APOSTILLA DESDE LA MESA CAMILLA
Favelas que hacen ¡bum!

En pocos meses el tsunami del apagón analógico acabará con una de las experiencias más
lisérgicas de la pantalla catódica: las tele favelas, esos pequeños canales dedicados a teletiendas,
porno casero, concursos delirantes o sectas variopintas. La doctora Schmidt llora su pérdida.

14/12/09 · 23:17
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Por supuesto, como buena teleadicta
en contradicción, pertenezco
a ese tercio de comunidades
que aún no se han antenizado.
10 millones de televisores que
quedarán obsoletos el próximo
mes de abril. Me siento como
Terele Pávez en el anuncio que
ha rodado Álex, el señor presidente
de la Academia. El apagón
analógico acecha. Abril de 2010.
Pero yo me acurruco al calor de
lo que desaparecerá. Porque nos
van a dar en toda la línea de flotación.

La tele, tal y como la conocemos,
es un surtidor de destino
fatal personalizado, como
una cábala milenaria. La tele no
se elige, la tele se sufre.
Eso de tele a la carta no lo acabo
de entender. Si lo único bueno
de la tele hasta ahora ha sido
su capacidad de hacer comunidad,
de fuenteovejunizar el asesinato
de nuestro buen gusto como
espectadores, de unirnos
frente a la pira absurda del entretenimiento
e información.
Cuando una se sienta a darle las
buenas tardes a Ana Blanco, parte
del ritual es saber que hay
aproximadamente tres millones
de almas haciendo lo mismo.
Uno se siente menos solo mirando
a Ana. Las tres de la tarde, el
meridiano del día. Lo marca la
tele, una especie de Acrópolis de
poliespán, acoge rituales de comunidad,
por cutres que sean.
La ciudadana los necesita.

Con la personalización de la
TV y la adaptación de la programación
a la vida de cada uno, se
acabará esa fuente de referentes
chorras y de falsa información
que, para bien o para mal, nos
aglutina como sociedad. Pero la
Nueva Tele, como el Nuevo
Régimen, llegará en cinco meses
a todas las casas. Y las primeras
cabezas que rodarán son las de
los hijos bastardos de las grandes
cadenas, esas cadenas de baja
potencia orientadas a emisoras
locales en pequeñas comunidades.
Todo pequeño, perfil bajo,
acción local. ¿Mueven pasta?
No. Pues, ¡bum!

Un día, podremos contar el
cuento de la tele analógica. Érase
una vez una favela, una
construcción anárquica y desprolija
construida frente a un
dios todopoderoso llamado
Pirulí. En torno a cada centro
territorial de mamá RTVE comenzaron
a salir unos hijos infravalorados
y heteróclitos.
Granos, apéndices, que le gritaban
a la ciudad, estamos aquí,
queremos estar, somos la infracultura
y el infranegocio. Canal
47, Canal 25 o Canal Cualquier
Número a Mano, TV Nazarena
(glups), Localia(s), Canal
Gasteiz, TeleCachirulo, la mítica
TeleK, Tele-Coria, Minarete
TV y Tele Whatever you want.

Siempre hay unas marismas,
unas procesiones, un porno casero,
unos videntes vestidos de
Caramelos Paco, un informativo
local, una tertulia interminable
en torno a la última derrota
del Racing de Quintanar o de la
deleznable restauración del coro
de la iglesia de Turégano.
Qué grandes momentos nos ha
dado este mundo en peligro de
extinción. Vivamos estos meses
de infrafavela antes de pasar
a los pisos de la inmobiliaria
del Pocero de la TDT, 70 canales,
muchos servicios... Bah.
Un día echaremos de menos el
infraporno y a los infratarotistas
inventándose el futuro de
gente aburrida o desesperada.

La tele favela tiene escaso alcance,
como una onda corta de
la tele nonsense, pero tiene el tirón
de la cultura trash, el encanto
de lo subterráneo. El canto del
cisne analógico les da ahora a
esos miniestudios con presentador
cutremente iluminado textura
de tragedia. Muchos desaparecerán
del todo, sólo el compadreo
–de distinto color según las
regiones a digitalizar– ha permitido
que algunas de ellas (las
más innecesarias, véase Intereconomía
o Tribunal TV) se conviertan
a la religión digital. A
banda revuelta, ganancia de cadenas
boyantes.

Y es que la TDT huele a secta
a kilómetros. Llame al teléfono
del anuncio, resetee, resuelva,
conviértase. Todo son ventajas.
Te instan a que te hagas cargo,
a que te informes, a que compres
e instales nuevas antenas,
receptores y decodificadores.
Yo propongo el baile de la derrota.
A la favela analógica le
quedan dos telediarios (sic).
Hagamos un homenaje previo
a su destino fatal. Frente al
modelo del multisuperguaycanal
propongo jornadas interminables
viendo en grupo canales
locales, porno desvaído y tarotistas.
Sumergirnos en ese ritmo
estilo chicle usado, donde
los minutos no valen oro, esa
paleta de tonos en marrónocre-
grisáceo plomizo. Esos
presentadores de ascensor,
esos concursos para insensatos,
los horóscopos inventados
en la cafetería por el becario del
becario, la información bursátil
de la lonja del pescado, esas teletiendas
de Wisconsin...

Propongo un visionado continuo
de estos canales hasta abril
de 2010. Y allá por abril, cuando
nuestra tele haga ¡bum!, hagamos
una marcha multitudinaria
de carritos del Lidl prestados
con nuestras teles culonas
dentro.
Quedaremos en el río o en la
última explanada sin obras de
la ciudad. Un lanzamiento colectivo
de teles al agua o una
Gran Pira Analógica. Yo escribiré
el panegírico Carta de
Ajuste. Y volveremos a casa. Y
tendremos que hablar entre
nosotros. Hasta que nos obliguen
a redecorar nuestro vicio,
yo soñaré con este grandioso
día mientras sigo enganchada
a la chuta de la tele spam.
Porque ellas lo valen.

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