El enigma de los ciclistas

Proponemos una aproximación a la desconocida ópera prima de J. M. G. Arcimboldi.

23/07/13 · 8:00
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J. M. G. Arcimboldi (Carcasso­nne, 1925) es autor de diez novelas, un ensayo, dos obras de teatro y dos recopilaciones de poemas. El primero de sus libros en ver la luz fue El enigma de los ciclistas del Tour de Francia (1956). Ahora bien, sobre esta obra se cierne un notable misterio semejante al que anuncia su título. No se conservan ejemplares conocidos ni reseñas ni referencia alguna que nos permita atisbar sobre qué asunto trataba. De modo que la ópera prima del autor de La perfección ferroviaria (1964) y Doctor Dotremont (1988) es tan sólo un nombre, una incógnita y una duda: ¿existió realmente El enigma de los ciclistas del Tour de Francia? ¿se trata del error de algún biógrafo entusiasta de la ronda francesa? Si fue escrita y publicada, ¿cómo es posible que no se conserve ni un solo ejemplar?

Lejos de arrojar claridad sobre el asunto, el reciente ensayo de Óscar Amalfitano –reconocido como el máximo experto en la obra de Arcimboldi– ha venido a consolidar la incertidumbre. El crítico chileno, tras incluir a modo de presentación la relación de obras publicadas por Arcimboldi –encabezada por Los Enigmas–, aporta comentarios sobre siete de las diez novelas. Nada dice en cambio sobre La rosa ilimitada (1968), Riquer (1961) y Los enigmas (1956). En todo caso, respecto a La rosa ilimitada, traducida en 1974 al castellano por el propio Amalfitano, es evidente que no existen dudas sobre su existencia e influencia. En cuanto a Riquer, Amalfitano incluye un breve comentario en uno de sus relatos de corte autobiográfico: “(…) novela corta o cuento largo que le pareció [al poeta Padilla] una especie de Borges con más páginas”. Pero sobre Los enigmas… nada.

Magia

Sabemos que Arcimboldi mantuvo entre 1953 y 1960 una fluida relación epistolar con Robert Goffin, en la que, entre otros temas, hablaron de los ciclistas belgas y franceses. Es conocida también la afición a la magia de Arcimboldi, que en los años cincuenta estudió en la Escuela de Pensamiento, refinando allí sus trucos y capacidades adivinatorias. De la unión de ambos elementos –ciclistas y magia–, que se situaban en su centro de interés a mediados de los 50, pudo surgir el germen de Los enigmas.

Otro elemento a considerar es el año de publicación de la novela: 1956. Cualquier aficionado a las grandes vueltas recordará que el Tour de aquel año fue ganado por un desconocido Roger Walkowiak. Logró una ventaja de casi media hora en una escapada consentida y, contra todo pronóstico, pudo administrar su renta hasta París. Repudiado por la prensa y parte de la afición, que lo consideraban indigno de semejante victoria, Walkowiak nunca se repuso. Abandonó el ciclismo y terminó trabajando en una fábrica con la saludable intención de pasar desapercibido. “Ojalá nunca hubiera ganado el Tour”, dijo en su declaración más recordada. El ciclista que trata de borrarse, de desaparecer, anticipa en cierto modo la propia biografía de Arcimboldi, cuyos pasos se pierden en los 80 del pasado siglo y cuyo último destino es aún hoy objeto de elucubraciones y controversias.

Tal vez esa obra iniciática sobre los corredores del Tour –libro primerizo desaparecido para siempre– incorpore alguna clave para comprender la trayectoria de Arcimboldi. Quizá la magia, la voluntad de borrarse, el deseo de que algo nunca hubiera sucedido forman parte de ese texto por descubrir. ¿Y si el propio Walkowiak fuera el protagonista? ¿Y si su historia desdichada sirviera de hilo conductor a Los enigmas?

No hay respuestas, pero siempre queda la tentación de seguir indagando. Es posible que la clave se encuentre hace tan sólo diez años: en el Tour de 2003, en aquel verano de la ola de calor y las muertes solitarias. ¿Y si la respuesta se hallara en la etapa del 14 de julio? ¿Y si la jornada que comenzó en Le Bourg d’Oisan y concluyó en Gap contuviera la pista definitiva? Es tan sólo una hipótesis: la última. Unas horas después, en la madrugada del 15 de julio de 2003, fallecía Roberto Bolaño, cuya obra póstuma Los sinsabores del verdadero policía es la única fuente para saber de la existencia de Óscar Amalfitano y de J. M. G. Arcimboldi y su desconocida primera novela: El enigma de los ciclistas del Tour de Francia.

“¿Con quién le gustaría entrarse en el más allá?”, le preguntaron a Bolaño en la última entrevista que concedió en su vida. Y contestó: “No creo en el más allá. Si existiera, qué sorpresa. Me matricularía de inmediato en algún curso que estuviera dando Pascal”.

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comentarios

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    01/03/2015 - 2:08pm
    Muy interesante tu articulo, no había oído hablar nunca de esto. Gracias por la información
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    Raúl
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    23/07/2013 - 11:43am
    @#2 Sí, también lo he pensado. En todo caso, no pierde un ápice de misticismo.
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    pabloelorduy
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    23/07/2013 - 11:05am
    @#1 Hola, me parece que Javier juega con ese equívoco.
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    Raúl
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    23/07/2013 - 9:58am
    Pero Arcimboldi es un autor ficticio salido de la mente de Bolaño. Entiendo que el hecho de que no existan ejemplares es también una ficción...
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