Owen Jones
Autor de ‘Chavs. La demonización de la clase obrera’
“Los Gobiernos ingleses han creado un vertedero social”

El periodista Owen Jones analiza en su obra ‘Chavs. La demonización de la clase obrera’ el aparato ideológico que ha defenestrado a la clase trabajadora en Reino Unido a costa del mito del mérito individual.

05/02/13 · 17:13
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Si eres pobre, es por tu culpa. Si no, vamos a reírnos de ellos. Cuando el joven periodista Owen Jones escuchó en una reunión de amigos un chascarrillo clasista en un lugar en que cualquier comentario socialmente incorrecto hubiera sido rápidamente amonestado, fue consciente de hasta qué punto la demonización de la clase trabajadora había penetrado en gran parte de la sociedad británica. Desde el thatcherismo hasta hoy, pasando por el neolaborismo blairista (del que Margaret Thatcher aseguró que materializó su mayor logro político, al hacer a su enemigo político histórico cambiar de opinión, esto es: pensar como los tories), el mantra en Gran Bretaña es que la clase social no existe y la pobreza es resultado de disfunciones de carácter tales como la falta de ambición o la pereza, de manera que la conclusión es clara: el sistema no tiene fallos estructurales que corregir, las oportunidades están en tu mano.

Chavs. La demonización de la clase obrera propone, con estilo ameno y nada académico, interesantes disecciones sobre cómo la meritocracia lleva implícito el mensaje de que hay que ascender individualmente en la escala social y de que la clase trabajadora es algo negativo. Se destruye la identidad de clase como colectivo, y de la clase trabajadora en particular. Es la mano invisible que abofetea entre divertida y asqueada a cajeras y reponedores de supermercado, cuidadoras, teleoperadores o empleadas de restaurantes de comida rápida. El clasismo que en España se abre con la frase “menos mal que no somos como esa gente” y en el que combinamos con ibérica tradición el desprecio más indiferente con el machismo de haber acuñado un término especialmente diseñado para multitud de chicas privadas de oportunidades. En Gran Bretaña, mientras, el libro de Owen Jones, editado ahora en nuestro país por la editorial Capitán Swing, puso el dedo en la llaga clasista sobre estos, para algunos, Council-Housed And Violent (violentos de protección oficial) justo antes de los disturbios de agosto de 2011.

Dices que el asalto ideológico a la clase trabajadora comenzó con el thatcherismo en 1979 y duró décadas durante las cuales se ha borrado la solidaridad interna entre miembros de esta clase. ¿Qué fases identificas en el proceso?
El thatcherismo explotó la crisis de los ‘70 convirtiéndola en ventaja para las clases altas y como arma contra el laborismo. Los sindicatos fueron derrotados con las leyes más restrictivas del mundo occidental o en  huelgas como la de los mineros en 1984/85, o incluso con el desempleo masivo, que es una herramienta de desmoralización más que de dinamismo. A la vez, Gran Bretaña experimentó la mayor oleada de desindustrialización occidental, dejando sin trabajo seguro hasta hoy a comunidades enteras. El thatcherismo impulsó una economía basada en empleos parciales, temporales e inestables. La venta de viviendas estatales significó que su remanente quedó para los más necesitados, y los gobiernos trataron a éstas como un vertedero social. Como resultado, las clases trabajadoras se dividieron y fragmentaron al máximo.

¿Hay un objetivo de demonizar el Estado del bienestar a través de la demonización de la “gente que vive a costa del Estado”?
Hay un intento sistemático por parte del actual gobierno y de sus medios aliados de pintar a los desempleados y subvencionados como gorrones que viven a expensas del gasto público. La realidad del parado desempleado ha desaparecido del primer plano. Y más aún, hay una campaña para volver a los empleados pobres contra los desempleados. El argumento es, básicamente: “Te lo han quitado, y a tu vecino de menos méritos deberían quitárselo también”. Algunos políticos hablan de “bregadores contra apalancados”. Es crucial que la izquierda combata esta demonización dando una plataforma a los que se consumen en el desempleo.

¿Es el término ‘Chav’ una forma del poder hegemónico para establecer lo que es aceptable y no en el actual modelo?
El término es un síntoma del intento de convertir problemas sociales, como la pobreza y el desempleo, en fallos individuales. Es muy útil para el capitalismo, cierra el apartado de críticas al sistema sobre la base de que lo que hay que combatir son las faltas de cada uno, que se muestran como únicas causas.

¿Por qué este odio se ha convertido en socialmente aceptable?
Por esa guerra contra la clase trabajadora que emprendió Gran Bretaña desde los ‘70. Por el barrido mediático que ha sufrido la clase trabajadora en antena. Por el hecho de que la política y los medios estén tan dominados por personas de entornos privilegiados. Por lo desigual en que se ha convertido el país y la necesidad de racionalizar y justificar esa desigualdad.

A veces, el odio y la mofa proceden de personas que se sitúan en la izquierda política. ¿Qué peculiaridad esconde esto?
Hay progresistas que pondrían el grito en el cielo contra la homofobia, el sexismo o el racismo, pero que son aquiescentes en lo tocante al desprecio de clase. Es una muestra de cómo es el funcionamiento de las sociedades clasistas y desiguales: incluso aquellos que combaten contra la injusticia se ven infectados por el desprecio de clase.

Este odio procede también de la creencia de situarse a uno mismo en la clase media. ¿Cómo se articula el ingreso y la pertenencia a una clase?
Depende de qué derive tu ingreso. Si deriva del trabajo para otros, y no tienes control sobre ese trabajo, entonces eres clase trabajadora.

¿Cuál es el rol del crédito en la falsa construcción de la clase media? Quizá es una de las claves por las que millones de personas odian en lo que se están convirtiendo, o lo que nunca dejaron de ser…
Los políticos y los medios de comunicación han promovido la idea de que todo el mundo debería aspirar a convertirse en clase media y aquellos que no lo consiguen son, de alguna manera, personas fallidas. El crédito tuvo su boom antes de la crisis en parte porque los estándares de vida de las personas comenzaron a declinar antes de que Lehman Brothers se estrellase, pero también a causa de la promoción de estilos de vida hiperconsumistas asociados con la idea del éxito de la clase media.

¿Tan vital es el papel de los medios de comunicación en lo tocante a esta demonización de la clase trabajadora?
Es absolutamente clave. Los medios están dominados por periodistas de procedencia privilegiada que nunca se han mezclado con personas menos acomodadas: ese es el porqué de la caída de los periódicos locales, de la proliferación de prácticas no remuneradas que sólo personas con dinero pueden permitirse realizar y de la creciente necesidad de caros estudios de posgrado en el periodismo profesional. Los medios de comunicación eliminan del foco la existencia de la clase trabajadora real, promoviendo en su lugar la idea de que todos somos de clase media a excepción de una problemática rémora de la vieja clase trabajadora.
 

‘Chavs’ y la cuestión de la raza

¿Pasa Jones demasiado por encima de la cuestión de la raza en su libro? Los ejemplos citados por el joven reportero pueden justificar, sobre todo para el público español que no conozca el ensañamiento clasista de cierta prensa británica, su énfasis en la demonización sufrida por la “clase trabajadora blanca”. No obstante, el hecho de que ciudadanos británicos de otras razas pero similar extracción social vivan desde hace generaciones en una especie de estatus de sempiternos inmigrantes no parece llamar tanto la atención del autor. El sistema de integración multicultural británico ha creado unos barrios más fragmentados socialmente de lo que el libro de Jones parece indicar.

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comentarios

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    GRAMSCIEZ
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    Vie, 02/22/2013 - 12:15
    #4. Miguel, siendo cierto, lo que apuntas del comentario final, o apostilla del artículo sobre el interesante--que no tan novedoso--libro de Owen Jones, y su aparente paradójica postura, no lo es tanto si la situamos dentro del anti-pensamiento del Trotskismo, y que parece haber imbuido últimamente a los redactores de este medio.<br />Y es que el Trotskismo es una especie de anti-comunismo con disfraz de lo contrario, mimetismo del anti-marxismo para sembrar confusión..<br />SALUT!!
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    Miguel
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    Mar, 02/19/2013 - 14:17
    El libro de Owen Jones es extraordinario, fundamental para saber como es la sociedad en la que vivimos. Felicidades por la entrevista. Pero el comentario del final cae en la misma trampa que el autor señala múltiples veces en el libro. El comentario obvia que &quot;Chavs&quot; trata desde muy diferentes ópticas la cuestión de la raza, la situación social, la preeminencia (en los medios, en la opinión de la gente, en los programas de los partidos políticos) de los problemas de&nbsp;raza sobre la cuestión de clase, enfoque que no hace más que dividir a la clase trabajadora. Explica muy bien el libro de donde surge el racismo entre trabajadores, sin por ello justificarlo. No entiendo que después de haber leído el libro la redacción de Diagonal pueda hacer este comentario: en las páginas 330 y siguientes de la edición de Capitán Swing, correspondientes al epílogo de la segunda edición inglesa, el autor se defiende con bastante claridad de esa crítica.<br /><br />Imprescindible esta obra.
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    lala
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    Mar, 02/19/2013 - 11:02
    No tienes que irte a Reino Unido para encontrar esta deminización. En España dices que trabajas en un Mc Donalds&nbsp;y hay quien te mira como si fueras prostituta.
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    SAPs
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    Mar, 02/19/2013 - 04:42
    Leyendo el comentario me viene a la cabeza, la lectura de un libro que marcó parte de mi pensamiento crítico: &quot;No está en los genes. Crítica del Racismo biológico&quot;. Ed. Mondadori. Es un libro bien documentado, escrito por tres especialistas de tres campos distintos; un sociólogo, un genetista y un psicólogo.En el mismo, se aborda el problema del darwinismo social bien elaborado por E. O. Wilson, un sociobiólogo norteamericano para justificar la desigualdad social sobre una base biológica que recuerda a la eugenesia o a la frenología entre otras disciplinas de terrorífica utilización pasada.<br />Así, se trata de explicar y justificar la existencia no sólo de los enfermos mentales, sino incluso de los pobre, los inadaptados sociales, o simplemente los contestatarios, como una falla probablemente genética, de raiz biológica y de solución individual. El individuo padece una &quot;disfunción cerebral mínima&quot;, o es un desviado social no por causa del sistema social opresivo o en gran medida por éste, sino por un desarreglo genético que permite a juicio de este autor, y de otros que han recurrido al darwinismo social, que explica que los pobres tengan muchos hijos y acaben como ellos, condenados a la pobreza y al fracaso, que la escasa inteligencia de los negros es fruto de su genotipo y ello les condiciona siempre a ser inferiores a los blancos, o que la mujer es un ser frágil y desvalido que únicamente puede ocupar uan posición secundaria en el ámbito familiar o laboral.<br />Este autor, el del libro enlaza bien esos conceptos: la clase media como etiquetaje como grupo en el que diluir las desigualdades enormes gestadas tras años de declive de los sistemas del bienestar. La pobreza no como consecuencia de esta caida de éste último, de una deshumanización palpable de todas las sociedades que con una moral inexistentemente autotitulada democrática pretenden extirparla con medidas radicales, de cirugía química (pastillas, manipulación genética, tratamiento psiquiátrico, etc.), aumento de la represión policial, apartamiento en barriadas o ghettos (slums), programas de esterilización social -se planteó incluso por Thatcher que la reducción del número de pobres pasaba por evitar que tuvieran más hijos, esterilizándolos. Así lo propuso uno de sus ministros. Aunque se quedó finalmente como una mera idea o planteamiento)-, etc. todo para no abordar las causas del problema.<br />Pero además esta idea que señala el autor, de que el problema del pobre está en el mismo, como si se tratase de una condición con la que se nace, como si de na casta hindú se tratase, se inocula a la ciudadanía, se le hace creer mediante el modo de vida consumista occidental, que es pobre porque es perezoso o vago, idea muy extendida por cierto en EEUU -recuerdo el grato libro de Vicente Verdú: &quot;el planeta americano&quot; donde relata esto mismo-, que todos tienen las mismas oportunidades (como si fuera cierto) y que quien no las aprovecha es peor que el pobre; es un don nadie, un fracasado, pura basura, a la que ni siquiera se la puede ayudar, porque en tal caso, se convertiría en un excrecencia del sistema, en un parásito.<br /><br />A la clase no media, sino a la única realidad existente, la de la clase de los pobres, se les divide y sobre todo se les enfrenta, se les desactiva el pensamiento crítico con una educación a medida, memorística, sin herramientas críticas, sin valores, de superespecialización estanca que impide una visión de conjunto gracias a una cultura general suficiente, y que fomenta la competitividad más atroz para construir los futuros trabajadores descarnados e insolidarios que asumirán que tal y como le dice el sistema es mejor ganar un sueldo miserable a no tener trabajo. Así, se le enfrenta, mediante la envidia motivada por el deseo de consumir a toda costa y no poder, sustituyendo valores humanos por codicia desmedida, y el desprecio del vecino que tiene más que uno, porque lo importante es aparentar, tener antes que ser. Yo soy por tanto, lo que poseo, así me cosifico, me deshumanizo. Y el etiquetaje en clases contribuye a ello; homogeiniza, aisla, y divide a la sociedad, que pérdida se enzarza en discusiones sociológicas que inhibe y retrasa la acción para cambiar el statu quo, en favor de esa minoría poderosa.<br /><br />Y de esos valores participan todos los grupos políticos, incluida la izquierda cada vez más inclinada por el poder y el dinero, mediante su división, su falta de coherencia, de mensaje claro, directo, sin ambages, cada vez más profesionalizada, más burocratizada, cada vez mejor integrada dentro del sistema al que debiera combatir.<br />Lo que me produce pavor, es pensar, adivinar, que la realidad ha sido siempre la misma, la de que el pobre crea que es pobre y no decida cambiar su destino, su situación porque acepta, bien por el miedo, bien por su acriticidad, bien por su quebrada y controlada psique por el poder, que no puede ni debe luchar, porque ha perdido de antemano.<br /><br />Leía el otro día en el periódico que para 2050, 35 millones de personas en Europa no podran ser recolocadas, quedarán como un exceso no reubicable; de modo que &iquest;tendrémos que aceptar ya por siempre condiciones de vida inhumanas, con salarios indignos y condiciones de trabajo esclavas, y en donde el estado del bienestar no sea más que un artificio y una ilusión pasajera bien construida, y todo, bajo el mero dictado de unos pocos?. &iquest;Es esto lo que podemos esperar?, &iquest;se está polarizando peligrosamente el mundo en ricos y pobres? &iquest;Estamos ante la gestación de una verdadera confrontación social mundial?.
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    Mar, 02/19/2013 - 02:53
    Exelente articulo, totalmente de acuerdo, hay que fomentar estos articulos y que los jovenes lean un poco de cosas interesantes, muchas gracias exlente la web!
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