El sound system ha sido la unidad de difusión de la música popular urbana de Jamaica, desde los acetatos que testaban ante el público los
primeros ska hasta la más explícita lírica del dancehall reggae actual.
Texto de David Vilches
A la hora de sentar las bases del
dancehall, el primer error sería
definirlo únicamente como un
estilo musical; porque, como el
jazz o el dub, el dancehall trasciende
la categoría de estilo para
abrazar la de concepto. Es una
forma de entender la música
–plasmada en diversas corrientes
a lo largo de su historia– genuinamente
jamaicana y exportada
al resto del planeta. Su significado
literal es el de “pista de
baile”, ya que está ligado a la célula
básica original del sonido jamaicano,
el sound system.
Desde los ‘50, con la invasión
de la música negra llegada a
Jamaica desde los EE UU, ir al
sound, al dance o al dancehall
significaba gozar de las últimas
novedades llegadas del continente
y participar de la enconada
competencia entre los diferentes
sound systems que llenaban
el aire nocturno con miles
de vatios de potencia. Ahí nacieron
las primeras formas de ska y
rocksteady y fue el banco de
pruebas de la naciente industria
discográfica de la isla: se pinchaban
canciones grabadas en acetatos
exclusivos (dubplates) para
contrastar la acogida que tenían
entre el público antes de su
edición discográfica. Y también
fue el ámbito para el nacimiento
del reggae y para que saltaran a
la palestra un aluvión de DJ; porque
en Jamaica ese término cobra
el sentido original de “aquel
que cabalga sobre el ritmo”, esto
es, quien rima con ritmo, a menudo
improvisando sobre las
alegrías y penurias del gueto, un
claro precedente del rap estadounidense.
La versión o reciclado
de canciones y bases antiguas
ya estaba implícita en el
dancehall, como también lo estaba
el dub, otro concepto definitivo
para la música del planeta
en los últimos 50 años.
A finales de los ‘70 el concepto
se concretó en estilo, a medida
que el reggae, sin perder sus
trazos básicos, se convertía en
otra cosa, más centrada en el ritmo,
más carnal... y dejando progresivamente
los contenidos espirituales
para volver a focalizarse
en el baile. Con el nuevo
dancehall, marcado especialmente
por productores como
Henry “Junjo” Lawes y bandas
como Roots Radics –que practicaban
un reggae de rítmica más
densa y amenazante–, llegaban
también los contenidos explícitamente
sexuales como Bathroom
Sex (1980), de General
Echo, o de carácter violento, las
llamadas gun lyrics, como Gunman
(1981), de Michael Prophet
o M16 (1982), de Lone Ranger,
que reflejaban la creciente agresividad
que se vivía en las calles
de Kingston. Se dice incluso que
el partido conservador Jamaican
Labour Party, triunfante en las
elecciones de 1980, movió los hilos
para acabar con los contenidos
revolucionarios del reggae.
La ganja empezaba a perder
fuerza como inspiradora musical
frente a la cocaína y el crack,
y Bob Marley moría en 1981, cerrando así una etapa irrepetible.
En 1985, el dancehall daría un
paso más con la confección por
parte del productor Prince Jammy
del primer tema íntegramente
digital, Under Me Sleng
Teng, de Wayne Smith. Esto supuso
el abaratamiento de los
costes de producción y una nueva
forma de hacer música en
Jamaica, cada vez menos parecida
al reggae setentero, para
convertirse en su versión moderna,
minimalista y compulsiva.
Esta tendencia continuó con los
años plasmándose en letras más
oscuras hasta el resurgimiento
comercial del reggae en los primeros
‘90. Desde entonces, éste
sigue triunfando de puertas
afuera pero la escena “interior”
respira dancehall, y uno y otro
han compartido formas y contenidos
como dos caras inseparables
de una misma moneda.
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