DIAGONAL recorre el Festival de Cine de San Sebastián y rescata algunas delicias
Galardones contradictorios en la 58 edición del Festival de San Sebastián

En una edición en la que abundaron las críticas a la selección de las películas a concurso en el Festival, sin favoritas en las críticas cinematográficas, la Concha de Oro fue para un largometraje que poco aporta al cine actual, ’Neds’, mientras el Premio Especial del Jurado destacó una película valiente y compleja, ’Elisa K’.

30/09/10 · 14:13

El reflejo de la violencia en nuestra sociedad pareciera haber marcado la decisión del jurado de la Sección Oficial del Festival de San Sebastián, pero de dos maneras opuestas, al premiar a Neds de Peter Mullan y a Elisa K, sobre la que el jurado expresó que “retrata la violencia a la que se ven expuestos los inocentes en la vida cotidiana”, aunque la película de Judith Colell y Jordi Cadena va mucho más allá de eso.

Mientras Neds nos enseña más de lo mismo con el retrato de pandilleros cuya agresividad va in crescendo a lo largo de la película, Elisa K nos acerca a un problema social poco abordado en el cine con el rigor que lo hace esta producción: los abusos sexuales a niñas.

El director de la película premiada con la Concha de Oro, Peter Mullan, inició su carrera como actor en Riff-Raff (1991) y volvió a ser protagonista de una cinta del mismo realizador, Ken Loach, en Mi nombre es Joe. La cercanía con el director inglés parece que de algún modo pudiera haber influido a Mullan en Neds, ya que al ver esta película nos viene el recuerdo de otra de Loach, Sweet Sixteen (2002), con amplias diferencias en su tratamiento argumental. Las dos películas se ubican en Glasgow (aunque en épocas muy diferentes), hablan de jóvenes que se introducen en un mundo violento, pero Neds apenas se acerca a la complejidad con la que Loach retrata a sus personajes ni muestra la raíz social de sus comportamientos, por lo que se queda en una exhibición concatenada de actos de maldad irreparables.

Una mirada valiente

En el extremo opuesto del tratamiento de la violencia está Elisa K, película que ya se ha estrenado en cines. Con una narración original, dividida en dos partes con dos lenguajes cinematográficos diferentes, la película cuestiona a quien la ve, nos abre los ojos, nos remueve y sensibiliza, que es de lo mejor que puede hacer el cine. La novela de Lolita Bosch Elisa Kisaljak es la base de este largometraje sobre el que Judith Colell y Jordi Cadena expresaron que esperan que “contribuya a hacer sentir más que vergüenza a aquellos que intentan silenciar los abusos a menores con simples vaguedades”.

Elisa tiene casi 11 años en la primera parte de la película, narrada con una voz en off que agudiza la atención y la tensión. La segunda parte se inicia con la escena del recuerdo 14 años después, una escena muy trabajada entre la codirectora y la protagonista Aina Clotet y que ambas reconocen como “muy complicada”. Lo que a la actriz le hizo entender la vivencia del personaje fue entrevistarse con mujeres que han pasado por esta violencia de niñas. La figura interpretada por Clotet ha sido violentada, pero no es una víctima, tiene miedo, pero tal como cuenta la actriz, realiza un “acto de valentía absoluto, para que su infancia recupere su sitio”. Con esa valentía, Elisa dirige una mirada final a quienes están en el patio de butacas, una mirada que para Judith Colell habla de que las situaciones hay que mirarlas de frente y quiere reflejar la frase final del libro de Lolita Bosch que marcó la creación de la película: “La infancia tiene que ser un lugar seguro”.

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El equipo de ‚ÄôElisa K‚Äô. Foto: Iván Crespo.
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