Homotextual

En los dos últimos años las creaciones de danza y danza/teatro sobresalen en el conjunto de los espectáculos seleccionados para girar en el circuito anual de la Red de Teatros Alternativos.

En 2010, pudimos ver en Madrid trabajos muy ricos, algunos comentados en las páginas de Diagonal, que expresaban visiones de mujeres sobre las relaciones en la diferencia, la soledad afectiva y artística, las distintas formas que puede tener una familia, como A dos centímetros del suelo, de Anuska Alonso y Mar López, Menos uno, de Rut Balbis o Manuales de saliva, de Gema Díaz.

Hubo también dos trabajos de coreógrafos que escarbaron desde el drama o la ironía en la marginación de las personas diferentes y en la crítica de los estereotipos sexuales, U. L. Inmerita Solitudo, de Roberto G. Alonso, y Un poyo rojo, de la compañía argentina del mismo nombre.

En 2011, en la muestra concentrada Madrid en Red, del 9º Circuito, nuevamente sorprendieron las propuestas de danza.

Ironías “intertextuales”

Desde Costa Rica vino al Espacio DT el solo Homotextual, creado por el veterano coreógrafo Francisco Centeno y el bailarín Adrián Figueroa en el espacio artístico Gráfica Génesis, de San José, que juega con el doble sentido y la ambigüedad implícitos en su título.

Es un personalísimo cara a cara con un bailarín de falda escocesa sobre malla roja, que constantemente te mira a los ojos, te invita a compartir sensualmente un plátano, o cuenta con sencillez su opción afectiva y vital de homosexualidad, ironizada con una retahíla de paradojas (“Creo en el amor a primera vista, pero soy miope”; “soy narcisista pero autodestructivo”; “me gusta el sexo seguro, pero soy sexualmente inseguro”…) Y al mismo tiempo, es una jovial invitación a participar en el juego de cuestionar las etiquetas e identidades impuestas, los “textos”, simbolizados por una gruesa capa de páginas de periódicos picadas que es la pista de baile de esta rebeldía: entras a la sala con pegatinas diferentes de “homo” y “textual”, en algún momento del baile eres invitado a dar palmas y a gritar tu etiqueta al ritmo de música disco. El intenso e incesante baile escénico recibe un sugerente contrapunto de sus imágenes filmadas, en blanco y negro y trabajadas como paralelismos plásticos.

En Apple Love, presentado en la Sala Lagrada, el coreógrafo Iker Gómez con su compañía Teatro Físico (Barcelona) consigue una fresca ironía “inter- media” de la reducción del discurso amoroso tradicional a jerga y objeto de consumo, a través de una sucesión de videoclips que presentan los diversos números del espectáculo, subtitulado “Las 9 revelaciones del siglo XXI sobre el amor total”, y grabaciones caseras de un karaoke popular de canción romántica; sobre y contra estas imágenes interactúan en diversas combinaciones los bailarines Rut Balbis, Gemma Galera, Maxime Iannarelli y el propio Gómez, que ejerce además de presentador del “show”.

La sátira del emparejamiento se extrema en el paralelismo de imágenes de pollos y gallinas y sus estilizaciones en los movimientos y cacareos de los artistas. En contrapunto con este continuo grotesco, en un pasaje las bailarinas hacen un dúo de deseo y añoranza estremecedores con la música de Je te croi entendre encoré, de Bizet, distorsionada.

Triangulaciones

En la sala Pradillo, la citada artista gallega Rut Balbis y su compañía Pisando Ovos mostraron Tres, un intenso trabajo de relaciones de mujeres. Es un triángulo de amigas, amantes, hermanas, hecho con la riqueza que aportan las combinaciones y movimientos de tres bailarinas de físicos y estilos muy diferentes, Balbis, Andrea Quintana y Janet Novás, que se despliegan a través de una serie de juegos de seducción, complicidad, servidumbre, aislamientos y alianzas, explorando con sus cuerpos y acciones profundas zonas del afecto y el deseo. Diálogos del aliento en la piel de vientre y pechos desnudos, caricias de los dientes que levantan cuerpos y palabras de quien busca también sus límites en medio del racimo.

En la sala Triángulo, desde Sevilla volvieron a Madrid el andaluz Guillermo Weickert y su compañía de danza con su premiada creación Días. Pasan. Cosas (2009). El propio coreógrafo junto a los bailarines María Cabeza de Vaca y José María Sánchez proponen una estructura cinético/teatral del encuentro de tres amigos / amantes en una vivienda, en torno a una mesa en la que en algún momento cenarán.

Inspirado en la extrañadora mirada del francés Georges Perec sobre la vida cotidiana, el montaje hilvana una sucesión de acciones, monólogos, diálogos e imágenes que ofrecen estampas mínimas de una rica gama de sensaciones, emociones y recuerdos, desde un trío de carcajadas, un catálogo personal de definiciones vitales de palabras, el inventario de lo que uno ha comido durante un año, hasta el irónico acontecer en escena de algo que se supone que está ocurriendo en una película o los sonidos y distorsiones interiores de tres personas mientras comparten una mesa. Es un ejercicio de ver(nos) y sorprender(nos) en los fragmentos ínfimos que componen nuestra vida, ampliados y distorsionados desde un baile y un movimiento rico en contrastes, abierto a la ironía y al lirismo.