El cineasta y DJ anglocaribeño Don Letts habla sobre los buenos viejos tiempos del punk y carga contra las revueltas del verano pasado.

Diagonal.: Se te conoce como el pinchadiscos que introdujo la música jamaicana a la primera generación de punk rockers. ¿Cómo
reaccionaban cuando escuchaban este tipo de música?
Don Letts: En primer lugar, debes comprender que para el tiempo en
que yo ponía reggae en el primer
club de punk rock, The Roxy, en
1977, ya existía una tradición de
chicos blancos de la clase trabajadora que escuchaban música
negra: los skinheads originales.
Y me refiero a la versión original, no a la versión fascista. Ellos
escuchaban música jamaicana,
los mods originales escuchaban
música jamaicana.
A mediados
de los ‘70 el panorama social había cambiado. Para entonces,
muchos jóvenes británicos blancos habían crecido con negros a
su lado, así que no les resultaba
un sonido marciano. De algún
modo, estaban preparados para
ello. Obviamente, podían sentirse identificados con el espíritu
rebelde, la actitud... Amaban las
líneas de bajo. Les gustaba el hecho de que las canciones trataran sobre algo concreto, el repor-
taje musical, y les encantaba la
marihuana.
D.: Tu primera producción cinema-
tográfica fue The Punk Rock
Movie, cuando tenías sólo 22
años. ¿Cuál era tu objetivo al
producirla? ¿Fue tan sencillo
rodarla al encontrarte inmerso
en la escena punk rock y disponer de los contactos que necesitabas para llevarla a cabo de
modo correcto?
D.L.: Es sencillo, mira: el movimiento
punk rock explotó en 1977 y tenía una energía que hacía que te
quisieras implicar, no era suficiente con ser seguidor. Vi que
mis amigos blancos tomaban las
guitarras y comenzaban a formar bandas y unos años antes
había visto una película jamaicana muy famosa, The Harder
They Come –si no la has visto,
deberías hacerlo– y tenía una
idea de lo que quería expresar
visualmente, pero no veía un camino por el que tirar. Esto fue
en 1972, y en 1977 el punk rock
explota y dice “hazlo tú mis-
mo”, así que cuando mis amigos tomaron las guitarras, yo
tomé una cámara de vídeo y decidí que iba a ser director de cine. Así que fue con el espíritu y
la actitud del punk con lo que
me reinventé a mí mismo como
“Don Letts, el cineasta”.
D.: Muchos te recordarán en la
portada del álbum de The
Clash Black Market Clash
plantando cara a un bloque de
policías en Ladbrooke Groove,
en Londres, ¿fue éste el tiempo más complicado que has vivido como ciudadano negro a
lo largo de tu vida?
D.L.: No, aquella revuelta fue divertida. Sé que suena propio de enfermos, pero debes comprender
que aquellas revueltas no tienen
que ver con las que tuvimos hace un año, que fueron ridículas,
no estaban politizadas y no tenían un enfoque. En aquellos
tiempos, sabíamos quién era el
enemigo. Era una forma de decir “mira, no vamos a soportarlo más”. Había un propósito tras
ello, no como las revueltas del
año pasado, que fueron muy
preocupantes para mí. Por otra
parte, en la foto que me muestra frente a la policía, me estaba
apartando del camino. Don
Letts no es estúpido.
D.:
En el festival Transmissions hubo una jornada completa dedicada a The Clash en la que se
proyectaron tres documentales,
uno de los cuales fue Westway
to the world (2000), por el que
recibiste un premio Grammy.
¿Qué hizo de una banda que
apenas se mantuvo en activo
una década un símbolo para los
punk rockers?
D.L.:
La gente dice a menudo que los
Sex Pistols golpeaban tu cabeza
contra un muro y The Clash te
proporcionaban un motivo. The
Clash fue el último ejemplo de
una banda que no sólo sonaba
genial, sino que tenía una imagen jodidamente genial. Exprimían a la música todo su potencial y eso no es sólo cuestión de
entretener, sino de comunicar
ideas, informar, inspirar y conseguir que la gente se
involucrara. Ése es el motivo por el que el
punk rock tiene un legado tan
duradero: no se trataba tan sólo
de una banda sonora, inspiró a
tanta gente a sublevarse, implicarse y hacer algo... Ése es el motivo
por el que seguimos mirando atrás, porque los músicos actuales, no
todos, pero unos cuantos de ellos, particularmente en
Occidente, no están empleando
la música como palanca del cambio social. La emplean para venderte unas
jodidas zapatillas deportivas, emplean la música como banda sonora de un
consumismo pasivo. No se trata de eso.
Puede hacer ese tipo de cosas,
ha ocurrido siempre, pero en la
actualidad todo se reduce a eso.
Creo en el poder de la música para cambiar la vida de la gente.
Soy un perfecto ejemplo de ello.
El punk rock y el reggae me hicieron lo que soy. Cada uno a su
manera crearon a Don Letts. Sé
que funciona. Creo que los jóvenes occidentales deberían reclamar este lenguaje, es un derecho
de nacimiento. No le pertenece a
un jodido patrocinador de una
corporación empresarial o de
una sucursal, es el lenguaje de
los jóvenes. Deben recuperarlo
de las jodidas corporaciones.
Cineasta, músico y DJ
De ascendencia jamaicana,
el inglés Don Letts vivió los
albores del punk pinchando
reggae en The Roxy, periodo
que retrató en The Punk
Rock Movie (1981). Tras ello,
llegaron videoclips y documentales como Westway to
the World (2000) sobre The
Clash, Legend (2003) sobre
Bob Marley, Brother from
Another Planet (2005) sobre
Sun Ra, o Tales of Dr.
Funkestein (2006) sobre
George Clinton, además de
los dos largometrajes de ficción rodados en Jamaica,
Dancehall Queen (1997) o
One Love (2003). Además
de su faceta de cineasta, fue
músico en Big Audio
Dynamite junto a Mick Jones
de The Clash (1983-1980) y
Screaming Target (1990-
1999). Desde 2007 dirige
un programa en BBC6 music.
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