Patricia Godes
Periodista especializada en música pop
"Es un hecho histórico que los grandes de la música popular fueron descubiertos por el público femenino"

Tras décadas de experiencia en el periodismo musical, Godes ha extraído algunas conclusiones sobre el machismo entre la crítica y los fans.

18/01/13 · 16:26

¿Crees que hay machismo en la escena indie (salas, sellos, revistas,radios, festivales...)?

El machismo en la música es general: debe ser lo único que refleja la realidad social dentro del mundo de fantasía y mentiras que es la música popular. No se refleja exactamente en violencia de género, abusos sexuales, etc (algo de discriminación laboral sí que es patente) sino en la actitud paternalista y en la valoración del criterio y el gusto masculinos excluyendo cualquier otro. Por eso, te voy a hablar de la crítica y los medios de difusión porque de un modo sutil y solapado deciden no sólo los gustos y criterios del público sino también las decisiones de la industria que funciona, a pesar de las apariencias y del poder que ha tenido, al revés: obedeciendo dictados en lugar de imponiéndolos. Yo diría que incluso los artistas obedecen de un modo u otro los dictados de los críticos porque de no ser así, desapareces del escaparate público y el público dejara de tener acceso a tu obra.

Es un hecho histórico que los grandes de la música popular (Sinatra, Gardel, Elvis, Beatles, Stones, Doors, Michael Jackson...) fueron descubiertos por el público femenino y sólo apoyados por los críticos mucho más tarde. Sin embargo frases como "grupo de fans", "gusta a las chicas", etc. siempre tienen connotaciones peyorativas frente al gusto y criterio masculinos. El lenguaje de la difusión musical (no quiero llamarla crítica cuando es un mero escaparate de ventas) es el del padre patrone: Juegos de guerra, necesidad de autoafirmación, acumulación de datos acríticos, proteccionismo paternalista y dictatorial ("Esto debes oír" / "si oyes esto quedas como un imbécil" porque te lo digo yo)... La música considerada "buena" es la dura y violenta, la que cuesta digerir y también descubrir, la exclusiva, la que sirve para demostrar al oyente su propia fortaleza y aguante, la que comunica idea de pertenecer al club Bilderberg del consumo musical y, en una palabra: la que otorga poder como jefe de la manada.

En respuesta a la necesidad de halagar al más bruto, la música popular se vuelve pobre y simplona y obedece a símbolos reaccionales e inmovilistas (revivalismo, fidelidad a códigos depurados por el paso de las décadas, criterio mercantilista, sectarismo tribal, etc) y se contrapone a las músicas placenteras, festivas y sentimentales que se destinan con desprecio a los seres considerados inferiores dentro de la escala de valores del consumo musical: niños, fans, adolescentes, marujas, abuelos, heavies. Sólo el hombre de mediana edad tiene acceso a la autoridad en la música popular. La dulzura en la música se descalifica como "empalagosa" o "blanda", la riqueza armónica y -sobre
todo melódica- se desprecia como "pedantería", la expresión de sentimientos es "ñoñería"... El lenguaje musical se devalúa y finalmente la afición a la música se extingue. Toda una industria está a punto de desaparecer por culpa de esta escala de valores masculina impuesta dictatorialmente (este es otro tema pero demuestra el fracaso de la sociedad macho-céntrica musical paralelo al de otros campos).

¿Se te ocurren ejemplos de este comportamiento?

El más evidente: ¿cuántas cantantes hay en la escena -indie o mainstream- que no sea un bomboncito por no decir una belleza deslumbrante? (hay alguna excepción, cierto, pero pocas...). Si cualquiera de la mujeres que escribimos de música hablásemos de los físicos de los artistas masculinos en los términos en los que los críticos hablan de los de las mujeres, presumiésemos de la excitación sexual que tal figura o tal experiencia nos producen, nos jactásemos de nuestras conquistas sexuales, o simplemente nos centrásemos exclusivamente en los artistas con belleza y sex appeal físico (como hacen algunas de las firmas masculinas más respetadas)... Nos tacharían de frívolas, de enfermas, nos mandarían al psicólogo, nos lloverían insultos y seríamos el hazmerreir... Nuestras firmas caerían en picado y... vamos, ¡es que no volveríamos a publicar nunca jamás!

¿Se te ocurren formas de contrarrestarlo?

No, lo veo imposible: me he esforzado casi desde el principio en encontrar un lenguaje para la crítica que no fuese el dictatorial establecido y creo que no ha funcionado. Noto que no se me toma tan en serio como a los que dictaminan, condenan y valoran la música de acuerdo a sus reacciones sexuales. También observo las pocas chicas activas en el periodismo musical imitan el comportamiento y lenguaje de los "críticos". Sin embargo, noto que, individualmente, la gente más joven es más respetuosa y equitativa aunque me parece que -hombres y mujeres- asumen los modos y maneras del machismo en la música como si fuera el método profesional de la crítica. No sé si es lo que les enseñan en la escuela.

¿Cómo ha sido tu experiencia en la prensa indie?

En general, soy considerada una autoridad en música. Nunca la busqué, pero la verdad es que me la gané merecidamente dado que fui la primera crítica que defendió con razonamientos y conocimiento la música negra o que revalorizó discos como Pet Sounds o What's Going on y figuras como Michael Jackson o Scott Walker (lo cual da una clara idea no de ningún mérito mío, sino de lo mal que estaban las cosas en la transición y la movida). Yo no tenía veinte años y quizá el hecho de que se me permitiesen estas "veleidades" (clarividentes pero irreverentes) se debiera a la típica discriminación positiva que permitía tomarse un poco a risa las salidas de pata de banco de una jovencita fácilmente descalificada por los "críticos mayores" como "gamberra" incluso "loca"... Cuando el tiempo fue demostrando que yo tenía razón, que no eran gamberradas sino aportaciones indiscutibles y objetivas y que Scott es mucho más importante que Roderic Falkoner, Steve Wright o cualquiera de los que "ellos" perdían el tiempo defendiendo, pasé a ser vista como una especie de amenaza a la autoridad y se me va arrinconando profesionalmente en revistas juveniles, moderneces, meros reportajes periodísticos (hablamos de periodismo de canapé porque en la prensa musical no hay sitio para investigación y denuncia), televisiones mainstream, etc. En ningún momento se me concede ningún tipo de autoridad ni capacidad de decidir contenidos... Cierto es que no he pedido ni he querido nunca la autoridad... Esa es otra diferencia evidente: yo intento disfrutar con lo que hago y comunicarme de igual a igual con los lectores, "ellos" parten en cruzada y a la conquista.

Todo esto lo he analizado a posteriori. En cada momento, no he tenido más remedio que limitarme a hacer mi trabajo lo mejor posible, aunque lo mejor posible supusiera enfrentarme a los cánones y dogmas.

Esta entrevista fue realizada para un reportaje sobre machismo en la música indie. Por su interés, publicamos su versión íntegra por separado.

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comentarios

3

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    Suso González
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    Dom, 02/03/2013 - 01:17
    Esta mujer tiene toda la razón. Las mujeres en el rock siempre han sido personajes de segunda, tanto delante como detrás de los focos. La prensa musical de todo el mundo es machista y sectaria, y la de este país se lleva la palma. Esta periodista ha escrito las críticas más documentadas y justificadas de los últimos años, pero como no le baila el agua a los de siempre, se la ha relegado. Valientes declaraciones, Godes. ¡Y que no te calle nadie!
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    ACAB
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    Mar, 01/22/2013 - 04:50
    Bufff, sólo he podido leer el principio: demagogia barataaaaaaaaaa.
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    alimañero
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    Vie, 01/18/2013 - 22:57
    Aun asumiendo que Godes es una firma indispensable en la crítica musical en castellano, y que tiene más razón que una santa en el 90 por ciento de lo que dice, ¿soy el único que percibe en su discurso de siempre un victimismo y un revanchismo de alivio? Al fin y al cabo, es normal que alguien que, como ella, confiesa haber aprendido a despreciar el rock deje de escribir sobre esos temas en la prensa...
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