II FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE VENEZUELA 2006
Una feria donde caben muchos mundos

A veces miramos al mundo y leemos
en sus ojos que la lógica del
beneficio privado le ganó la partida
a la cultura. Pero siempre quedan
rincones donde laten las resistencias.

04/01/07 · 0:00
Edición impresa



En América Latina,
Argentina, Cuba y
México han sido los
grandes referentes
continentales para la cultura
en general y el libro en particular.
En los últimos tiempos,
Venezuela se echó a andar siguiendo
la brecha abierta, con
la intención de abrir nuevas
vías a la cultura popular. El
proceso bolivariano de transformaciones
sociales que está
viviendo el país también cambió
de forma entusiasta la organización
de sus ferias del libro.
En el parque del Este de
Caracas se celebraba anualmente
la Feria del Libro de
Caracas, y este año le correspondía
su decimotercera edición.
Pero lo que se celebró
fue la segunda edición de la
“rebautizada” como Feria
Internacional del Libro de
Venezuela (FILVEN), del 9 al
19 de noviembre, primero en
Caracas y después, del 20 al
30 del mismo mes, en 142 municipios
de los 23 estados del
país. Con Cuba como país invitado
de honor. Para Thady
Carabaño, organizadora de la
feria, el objetivo fundamental
de esta descentralización cultural
es “democratizar el acceso
al libro y a la lectura”.

La Feria acogió, además, el
Primer Encuentro Internacional
del Libro Alternativo, donde
una veintena de editoriales
expusieron sus proyectos y
participaron en debates sobre
los retos del mundo editorial
alternativo en el siglo XXI.

Los libros en Venezuela

Para Ramón Medero, presidente
del Centro Nacional del
Libro (CENAL), esta feria “es
el reflejo del nuevo sistema
social del libro y la lectura”
que se desarrolla en Venezuela.
Medero coordina la
Plataforma de Política Editorial
del Ministerio de Cultura,
que conforman diversas instituciones
del mundo libresco
venezolano, incluyendo todas
las áreas que afectan al libro:
promoción de la lectura, producción
editorial, centros de
estudios literarios, distribuidoras,
red de librerías y bibliotecas,
etc. Sellos como Monte
Ávila Editores (la más importante
editorial venezolana, de
propiedad estatal y que ha sido
fuertemente relanzada en
los últimos años) o El Perro y
La Rana (editorial creada desde
el Ministerio de la Cultura
para realizar publicaciones
masivas de libros y promover
la lectura y la creación literaria
en el país) también forman
parte de la Plataforma.

En los últimos meses se
han editado en Venezuela 27
millones de libros de distribución
gratuita. La Distribuidora
Venezolana del Libro repartió
gratuitamente a los
visitantes de la Feria una edición
en tres tomos de Los
Miserables de Víctor Hugo,
así como las publicaciones de
la Biblioteca Básica Temática,
una colección de ensayos
de todo tipo (desde el proceso
bolivariano a la educación sexual,
pasando por la soberanía
alimentaria, la ecología, la
escuela, las cooperativas
agrarias o la maternidad) que
ha publicado casi 30 títulos-
casi 15 millones de ejemplares-
con el objetivo de “fomentar
el talento crítico,
constructivo y transformador
de la comunidad”.

La Feria también sirvió de
catapulta para la presentación
de los 12 primeros títulos del
Fondo Cultural del ALBA (con
obras de I. Ramonet, F. Retamar
o J. Martí, entre tantos
otros), iniciativa surgida al calor
de la última Feria Internacional
del Libro de Cuba y
que estrecha los vínculos culturales
entre ambos países.

La Feria en Caracas

Bajo el lema “El libro libera”
se dieron cita en el parque del
Este más de cien editoriales
venezolanas y unas 35 foráneas.
Como si de dar la vuelta
al “mundo patas arriba” se tratara,
la Feria redujo el espacio
dedicado a las grandes editoriales
multinacionales para
dar más y mejor cobijo a las
pequeñas casas propias, que
aumentaron notablemente en
cantidad respecto a la última
edición, y a los proyectos alternativos.
Los stands fueron
poblados por realidades de
unos 20 países diferentes, fundamentalmente
del mundo de habla hispana. El año pasado,
en la Feria de Caracas, las estimaciones
fueron de medio
millón de visitantes, y en más
de 100.000 en los eventos del
interior del país (que se llevaron
a cabo en otros nueve estados
venezolanos). Y este
año, en Caracas, se vendieron
unos 95.000 libros y las estimaciones
hablan de más de
700.000 visitantes.

Encuentro alternativo

Proyectos de alrededor de
unas 20 editoriales se dieron
cita en el marco de la Feria para
analizar la realidad cultural
y editorial de los proyectos
cooperativos, autogestionados
o de propiedad colectiva
que intentan caminar con dignidad
en el planeta sembrando
la diversidad literaria y la
creación libre. Editoriales como
Libros del Zorzal o Marea
(Argentina), Lom (Chile),
Trilce (Uruguay), Aurora (Colombia),
o tantos otros proyectos
latinoamericanos; Zed
Books (Reino Unido), Les
Allusifs (Francia), o Txalaparta
(afincada en Tafalla,
Navarra, representó al Estado
español), compartieron mesas
de debate con proyectos
editoriales venezolanos como
La Mancha, La Caja de Pandora
o Nadie Nos Edita. El visitante,
después de asistir a
las mesas redondas, se encontraba
en los stands con los frutos
de estos proyectos en distintas
e ingeniosas formas:
podía comprar a un precio
módico en la caseta de La
Caja de Pandora un CD con
multitud de textos revolucionarios
clásicos y actuales, en
formato PDF. Desde los discursos
de Chávez o F. Castro
a las obras de M. Harnecker o
José Carlos Mariátegui, entre
tantos otros documentos. Los
stands alternativos representan
el eco imprescindible de
las voces que, estrelladas contra
el muro del máximo beneficio
(o los muros de la censura
y la represión), no llegan
hasta nosotros; la caracola
que nos permite acercarnos a
las culturas minoritarias, a las
lenguas más antiguas y a las
sensibilidades que no nacieron
para las grandes masas de
consumo. Espacios donde, como
estos editores dicen “ningún
pueblo nos es ajeno”.

Pero sin duda lo que más
puede asombrar a los ojos occidentales
estuvo en el expositor
de Sarita Cartonera.
Este proyecto comunitario
peruano nació en 2004 inspirándose
en la aventura creativa
y de resistencia Eloísa
Cartonera, que hicieron posible
dos argentinos en Buenos
Aires como respuesta local a
la crisis de 2001, en los días
en que los recicladores de
cartón inundaron la noche
bonaerense. Recopilando
textos callejeros, fotocopiaban
las páginas y encuadernaban
humildes ejemplares
con el cartón cortado, pintando
ellos mismos las cubiertas
artesanalmente. Esta ingeniosa
forma de vida que abre una
ventana en la marginación social
de tantos núcleos de población
latinoamericanos, se
ha ido extendiendo por otros
países como Perú o Bolivia (la
recientemente alumbrada
Yerba Mala Cartonera). Y
ahora pretende afianzar los lazos
para fortalecer una red
cartonera latinoamericana.
Autores consagrados como
Santiago Roncagliolo ceden
los derechos de autor de obras
cortas a estas iniciativas, que
se encargan de editar en sus
talleres verdaderas obras de
arte, permitiendo ahuyentar
el fantasma de la desesperanza.
Además, representan la
mejor forma de fomento a la
escritura, ya que el grueso de
los catálogos lo forman poemas,
cuentos y demás expresiones
que van llegando directamente
a los locales de estas
editoriales.

Espejo de un mundo en
ebullición, donde los pilares
básicos de los cambios sociales
se van mostrando cada día
más claramente como la participación
y la educación
transformadora, esta II edición
de la FILVEN nos recordó
que hay tantos libros como
mundos posibles, y con
ellos avanza la cultura humana
en sus diversas formas cooperativas
hacia los horizontes
de la cultura popular y la
reactivación de las conciencias
adormiladas.

LOS LIBROS PRESOS

En la mesa redonda «El reto de la
edición independiente frente al mercado
globalizado» participó la editora
Rosa Ruocco, del proyecto editorial
Actis, de Madrid. Ruocco
defendió el intercambio cultural
como «un principio fundamental de
la acción editorial». Para ella, conocedora
del mundo editorial hispanoamericano,
no es difícil encontrar
ejemplos de la «camisa de fuerza»
que supone el mercado español
para las ediciones locales. «Esta
situación es una realidad para
numerosos escritores latinoamericanos,
que a la hora de gestionar sus
derechos de autor, ceden a las editoriales
españolas también los derechos
en el territorio de Latinoamérica,
sin ser conscientes o sin tener
libertad de negociar, por ejemplo,
directamente con editoriales de
cada país». Mientras tanto, los
stands de las multinacionales son
un escaparate donde ofrecer los
libros que no tienen salida en el
mercado español, y no las novedades
editoriales, quedando la difusión
literaria y la promoción de autores
en función de una cuenta de
resultados en un despacho al otro
lado del Atlántico. «En algunos
casos, el editor no dispone de una
red de distribución para todo el territorio,
y le bastará con alegar «falta
de demanda» para legitimarse».
Ruocco, apelando a la responsabilidad
del editor para con el autor y
el lector, exigió una cláusula en los
contratos (como la que existe para
revertir los derechos al autor si en
un período de tiempo no es publicada
la obra) para que en estos
casos el autor pueda buscar libremente
un editor en los territorios
donde no es distribuida su obra en
un plazo razonable. Las editoriales
alternativas e independientes del
mundo hispanohablante cada vez
son más conscientes de la necesidad
de llevar a la práctica las coediciones,
las colecciones conjuntas,
las traducciones y
negociaciones mancomunadas
para sobrevivir... y encuentros
como éste muestran que la cooperación
no sólo es posible, sino tan
real que sus pasos firmes van
escribiendo el futuro con todas las
manos y todas las culturas.

Más información:

[filven->http://filven2006.blogspot.com]

[cenal->http://www.cenal.gob.ve]

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