Fallece el cantautor madrileño
Javier Krahe: "Me gustas, democracia, porque estás como ausente"

Ayer falleció el cantautor Javier Krahe. Rescatamos una entrevista que hicimos al letrista con motivo de la publicación del disco-libro ‘Toser y cantar/De mil amores’ en 2011.

07/02/11 · 17:22
Javier Krahe. / David Fernández

Este domingo 12 de julio falleció de un infarto, en Zahara de los Atunes (Cádiz), el cantautor madrileño Javier Krahe . Recuperamos esta entrevista que Diagonal le hizo en 2011.

Uno. Hablemos de “mi libro”

Publicas tu nuevo trabajo de la mano del libro de Miguel Tomás-Valiente en el que se analizan las letras de tus canciones.¿Cuál es el sentido de este lanzamiento conjunto?

 

El libro es muy interesante; incluso  como objeto es muy bonito.  Se hizo por sorpresa. Un día  me lo entregó Miguel y me dijo:  “He escrito esto a ver si te gusta”.  “Y esto, ¿a qué es debido?”  pregunté. Ya sabes que padezco  insomnio y me lié a tomar notas  de tus canciones, a consultar cosas  que decías y de ahí salen estas  consideraciones. Esto ocurrió  hace un año. Lo curioso es  que, siendo amigo, lo llevara en  absoluto secreto. [Esto parece una constante en la carrera de Krahe, dado que Y todo es vanidad, el disco de homenaje publicado hace unos años, también fue orquestado a sus espaldas] ¿Y qué podía hacer con este libro? Pues como sacas un CD y ya no lo compra nadie, a lo mejor acompañándolo de un libro cuela…

Pero tus seguidores son bastante fieles. Supongo que la piratería no es un problema para ti.

Hombre, yo de top manta no soy pero en internet sí se descargan cosas mías. Esos fieles que aún van a la tienda no deben llegar ni a 3.000. No creo que sean más.

¿Cuál crees que es el mayor interés del libro?

 

No sólo a mí, sino a la gente que lo ha leído le ha gustado. Me gusta el sistema que ha empleado el autor, que es una división temática en siete apartados. Canciones críticas, de amor desdichado, de amor dichoso, aventureras, sobre el paso del tiempo, sobre la religión y metacanciones... Los grandes temas. Schopenhauer ya escribía sobre lo mismo… Y Corín Tellado. Además, Miguel es filólogo e igual a alguien le puede interesar saber que en tal o cual canción hago un polisíndeton. El único posible defecto del libro es que, siendo amigo el autor y habiéndolo escrito, como dice el título, de mil amores, no hay nada que ponga mal.

Dos. ¡Ay, democracia!

 

 

Siguiendo con la división establecida en el libro, nos entregasotro repertorio de cancionestípicamente Krahe.

 

Me ocupo de que parezcan muy personales pero, por ejemplo, "Osa Mayor" trata de un astronauta. Y "¡Ay, democracia!" es una serie de ironías políticas.

¿Te has metido en el jardín político...?

Que no pensaba… [Ya lo declaró en Zozobras completas: “No me van a inspirar ni las gracias de Aznar ni las gracias del Papa, ni las gracias de Bush...”]

Y ¿cómo ha sido?

Se me vino a la cabeza el verso
“Me gustas democracia porque estás como ausente” y me salió una canción política. Eso sí,

¿Tan mal vemos el tema?

Salta a los ojos de todo el mundo. Pero yo ya era escéptico, sólo que no se me había ocurrido el verso.

¿Sigues el mismo proceso compositivo de convivir con las canciones durante largo tiempo hasta darlas por concluidas?

 

En este disco ha sido algo distinto.
Al menos cinco o seis las he compuesto en Madrid en lugar de en Zahara de los Atunes... [Puede verse una muestra del proceso de maduración de las canciones en el documental Esta no es la vida privada de Javier Krahe].

'Dolor de garganta’, ‘Cábalas y cicatrices’ y ahora ‘Toser y cantar’.

 

Por los títulos de tus discos se diría que estás hecho polvo. No. Estoy muy bien de salud ¡pero es que ya tengo 66 años!

El disco lo has grabado con tu banda de siempre [Javier López de Guereña, a la guitarra y dirección musical, Fernando Anguita, al bajo, y Andreas Prittwitz a cargo de los vientos] pero para esta ocasión has ampliado plantilla.

[Hay que avisar que, el día en que mantuvimos la charla, Javier  aún convalece de un accidente doméstico, portando un  señorial bastón. Gajes de la vida; que no del oficio”]. Lo que ocurrió es que, al tener el accidente, no pude asistir a todas las sesiones y ellos (sus músicos habituales) aprovecharon para divertirse. Eso sí, con todo bastante calculado. En más de la mitad de las canciones la voz la he metido en silla de ruedas, en la que se canta fatal.

También te atreves a cantar sólo con el acompañamiento del piano.

 

Al final había ciertos apuros de tiempo y se me ocurrió que alguna canción podría resolver así, a solas con Federico Lechner. Eso sí, cuando las lleve al escenario las presentaré con mis músicos habituales. Para la semana en el Café Central no voy a meter el piano.

¿Y batería?

Tampoco. Me ceñiré a la formación habitual que es con la que más cómodo me encuentro. Además, meter más músicos en el directo sale muy caro.

¿Eres consciente de que algunos de tus compañeros de generación se dedican a hacer cajallenando estadios?

 

Ya, pero yo es que ni me lo planteo porque a mí me gusta recorrerme España acudiendo a garitos. Y un par de veces al año hago algún sitio de mayor aforo, algún teatro; pero de mil personas como máximo.

¿Y cambias algo en la puesta en escena?

 

No. Hago exactamente lo mismo.

¿Cómo eliges el repertorio?¿Cuándo decides sacar del mismoalguna canción?

 

No me apetece cantar canciones de otras épocas. No porque me parezcan malas sino porque hay que dar salida a las nuevas. Luego hay alguna que saco del repertorio porque la he cantado mal y me enfado con ella. Y temas como Un burdo rumor que sólo hago cuando me piden bises, pero como siempre me piden… Así es difícil enterrar tus clásicos…Me gusta cuando me piden alguno de mis clásicos pero de esos que no son tan clásicos. Yo soy muy de Leonard Cohen pero cuando he acudido a uno de sus recitales lo que menos me interesaba era escuchar, por ejemplo, Suzanne. Prefería que cantara sus últimas composiciones. Pero siempre habrá un grupo de neófitos entre el público. A mí me parece absurdo que le pidan Suzanne. Si además la va a cantar, seguro.

Tres. Otro burdo rumor

 

¿Hablamos del clero?

Pues sí: estoy demandado. Y un día me citarán e iré. [Para despistados, informamos de que Javier tiene pendiente una delirante querella en la que se le acusa de cocinar un Cristo. El disparate se remonta a un vídeo grabado en los ‘70, recogido en un documental sobre su vida y emitido en el programa Lo + Plus, por el que varios colectivos católicos piden una sanción de 192.000 euros contra Krahe. Preguntamos discretamente sobre el asunto, dado que se encuentra sub júdice].

¿Pero estas cosas, aparte de evidenciar la falta de humor de los demandantes, no prescriben?

 

Estoy convencido de que lo van a archivar, pero tengo que ir.  Técnicamente, tendrán que demostrar que lo hice y, además, en tal caso, ocurrió hace 33 años. Son ganas de meterse en la vida de todo el mundo. [Citando a Rosendo, que también participó en el disco de homenaje a Krahe, hay mucho loco por incordiar].

 

Anatomía de un verso

Cuando mantuve la charla con Javier
Krahe, aún no había tenido ocasión de
leer el libro De mil amores, que acompaña
su último trabajo. Sospechando que
podía tratarse de una estrategia de mercadotecnia
para obtener mayor presencia
en los puntos de ventas, pregunté y
Javier me desmintió tal punto. «¿Qué
sentido tiene que otro analice unas
letras que ya analizo por mi cuenta?»
fue la cuestión que, de haber leído el
ensayo, me habría ahorrado.

Conozco pocos autores capaces de cincelar
sus letras tan obsesivamente como
Javier Krahe. Así, a veces la forma es la
que propicia el fondo: una canción como
Antípodas surge del reto de escribir un
tema a partir de endecasílabos. La precisión
quirúrgica es habitual en sus versos.
El libro está escrito desde el cariño pero también desde el rigor y el insomnio
de Miguel Tomás-Valiente. Aunque el autor prefiere desdramatizar y definir su
trabajo como «consideraciones», analiza, en su piel de lingüista, las letras de
Javier Krahe. Y si hay un autor cuya lírica posea la riqueza apropiada para este
tipo de estudio es él. Un libro que se devora, De mil amores, y se disfruta, también,
gracias a las bellísimas ilustraciones de Octavio Colis.

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