El deporte y el movimiento obrero socialista

Las críticas que hoy recibe el deporte por sectores
de la izquierda no se corresponden con la
trayectoria histórica que muchos de esos
movimientos imprimieron a inicios del siglo XX.

14/09/10 · 11:38
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Cuando se reinauguraron los
Juegos Olímpicos a finales del
siglo XIX (1896) por empeño del
aristócrata Pierre de Coubertin,
se hizo con una idea de exaltación
del individuo impregnado
por un darwinismo social muy
del gusto de algunas capas de la
sociedad de la época. Sin embargo,
no todo en el deporte fue esa
exaltación de la virilidad y el poder.

Las cuestiones de la salud,
de la buena forma física o de la
eugenesia como un modelo de
regeneración y de perfeccionamiento
del ser humano (y no de
la raza como desvirtuaron algunos
darwinistas sociales y llevaron
al extremo los nazis) formó
parte también del conjunto de
las ideas socialistas. Son muchos
los casos que nos sorprenden
en esta historia del deporte
vinculado al mundo socialista.

Sociedades deportivas

En septiembre de 1914 los socialistas
madrileños, gracias al
impulso de unas incipientes
Juventudes Socialistas, fundan
la Sociedad Deportiva Obrera.
Querían llevar a cabo una renovación
social y una dignificación
de las costumbres de los trabajadores
jóvenes. Este tipo de
sociedades comenzaron a influir
en otras agrupaciones de España.
Entre 1923 y 1931 surgen
sociedades obreras deportivas

en Madrid, Eibar, Guadalajara,
Valladolid y Barcelona. En ese
período se desarrolló en Madrid
la Agrupación Deportiva Natura
y se trató de formar una Federación
Nacional de Educación
Física Obrera. Natura languideció
hasta 1929, año en que se
refundó creando secciones de
fútbol, atletismo y excursionismo.

Con la República recién proclamada,
los socialistas intentaron
incluso la formación de una
liga de fútbol independiente de
la oficial. En Madrid, los trabajadores
de la construcción del barrio
de Cuatro Caminos protagonizaron
innumerables huelgas.
En ese barrio había sido
inaugurado en 1924 el estadio
Metropolitano, campo del Athletic
Club de Madrid. Su masa
social eran muchos de esos trabajadores
concienciados y militantes
de las organizaciones
obreras socialistas y anarquistas.

Cuando en 1936 se produce
el golpe de Estado
contra la
República y Madrid permanece
leal, el Athletic Club de Madrid
es intervenido por socios militantes
del Frente Popular, entre
ellos José Joaquín Sanchís Zabalza.
Muchos jugadores del
Athletic de Madrid combatieron
en los frentes de guerra defendiendo
la República.

Los partidos
que jugó el equipo fueron en
beneficio de la causa republicana,
si bien los resultados no fueron
los esperados. En un partido
celebrado en Mestalla contra el
Valencia a beneficio de las milicias
y organizado por las Juventudes
de Izquierda Republicana,
los colchoneros cayeron por un
apabullante 8-1. Se celebraron
más partidos, pero la realidad de
la guerra hizo que cualquier tentativa
de deporte no se llevara a
efecto.

Se celebraron tres
olimpíadas obreras
oficiales: las de
Fráncfort (1925), Viena
(1931) y Amberes (1937)

A partir de ahí surge una leyenda
negra alrededor del
Athletic de Madrid. En 1937 en
Zaragoza, un militar alcalaíno
golpista residente en Azuqueca
de Henares, Francisco Vives
Camino, promueve la fundación
de un equipo de fútbol, el Aviación
Nacional. Cuando finaliza
la guerra este equipo es fusionado
con el Athletic Club de
Madrid, surgiendo el Atlético de
Aviación. Dos razones movieron
esta idea: por una parte, Vives
Camino era aficionado del Athletic
Club de Madrid antes de la
guerra, por otra, el Franquismo
quiere evitar que alrededor de
un equipo de fútbol surjan sentimientos
de oposición
. El Atlético
era el más indicado para ello,
por la ubicación de su estadio y por la masa social que lo compuso
antes del estallido del conflicto
bélico en España. Algo que
ya sucedía con el FC Barcelona.

Las olimpíadas obreras

Los movimientos que se produjeron
en España están en consonancia
con el movimiento internacional.
En 1913 había surgido
en Gante la Internacional Deportiva
Obrera, de corta existencia
por el estallido de la Primera
Guerra Mundial. En 1920 se
retomó la idea y surgió la Federación
Internacional Obrera
para el Deporte y el Acondicionamiento
Físico, que en 1927 se
refundó como Internacional Deportiva
Obrero Socialista, que
promovió la celebración de las
olimpíadas obreras y de la Olimpiada
Popular de Barcelona, que
no llegó a celebrarse. Pero la
ruptura del movimiento obrero
tras la Revolución Rusa también
se dejó sentir
en el deporte.

La
Internacional Deportiva Obrero
Socialista tenía su rival en la
Sportintern, que celebró a lo largo
de su existencia hasta tres
“espartaquiadas”. A excepción
de las Olimpíadas de Checoslovaquia
(1921), no reconocidas
como obreras al no estar auspiciadas
por la Internacional, o la
Espartaquiada de Moscú (1928),
se celebraron tres olimpíadas
obreras: Fráncfort (1925), Viena
(1931) y Amberes (1937). Al estallar
la Guerra Civil
fracasó la
organización de la Olimpiada
Popular de Barcelona.

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