Texto de Cecilia Prado.
Existe en ciertos objetos encontrados por azar y también en ciertas personas, la cualidad de la sorpresa. De pronto un suceso poco frecuente, una apariencia bizarra o inusual, nos asalta a la vista y nos conmueve intensamente, sin saber muy bien por qué. Es el caso de María Bueno, malagueña, pintora extraña y personalísima, que convoca su primera exposición en Madrid en la galería Rafael Pérez Hernando (c/Orellana, 18), bajo el título El día que me murieron. Un título que ya de por sí invita a la introspección y al deleite de una sensibilidad que se ve atraída nada más llegar por un símun de sensaciones y vivencias varias de sutilísima porte y difícil explicación. Y es que los cuadros de María son como un laboratorio de sentimientos, un laboratorio en el cual se entra y se sale, pero más se entra que se sale, y en todo caso nunca se vuelve a ser el mismo.
Proyecta la obra de Bueno una mirada hacia adentro que deslumbra y conmueve por el sólo hecho de su sinceridad. Son acrílicos de un marcado corte expresionista en cuanto al color, que exhalan asimismo el perfume surrealista de aquellos pintores que hicieron del hecho mágico un himno a la belleza y un emblema de la libertad. Planteados en colores intensos como el amarillo, el magenta o el turquesa, los cuadros llaman la atención desde un primer instante por su gran impacto visual y por un dibujo aparentemente infantil, aparentemente sencillo, que esconde no obstante, un sinfín de situaciones adultas para nada inocentes, a veces rozando los límites del dramatismo.
Cada cuadro es la puesta en escena de un momento o acontecimiento mágico, inquietante, desconsolador, descrito sin ningún tapujo y con total naturalidad. En este sentido, no sorprende que la autora se hubiera sentido atraída en cierta medida por la pintura de Remedios Varo y de Leonora Carrington, dos pintoras integrantes del movimiento surrealista, que hicieron de las prácticas mágicas y del esoterismo los fundamentos mismos de su obra. De hecho, uno de los cuadros de la exposición está dedicado a Varo y representa a un niño aprisionado por los brazos de una silla que se metamorfosea y coge a su vez la forma de su cuerpo.En otro de los cuadros “El trenzado”, se asiste impasible al trenzado de los dedos de un niño que, en actitud evocadora, se alargan hasta conformar un círculo amarillo dentro del cual otra niña es trenzada, pero ya en cuerpo entero, suspendida por extraños hilos. La escena trae a la memoria los bordados ejecutados sobre bastidores redondos con ocasión de la decoración de manteles.
Se diría que una constante en el trabajo de Bueno es ese jugueteo, ese diálogo profundo y misterioso que entabla entre el adentro y el afuera, borrando los límites de cualquier distinción posible, como si no hubiera límites fijos entre los seres o entre las cosas y todo deviniera finalmente parte y todo a la vez aumentando de esta manera la confusión metamórfica. Ya en “La cacería” se aprecia cómo el cazador que se camufla con cuernos y traje de bosque para poder capturar a sus presas, es habitado por los ciervos que mata; la intriga geofísica queda sugerida así, con una paradoja espacial de compleja y difícil resolución. Otro cuadro a la par de inquietante “La luciérnaga”, muestra a un ser antropomorfo que despide por su “cabeza-boca” a modo de linterna, un rayo de luz abundante transido de pequeñas manos; el mismo invade su cuerpo por dentro hasta alcanzar a otro ser más pequeño habitante en su interior, de naturaleza misteriosa y rostro velado.
Son pinturas, todas, de una delicadeza en la pluralidad de matices y tonos emotivos, que no deja a nadie indiferente. Aunque probablemente lo más atrayente de su propuesta estética sea la gran versatilidad de su obra: una obra fresca, auténtica, conmovedora, que no se repite en ningún caso por muy raro que parezca y que logra sin embargo, y gracias a un lenguaje sencillo y sensible, sorprender a cada instante con un cuadro distinto, a la vez que conecta y enamora al espectador manteniendo siempre la unidad de estilo.
La muestra que resulta en su conjunto una propuesta sólida, innovadora y convincente, puede visitarse hasta el 6 de junio.
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