NUEVAS REGULACIONES EN EL ÁMBITO DE LA CULTURA
En defensa del espacio público

El espacio simbólico de la cultura está sufriendo
un proceso de privatización que trata de relegarnos
al papel de consumidores pasivos. El
movimiento por el procomún reclama nuestro
derecho a habitar este espacio público.

18/07/07 · 17:37
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La plaza es un espacio
singular de la
ciudad, pero en las
grandes urbes la
plaza está siendo apropiada
por los poderes públicos,
que se arrogan derechos
que no les corresponden, o
por el sector privado, que lo
convierte en un espacio productivo.
En el ámbito de la
cultura sufrimos el mismo
proceso. Estamos siendo
expulsados del tejido de la
cultura, recluidos en el espacio
destinado a los consumidores
pasivos.

Sant Jaume, la plaza de
Catalunya o la de Les Angels,
etc. son plazas singulares
de Barcelona. No es raro
ver en Sant Jaume, donde el
Palau de la Generalitat y el
ajuntament tienen sus sedes,
manifestaciones a diario de
prostitutas que protestan
contra la ordenanza cívica o
ciclistas desnudos que reclaman
más carriles. Un poco
más allá, en la plaza de la catedral,
los fines de semana
se reúnen grandes círculos
de gentes bailando sardana.
Y la plaza de Les Angels es
un enorme espacio diáfano
frente al Museo de Arte
Moderno de Barcelona que
los patinadores han convertido
en uno de sus escenarios
preferidos.

La plaza es el lugar para
la espontaneidad, la sorpresa,
el encuentro casual, la
conversación, el debate y el
conflicto. Para encarar a
quienes son distintos de
nosotros y a quienes son
iguales, para encontrar el
contraste y la similitud. El
espacio para el ejercicio de
la creatividad compartida
ante los otros, ya sea bailando,
patinando o... por qué
no, protestando desnudos.

Una noche, mientras un
grupo de amigos charlábamos
en la terraza de un bar
de la plaza de Les Angels, un
grupo de policías cercó a las
decenas de patinadores y les
requisaron sus monopatines.
Esa mal llamada ordenanza
cívica de Barcelona
prohíbe patinar en los espacios
públicos. Al cabo de
unos momentos, la plaza
quedó ocupada únicamente
por los turistas que la cruzaban,
y quienes ocupaban las
terrazas de los bares.
Los espacios públicos de
la ciudad son sometidos a un
doble proceso: la intensificación
y extensión de aquello
que estaba regulado y la
nueva regulación de aquello
que antes no estaba regulado.

Regular es establecer
quién puede y quién no:
quién puede decir y quién
puede hacer. Lo mismo
cuando se trata de regular
en el ámbito de la cultura
que en el espacio público.
Cuando el ejercicio de los jóvenes
patinadores es expulsado
de la plaza, el espacio
es apropiado en ese momento,
convertido en un objeto
para el consumo productivo
de turistas y consumidores.
Perdemos la capacidad para
el ejercicio de esos espacios
públicos. Un proceso similar
a la privatización del espacio
simbólico de la cultura.
Porque la riqueza vital de
las plazas es la metáfora perfecta
para pensar en ese espacio
simbólico que tejemos
a través de la cultura y en el
que también habitamos.
Pero como ocurre con las
ciudades, estamos siendo
expulsados y reubicados en
los márgenes, aunque creamos
que la ciudad digital está
tomada por la ciudadanía:
vivimos sólo un espejismo.

Lo que no estaba regulado,
como determinados usos de
las obras culturales, pasa a
estarlo, y la regulación que
existía se intensifica. El
copyleft y los movimientos
que reclaman el desarrollo
del procomún es la única alternativa
para que los ciudadanos
mantengamos la posibilidad
del ejercicio de la
creatividad compartida. Si la
tendencia actual se mantiene,
seremos expulsados del
espacio público, de las plazas
y las ciudades digitales.
Es tarea nuestra decidir qué
tipo de ciudades queremos
habitar.

ABANICO DE LICENCIAS LIBRES
_ IRENE G. RUBIO
_ En 2002, Creative Commons
(CC), presidida
por Lawrence Lessig,
lanzaba una serie de
licencias que, a diferencia
del copyright,
permiten al autor decidir
qué derechos se
quiere reservar. A lo
largo de estos cinco
años las licencias CC,
por las que el autor
puede dar libertad para
copiar, distribuir, publicitar
y modificar su
obra, se han desarrollado
enormemente y se
han extendido a numerosos
países. Si bien
las CC son las másconocidas, hay una
gran variedad de licencias
libres aplicables al
campo de la cultura.
Así, destacan las licencias
hermanas de la
General Public License
(GPL) -desarrollada en
los '80 por la Free Software
Foundation para
proteger el software
libre- como la Licencia
de Documentación
Libre (que usa la Wikipedia)
o la Open Audio
License, para designar
música de uso libre.
También existen iniciativas
españolas, como
Licencia de Música
Libre (LML), más específica
y que regula diferentes
usos de las canciones;
o las licencias
de ColorIuris, un sistema
que se basa en
modelo continental
derechos de autor
diferencia de CC,
parte del modelo
anglosajón).

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