- Autor: Séneca.
Teatro Nanterre-Amandiers, París.
Hasta el 8 de junio de 2008.
La programación del teatro
francés de
Nanterre-Amandiers
permite estos días redescubrir
la vitalidad monstruosa
- Autor: Séneca.
Teatro Nanterre-Amandiers, París.
Hasta el 8 de junio de 2008.
La programación del teatro
francés de
Nanterre-Amandiers
permite estos días redescubrir
la vitalidad monstruosa
de la tragedia romana con la
puesta en escena de dos
obras de alto riesgo escritas
por Séneca: Fedra y Medea.
Las tragedias latinas del
filósofo estoico, poco montadas
en comparación con las
griegas, se distinguen por la
violencia y la crueldad extrema
de los crímenes que se representan
en el escenario: infanticidio
de Medea, enucleación
de Edipo, etc. Una violencia
escandalosa para la franja
más tibia de los espectadores,
como para los teóricos y directores
de teatro, que cuestiona
los límites de lo representable.
Quedémonos con la primera.
En la versión de Séneca,
Fedra, perdidamente enamorada
de su hijastro Hipólito,
acaba revolcándose y suicidándose
ante nuestros ojos,
entre la sangre y los huesos de
un Hipólito descuartizado por
la ira vengativa de Neptuno.
Para Julie Recoing, sin embargo,
esta violencia del teatro
de Séneca tan vituperada
y marginalizada de los escenarios
“se encuentra hoy totalmente
en fase con la violencia
de nuestra época moderna”.
¿Políticamente incorrecto
Séneca, entonces? ¡Desde luego!
Y valga el anacronismo.
Pese a las carencias de una
dirección de actores, a veces
lastrada por la histeria de una
interpretación que se extravía
y pierde fuelle, la puesta en
escena de Recoing vale ante
todo por su sinceridad, ajena
a todo sentido del decoro, con
la paradójica modernidad del
texto, cuya radicalidad no
trata de ocultar o dulcificar.
La interesante escenografía,
con su reconstitución del
laberinto del palacio de Fedra
(metáfora de sus pasiones incestuosas),
a través de un sabio
juego de luces, es otro de
los puntos fuertes del montaje.
La transformación del coro
en un escenario de cabaré decadente
donde una cantante
de rock va comentando la acción,
acaba por anclar la tragedia
antigua en nuestra época.
Ajeno a toda psicología, la
fuerza y belleza del texto de
Séneca se impone al espectador
con todo su lirismo negro
y salvaje. Una propuesta imperfecta
pero arriesgada
hasta dar el vértigo.
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