
victoria, compañero.

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