ENTREVISTA CON ROLO DÍEZ Y RAÚL ARGEMÍ, DOS RENOVADORES DEL GÉNERO POLICÍACO LATINOAMERICANO
Guerrilleros reciclados en autores de éxito

En los últimos 15 años, la novela negra latinoamericana ha roto la supremacía mundial que
ostentaba en el género la anglosajona. Para los entendidos, esa capacidad disruptiva se
debe a su manejo del humor y a la mezcla de géneros (espionaje, folletín, novela de
aventuras), que subvierte los esqueletos clásicos. Los argentinos Rolo Díez y Raúl Argemí,
antiguos guerrilleros montoneros, son dos representantes destacados de esta corriente.

10/05/06 · 19:14
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‘EL CORDOBAZO’. En 1969, una insurrección popular paraliza la ciudad argentina de Córdoba. Para muchos, fue el inicio de un nuevo ciclo de luchas caracterizado por la creciente movilización social y el auge de guerrillas como los Montoneros.

Rolo Díez, nombre de
guerra de Rolando
Aurelio Díez Suárez,
nacido en 1940
y exiliado en México tras el
golpe de Estado y consiguiente
represión, es escritor y periodista.
Trabajó elaborando
guiones de historietas y televisión,
y en los diarios El Universal
y El Día. Su obra publicada-
Los compañeros, Vladimir
Ilich contra los uniformados,
Paso del tigre, Una
baldosa en el valle de la muerte,
Gatos de azotea, Mato y
voy, Nota roja 70’s, Nota roja
80’s, Luna de escarlata, Gambito
de dama y El aguantadero-
le ha reportado innumerables
premios. Papel picado,
su última novela, ha sido
primer Premio Internacional
de Novela Umbriel-
Semana Negra 2005.

Por su parte, Raúl Argemí,
preso durante la dictadura argentina,
tras salir de la cárcel
fue director del periódico de
Río Negro (Patagonia) durante
diez años, antes de afincarse
en Barcelona. Ha publicado
Los muertos siempre pierden
los zapatos y Penúltimo
nombre de guerra -con la que
ha obtenido los premios Brigada
21 de novela negra, premio
Novelpol (concedido por
los lectores y aficionados al
género policial a través de un
sistema de votación popular),
el XIII Premio Internacional
Luis Berenguer y el premio
Dashiel Hammet 2005, que
concede la Asociación Internacional
de Escritores Policíacos-
y la más reciente Patagonia
Chu Chu, VII Premio
de narrativa Francisco García
Pavón.

Aprovechamos su gran
amistad para entrevistarles
juntos.

DIAGONAL: ¿Cuál es la vigencia
de la pareja ‘narrativa
y compromiso’?

ROLO DÍEZ: En la novela
negra latinoamericana sí que
hay una relación más clara y
directa con el tema de los nexos
entre poder y criminalidad
(tanto la de arriba como
la de abajo). Tiene que ver
con la historia de América
Latina de los últimos 30 años.
Es una historia de mucha violencia,
rebeliones populares,
guerrillas, en el marco de una
durísima confrontación entre
el poder y las demandas populares.
Y eso marca mucho
en la actualidad. Las sociedades
europeas organizadas
más prolijamente, los ‘países
desarrollados’, son distintas
a las latinoamericanas, donde
la vinculación entre poderes
es más visible. Por ejemplo,
en México la relación entre
narcotráfico y poder es
obvia. El narcotráfico, que
genera el 15-20% de la riqueza
nacional, después se desparrama
al conjunto de la sociedad,
incluyendo el enfrentamiento
entre bandas. Ahora
hay un promedio de cinco
ejecuciones diarias. El caso
del jefe de Policía de Culiacán
(en el Estado de Sinaloa),
que fue asesinado a las siete
horas de ser nombrado, por
ejemplo. Todo el norte de
México está en plena guerra
de bandas. Y todo el mundo
sabe que el narcotráfico está
relacionado con la política
mexicana. Somos uno de los
posos de las rebeldías populares,
las que proponían un
cambio, un mundo distinto,
que se reciclan como escritores.
No nos sale novela rosa.
Seguimos siendo espejo de lo
que vivimos, de la realidad.

Hay una reivindicación de
la rebeldía: estamos en tiempos
lo suficientemente jodidos
como para andar pidiendo
perdón. No hay contradicción
con describir la realidad
desde el humor, la ironía. De
hecho, en Vladimir Ilich..., el
personaje central se puede
leer en clave autocrítica, gracias
a la ironía.

RAÚL ARGEMÍ: Ahora vivimos
en un mundo unipolar de
innumerables reflejos, uno de
ellos es el de ser políticamente
correctos, o que el marxismo
está superado... Para los
que fuimos jóvenes en los ‘60,
cuando el impulso era fortísimo-
obviamente, los resultados
ya los conocemos-, no es
casualidad que escribamos
novela negra, nos permite
describir la vida real, cómo
son la policía, las negociaciones
entre los sectores dominantes
y la criminalidad, que
son lazos que afectan a todo
el mundo. Antes los límites
eran distintos, íbamos a por
todas, disputábamos el poder.
Hoy, pese a lo estimulante
que es el que algunos gobiernos
no sigan la política exterior
de los EE UU (por ejemplo,
Venezuela), no proponen
ni pueden romper las lógicas
del capital, sino asegurar mayores
mínimos de habitabilidad.
Kirchner salió elegido en
una segunda vuelta, y en la
primera, Menem obtuvo el
30% de los votos.

D.: ¿Cuál es el papel del humor
en la novela negra?

R.D.: Creo que depende de
cada autor. James Ellroy no
se debe de reír ni follando. La
risa es una forma de marcar
conductas. Ante la farsa, la
mentira, la simulación (por
ejemplo, los discursos de los
políticos),: ¿cómo manejarte?
Las puedes desenmascarar
con la risa. Además, la vida
cotidiana está llena de situaciones
ridículas. El humor es
un componente fundamental
para afrontar la vida, no me
sale escribir sin humor ni ironía.
Fíjate en Bertolt Brecht,
bien serio y riguroso, que teoriza
sobre el humor como distanciador
para verse a uno
mismo. Es una gran puerta.

D.: ¿Cuáles son las aperturas
que valoráis como más importantes
en la novela negra?

R.A.: Quizás el protagonismo
de los autores latinoamericanos
que vinculan más sus historias
con la realidad. Por
ejemplo, frente a Francia,
donde el tema social apenas
existe en el polar. En España
sí veo más esa relación, por
ejemplo, en Andreu Martín y
su El asalto de la virreina,
donde hay una trama de robo
de monedas raras paralelamente
a una historia en torno
a las relaciones entre la
Policía y ETA.

R.D.: El pensamiento político
correcto ha sido tan pesado y
dominante que afecta también
a autores de novela negra.
En América Latina, como
la realidad es incorrecta,
entonces... Pero con matices,
que la mierda llega a todos
lados. El editor dice “este tema,
no”, y el escritor se acostumbra
a que algunos temas
van y otros no. Entramos en
una gran círculo vicioso que
te intenta abarcar. Aquí es difícil
imaginar una novela
donde el protagonista sea un
antiguo militante de ETA.
Por ejemplo, se considera a
Soldados de Salamina una
de las mejores novelas sobre
la guerra civil española y viene
a decir que los dos bandos
fueron malos.

R.A.: Hay que preguntarse
¿para qué escribes, qué tienes
que decir? El decir que todo
está muy mal y no se puede
hacer nada es una excusa para
no hacer nada.

D.: ¿Cuál es la importancia de
la relación del autor con los
lectores?

R.D.: Es lo mejor. Lo nuestro
es literatura para minorías, y
te das cuenta de repente de
que hay gente que te tiene
mucho aprecio.

R.A.: Es el premio de los
lectores: no hay dinero, sino
la confirmación de que
tu empecinamiento tiene
sentido. También es lo
esencial: la relación autorlector
es encontrarse con
esa persona que te dice:
“Me gustó mucho tu libro,
pero...”. Son ‘peros’ que te
enseñan.

D: ¿Cómo veis las campañas
contra la ‘piratería’?

R.A.: Un disco cuesta en una
tienda de México unos 180
pesos, mientras que en la
calle son diez y con altos niveles
de calidad. Uno puede
pensar que el contrabando
está mal, pero paralelamente,
si se vende a diez y gana
algo, ¿qué ganará el que
vende a 180?

R.D.: Forma parte de la picaresca,
no es un tipo de acciones
que valore como reprobables.
Cuando ves las
campañas institucionales
contra la piratería y piensas
que se enjuagan las pérdidas
millonarias de la banca,
pues... Ningún músico vive
de los derechos de autor. La
creatividad cultural es otro
de los aspectos que se deben
democratizar.

HUMOR, GÉNEROS HÍBRIDOS Y VIOLENCIA

Bajo la etiqueta de 'novela negra
latinoamericana actual' se puede
incluir, entre otros, al mexicano
Paco Ignacio Taibo II o al cubano
Daniel Chavarría.
Además del humor y el cruce de
géneros, quizás otra característica
de este paraguas es el particular
manejo de la violencia. Violencia
extrema cotidiana y, sobre
todo, denuncia de la violencia
del sistema: la de las mafias policiales
pero también, y principalmente,
la resultante de la represión
policíaco-militar, todavía presente,
que asoló el continente en
décadas anteriores. Los desaparecidos,
las torturas, el exilio, y
cómo posicionarse ante estos
hechos -denunciarlos o mirar
para otro lado- son una constante.
Los crímenes y asesinatos
investigados suelen tener relación
con alguna de las cloacas y
asuntos turbios del poder.
Otro rasgo de esta etiqueta es un
manejo de los personajes muy
poco usual en el género negro.
Además del gusto por caracteres
totalmente fuera de lo común o
envueltos en situaciones delirantes,
cuando no absurdas (jubilados
que atracan bancos por romper
la rutina, periodistas que
investigan desde una cama de
hospital), hay una profusión de
personajes que, con la multiplicidad
de voces resultante, tejen
novelas rompecabezas.

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