En 1949 Egipto acogió la sexta edición del Eurobasket. El campeonato, que tendría que haberse celebrado en la Unión Soviética, se trasladó a África. El Rey Faruq I saboreó la miel de conquistar Europa.
La organización de un campeonato
europeo de baloncesto
correspondía al ganador del último
torneo. La anterior convocatoria,
celebrada en Checoslovaquia
en 1947, había finalizado
con la victoria de la Unión
Soviética frente a la selección
anfitriona. Pero la URSS de
Stalin se negó a recoger el testigo.
Los checos, a su vez, no estaban
dispuestos a repetir. Así la
suerte fue para el tercer clasificado,
Egipto, que acogió la posibilidad
gustosamente.
Egipto era miembro de la FIBA,
como federación independiente,
desde el año 1934. La
Federación Internacional de
Baloncesto (FIBA) había decidido,
unos años antes, que los países
de la cuenca del Mediterráneo
fueran adscritos a Europa,
por la falta de federaciones
africanas, la cercanía geográfica
y la dificultad de los desplazamientos
en ese continente.
La fecha elegida para la competición
fue entre el 15 y el 22 de
mayo en El Cairo. Sin embargo,
el cuatro de ese mes se producía
la catástrofe de Superga. El
Torino, el mejor equipo italiano
de fútbol del momento, admirado
por su juego ofensivo, y que
en seis años no había perdido un
solo partido en su estadio, regresaba
de jugar un partido en
Lisboa. En la maniobra de aterrizaje,
el avión enfiló hacia el
monte Superga de Turín, rozó
la torre de una iglesia y se estrelló.
Todo el equipo de Il Gran
Torino falleció en el accidente.
La selección italiana de baloncesto,
que había participado en
todos los torneos anteriores, renunció
de inmediato a viajar a
El Cairo. A su vez, varios países
negaron su asistencia, alegando
el peligro que suponía el desplazamiento.
La catástrofe había tenido
un impacto muy fuerte.
Finalmente siete equipos participaron,
frente a los catorce de
la anterior edición. Sólo cuatro
de Europa, que incluía a Turquía
para las competiciones deportivas
internacionales. Los equipos
que confirmaron su presencia
fueron Francia, Holanda, la propia
Turquía, Grecia, Líbano y Siria,
además de Egipto. Excepto
la primera, el resto tenían poco
peso como combinados de basket.
Únicamente tres de las selecciones
habían disputado antes
un campeonato continental.
Había también razones políticas
detrás de la no participación
de algunos países. En
aquel entonces Egipto estaba en
conflicto con Gran Bretaña por
el intento de recuperar el dominio
y control del Canal de Suez.
El canal, que había sido construido
por Francia y Egipto en
1869, era un enlace fundamental
entre Gran Bretaña y la
India, la que fuera su colonia
más importante. Los británicos
compraron en 1875 su participación
al Gobierno egipcio, y
dominaban una ruta que más
tarde sería la principal vía de
transporte de petróleo desde el
Golfo Pérsico a Europa.
El ladrón de El Cairo
Las canchas donde se disputarían
los partidos estaban construidas
al aire libre, a pocos metros
de las pirámides. La posible presencia
del rey Faruq en uno de
los primeros encuentros desató
una paranoia de seguridad de la
que no se libraron los equipos
participantes. No asistió. Pero
subrayaba la evidencia del temor
a un posible atentado. El rey
no gozaba de mucha simpatía.
Coronado en 1936, cuando
sólo tenía 16 años, durante la II
Guerra Mundial su ostentoso
modo de vida fue objeto de críticas,
especialmente durante
los bombardeos italianos de
Alejandría, cuando su lujosa residencia
permanecía perfectamente
iluminada a pesar de los
ataques al resto de la ciudad.
Faruq I era conocido como ‘el
ladrón de El Cairo’, por su cleptomanía.
Se decía que había robado
durante sus visitas al exterior
un sable al Sha de Persia,
e incluso un reloj al mismísimo
Winston Churchill.
En el partido
final, un día muy caluroso y
abarrotado de aficionados,
Egipto, entrenada por el italiano
Carmine ‘Nello’ Paratore, lograría
vencer a Francia por una
abultada diferencia (57-36). El
combinado galo, con el gran
Robert Busnel en sus filas,
achacaría la derrota al exceso
de sol, así como a la presión del
público. Grecia se llevaría el
bronce, su único logro hasta el
oro continental de Atenas en
1987, y aportaría al máximo
anotador, Fedon Mattheou. El
mejor jugador del campeonato
sería el turco Ozturk.
FIBA Europa
lo consideró más tarde como
“el campeonato más flojo
de la historia”. Francia como
subcampeona organizaría el siguiente
torneo, al que los egipcios
se negarían a asistir todavía
molestos por las ausencias
en su campeonato.
Pocos años después, en
1952, Faruq I fue depuesto tras
un golpe de Estado promovido
por el Movimiento de los Oficiales
Libres, encabezado por
Gamal Abdel Nasser que, como
presidente del país, nacionalizaría
el Canal y sería uno
de los cabecillas del llamado
neutralismo positivo, o movimiento
de los países no alineados.
En 1961 se crearía FIBA
África, siendo Egipto uno de
los países fundadores, junto
con Marruecos, Etiopía, Sudán,
Togo, Rodesia del Norte
(actual Zambia), Sierra Leona,
Ghana, Guinea, Libia, Mali y
Alto Volta (actual Burkina Faso).
Faruq, desde su exilio de
lujo en Mónaco rodeado de tesoros
propios y ajenos, recordaría
siempre el día en que
Egipto conquistó Europa.
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