Colores cálidos que no lo son tanto

El cómic 'El azul es un color cálido' de Julie Maroh aborda el reto de la representación del amor entre chicas.

18/07/13 · 8:00
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No hay nada como un premio internacional para que tu vida cambie de la noche a la mañana. Este es el caso de la autora del cómic El azul es un color cálido. Julie Maroh dedicó cerca de cinco años a componer esta historia de amor “apasionado y apacible”; un cuento iniciático ideado a los 19 años que ha funcionado certeramente como despertador de conciencias, además de como relato romántico. Publicado en España por la editorial Dibbuks en el año 2011 –el mismo año en el que ganó el premio del público en el Festival del Cómic de Angoulême–, este cómic es un cuento de amor entre chicas que, pese a seguir pasando desapercibido en nuestro país como novela gráfica, parece destinado a convertirse en un símbolo, una bandera. La razón va más allá del cómic y tiene en el presente legislativo de la república francesa uno de sus principales impulsos. Ligado a la circunstancia histórica que supone que el Consejo Constitucional de Francia aprobara el pasado 17 de mayo la ley que regula el matrimonio y la adopción homosexual –una ley que responde a la promesa electoral del presidente François Hollande y que ha suscitado respuestas en contra desde los sectores más conservadores de la sociedad francesa– está el hecho de que la película del director de cine tunecino Abdellatif Kechiche, La vida de Adele, fuera premiada en el pasado Festival de Cannes con la Palma de Oro. La obra fílmica cuenta la historia de amor entre dos chicas; el cómic de Maroh es la inspiración de este relato. Dado el contexto político, el premio ha llegado a ser considerado una heroicidad pues pocos confiaban en que un jurado presidido por Steven Spielberg se decidiera por una apuesta “peligrosa, difícil y vanguardista”.

Ya en la presentación de su libro en Madrid, Julie Maroh comentó que habría película de El azul es un color cálido. Consciente de que no solo dejaba a los ojos de otra persona su intensa historia, sino que, además, y como ocurre cuando cualquier obra es publicada (y leída), son otros los que la siguen, completan, terminan… a través de sus infinitas lecturas. ¿Calculaba entonces lo que podría suponer la versión cinematográfica de su cómic? Dos años después, la autora de este despertar a “un amor eterno” –que una de sus protagonistas define en las páginas del cómic como una “mezcla de paz y fuego”– ha querido hacer llegar su decepción en lo que a la representación del sexo lésbico se refiere en La vida de Adele.

En una nota titulada El color original Maroh afirma que, como escritora, entiende el afán de coherencia de su director, Abdellatif Kechiche, con el resto de su obra; sin embargo, “como lesbiana, me pareció que faltaba algo en la pantalla: lesbianas”. Maroh ha manifestado en otras ocasiones su preocupación por la banalización de la homosexualidad en los relatos de ficción –recientemente ha participado en la antología “17 de mayo: 40 diseñadores contra la homofobia”. Desde su perspectiva, feminista y autoconsciente, considera que las escenas de sexo de La vida de Adele “no son realistas; más bien responden a una lógica pornográfica mainstream de lo que se entiende por sexo lésbico”. Representaciones que “la mirada heteronormativa no termina de entender” y que los colectivos gay y queer consideran “ridículas” por “poco convincentes”.

Visibilidad, sí, ¿pero de qué tipo? Julie Maroh opta en el cómic por una mirada honesta, comprometida; pero con margen para la duda. “La sexualidad como un bien social, o como lo más íntimo que existe” plantea en sus páginas. El cuerpo como campo de batalla de la definición, ¿de la disolución del género? Un relato de novata que recuerda todo lo que se podía escribir en un diario de adolescente. Tinta y carne. El primer tatuaje hecho demasiado pronto; demasiado bien.

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comentarios

1

  • |
    Zingarina
    |
    01/11/2013 - 12:57pm
    Llevo días observando los comentarios sobre la representación de la sexualidad -lésbica- de la adaptación de esta novela gráfica. Este comentario va con la intención de&nbsp;aprenhender&nbsp;la relación&nbsp;&nbsp;entre representación artística y conciencia política, pero sobre todo con la intención de aclarar&nbsp;mi contradicción como feminista con&nbsp;la conciencia feminista que refleja el pensamiento de Maroh. Cuando la autora dice que las escenas de sexo de La vida de Adele &ldquo;no son realistas (...) sino que&nbsp;responden a la&nbsp;&nbsp;mirada heteronormativa&rdquo;, -y sin a ver visto la película lo pregunto-, &iquest;qué&nbsp;hace, exactamente,&nbsp;que&nbsp;la representación sea heteronormativa?, parece que la autora da como respuesta: una &quot;lógica pornográfica <em>mainstream&quot;,</em>&nbsp;me imagino entonces que se refiere a que son imagines construidas predominantemente por la imaginación patriarcal sexualizada, (imaginación por cierto&nbsp;que se impone&nbsp;a todo lo mirado, sexual&nbsp;y no sexual) donde&nbsp;dos mujeres &quot;follando&quot;&nbsp;sirven como un objeto, pasivo, para recrearse en excitación, y lo&nbsp;bueno en este caso es que lo que sirve de recreo&nbsp;son mujeres, si, mujeres sujeto activo de su propio deseo, entonces, &iquest;porque molesta este sexo&nbsp;que representa mujeres&nbsp;libres, activas y&nbsp;dueñas de su corporalidad?, &iquest;y si esta misma escena hubiera sido protagonizada por hombres?; o &iquest;sería menos molesto si esta representación hubiera sido creada por una mujer?, &iquest;si hubiera sido una mujer lesbiana la realizadora de la pelicual hubiera resultado menos &quot;pornográfica y mainstream&quot;?.
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