El preconcurso de acreedores en el que ha entrado el Rayo Vallecano ha puesto
en marcha a su afición para salvar el club sin salvar a los Ruiz Mateos.
- Mosaico en el Nuevo Estadio de Vallecas durante la celebración de un Rayo Vallecano-Betis en marzo de 2011. Ferdy_Vk
El 18 de febrero se hizo pública
la decisión de la familia Ruiz
Mateos de acoger sus empresas
a preconcurso de acreedores,
entre ellas el Rayo Vallecano de
Madrid. Se consumó así el mayor
divorcio entre propietarios y
afición de los 22 años en los que
“La Familia”, como se les conoce
en Vallecas, ha dirigido el
club fomentando la división de
la afición, que en su mayoría
nunca vio con buenos ojos la adquisición
del club por la familia
Ruiz Mateos en 1992.
Ese día comprobaron lo que
había supuesto para el equipo
caer en semejantes manos.
Buena parte de “La Familia” está
siendo procesada por falsedad
documental, alzamiento de
bienes y un rosario de irregularidades
en la administración
del club. Han generado una
deuda de 1,7 millones de euros
con la Seguridad Social y 19,63
millones con Hacienda; hay
atrasos en las nóminas de la
plantilla del club; los niños y niñas
de las divisiones inferiores
deben costearse los gastos para
competir; se deben recibos de
suministros básicos y hay proveedores
que han dejado de
prestar los servicios contratados
a causa de los impagos.
A los jugadores del primer equipo
se les deben nóminas de
2010, a jugadores y entrenadores
que se han ido del club se
les adeudan aún retribuciones;
y algunos empleados con más
de 30 años de antigüedad están
abandonando la institución ante
la expectativa de un empleo.
La afición del Rayo tiene motivos
para entender que esta situación
puede llevar a la disolución
de la Sociedad Anónima
propietaria del club. Por ello,
en lugar de exigir a la Administración
algún tipo de amnistía
fiscal o recalificaciones de terrenos
para sus propietarios,
han decidido hacer lo que mejor
saben: pelear sin contar con
empresarios ni políticos saliendo
a la calle en una manifestación
de miles de personas, tejiendo
una cadena humana alrededor
del estadio, realizando
decenas de protestas en el
transcurso de todos los partidos
disputados hasta la fecha,
desplazándose en caravanas
hasta las puertas de los domicilios
de lujo de los propietarios,
recaudando dinero a través de
cientos de iniciativas para ayudar
a las personas trabajadoras
y cubrir las necesidades más
urgentes para el funcionamiento
del club ante lo que consideran
una dejación de funciones
por parte de los propietarios.
La afición del único club de
barrio del fútbol profesional de
este país ha tomado partido por
la decencia y la cordura, exige
que se pague lo que se debe a las
arcas públicas y a todas las personas
que trabajan y han trabajado
en el club y que “La
Familia” abandone Vallecas lo
antes posible.
Secundados y respaldados
por los trabajadores del club y
por la plantilla del primer equipo,
representada por su capitán
Michel, han creado la “Plataforma
ADRV” (en referencia a
las iniciales del club antes de
que se convirtiera en Sociedad
Anónima Deportiva), desde
donde articulan acciones de
protesta, de presión a los propietarios
y de solidaridad con
los y las trabajadoras del club.
Hoy “el rayismo” está en pie de
lucha contra “La Familia” por
defender un club atípico en el
fútbol profesional, el equipo de
un barrio solidario y peleón,
con un ambiente animado y
mayormente antifascista, al estilo
del St Pauli en Alemania o
el Pisa Calcio en Italia.
El Rayo Vallecano no presume
de palmarés ni de grandes
glorias deportivas, más bien al
contrario. Pero sí puede hacerlo
hoy por hoy de tener una afición
que ha madurado con los infortunios
que le han tocado vivir en
estos 87 años de historia, y hoy
se planta ante una de las familias
más conocidas de la oligarquía
española, ante seguramente
una de las familias que mayores
aportaciones hacen a la extrema
derecha, al Opus Dei y a
la jerarquía eclesiástica. Todo
un reto cuando buena parte de
las aficiones recurren a la
Administración y a los partidos
políticos para que le saquen las
castañas del fuego a los propietarios
de los clubes y se llega a
tachar de mercenarios a los trabajadores
que no cobran su salario.
En el Rayo importa el fondo,
que el club subsista lo mejor
posible, pero también las formas,
el cómo debe subsistir un
equipo de fútbol.
Una gran pancarta en la grada
de preferencia reza:“Esto es
Vallekas y Aquí se Paga”, otra a
su lado grita: “Furia en la
Cancha, Revolución en la
Grada”. En el fondo, grandes tifos,
pancartas, bufandas y banderas
en manos y gargantas de
una generación de gente de
Vallecas representan mejor que
nada el sentimiento de un barrio
humilde, alegre y luchador,
mientras el lateral de la Albufera,
esa gran tribuna síntesis del
rayismo, es atravesada por una
enorme pancarta que explica el
porqué de tanta bronca y sufrimiento:
“Porque Sin Ti Rayo, La
Vida No Sería Igual”.
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