Cine sin autor, el cine inmediatamente futuro

El cine sin autor cuestiona conceptos como la propiedad de la película o si es posible realizar un cine colectivo que también comparta el proceso de producción y exhibición de los filmes. El colectivo Cine sin Autor explica en DIAGONAL qué principios rodean a esta experiencia creativa.

21/07/09 · 21:07
Edición impresa

Texto del colectivo Cine sin Autor

Este año, la editorial Uqbar y el
Festival de Cine de Valdivia publicaron
un libro del crítico
australiano Adrian Martin llamado
¿Qué es el cine moderno?
donde lanza en su capítulo titulado
“Título de propiedad” la
siguiente reflexión: “Aunque a
ciertos directores les resulte
psicológicamente traumático
enterarse de que no son el centro
del universo, muchos de
nosotros, sea en calidad de espectadores,
cinéfilos o críticos,
tenemos una curiosa y paradójica
relación de amor-odio con
la idea convencional de autor
(…) debemos establecer conexiones
entre los filmes que no
dependan siempre de la presencia
de un ‘nombre’ que los
legitime. ¡Debemos descubrir
las películas sin autor!”.

Las personas que conocen
nuestro trabajo sobre el cine
sin autor (CsA) y la ‘sinautoría’
como método de realización y
teoría, entenderán que nos
quedemos pensando por qué
un libro que analiza una serie
de autores que han determinado
la modernidad cinematográfica
pueda hacerse esta pregunta.

Y ya que llevamos unos
años escribiendo y poniendo a
prueba la posibilidad de una realización
sinautoral, el libro
nos deja una incertidumbre: o
este tipo de reflexiones sobre
el cine se detienen demasiado
en el pasado inmediato o desde
el CsA estamos reflexionando
demasiado sobre el cine inmediatamente
futuro.

Qué es el CsA

El cine sin autor es un modo de
realización socio-cinematográfico
que busca crear películas a partir de personas y colectivos
de la sociedad que no suelen
aparecer en imágenes fílmicas,
ni están relacionados con la
producción fílmica o audiovisual
en general, buscando que
se vean modificados por la
construcción de la representación
fílmica que producen. Nos
preguntamos acerca de la utilidad
social, emocional, cultural
y política de los objetos culturales
que creamos: ¿Para quién
trabajamos?, ¿para que lo vea
quién, cómo y dónde?, ¿para
que produzcan qué efectos en
quiénes?, ¿para que usen de qué
manera la obra que ofrecemos?

El equipo de realización sinautoral
no establece una relación
de propiedad sobre el capital
fílmico para beneficio propio,
sino que colectiviza progresivamente
todo el proceso de
producción y exhibición. Se trata
de una apuesta de realismo
social extremo que pretende
hacer explosionar el cine como
obra cultural capitalista, como
acto individual autista y narcisista
del artista o grupo de artistas,
como exhibicionismo autoral,
cuestionando la medida
de eficacia basada en cantidad
de público, audiencia u otros indicadores
de rentabilidad económica
para quienes financian
la obra y la distribuyen. Decimos
que una película de CsA
es realista cuando el sujeto social
de un film lo dota de realidad,
lo interviene, lo okupa, habiendo
adquirido la capacidad
de decidir sobre todo sus momentos
de creación.

Manifiesto desde y para una
práctica cinematográfica

El pasado mes de noviembre publicamos
el Manifiesto de Cine
Sin Autor
, versión 1.0 (Centro de
Documentación Crítica de Madrid),
un intento de reconceptualización
de la cinematografía
habitual, en el cual hablamos de
“hacer cine con y desde la realidad,
desde los residuos que va
dejando el capitalismo y con plena
intención de devolverlos a la
conciencia audiovisual de nuestro
mundo”.

Entendemos el CsA como una
“circunstancia social de creación”.
Provocamos una crisis en
lo normal social de un grupo de
personas concretas para iniciar
desde ella una creación sin jerarquías
y con libertad a través
de un proceso de película.

Actualmente llevamos en
marcha dos procesos, la experiencia
Humanes de Madrid y
la experiencia Sinfonía Tetuán.
En la primera, propusimos en
febrero de este año a un grupo
de jóvenes de 17 a 21 años de
la localidad de Humanes de
Madrid si aceptaban el desafío
de hacer una película propia
desde ellos y ellas. La reflexión
sobre sus vidas y su imagen fílmica
que surge durante las sesiones
de discusión y el rodaje
son siempre grabadas para luego
ir incorporándolas en los
documentos fílmicos y devueltas
una y otra vez a este grupo
para que la intervengan y modifiquen
según su particular
punto de vista y necesidades de
representación. Hablamos justamente
de películas en making
on
, ya que cualquier material
audiovisual obtenido en
el transcurso de las sesiones
podría ser incluido en la película
final.

Las personas y los barrios
tienen derecho a autorretratarse.

¿Cómo lograr un retrato
visual y sonoro colectivo del
popular barrio madrileño de
Tetuán con la participación
activa de sus habitantes?
Partimos de cinco piezas musicales
y cinco temas a filmar
(capital, natural, movimiento,
migraciones y vida). Retratos
silenciosos de sus habitantes,
ruidos, obras, atascos, parques:
vida en flujo, en fin. Lo
rodado es devuelto al barrio a
través de exhibiciones públicas,
en un proceso constante
que constará de tantas piezas
como individualidades o colectivos
están queriendo involucrarse
en esta Sinfonía.


Antecedentes del Cine sin Autor

Mencionaremos brevemente cuatro de las que consideramos
como más significativas:

1) El cine tren de Alexander Medvedkin
que recorría fábricas rusas con su laboratorio instalado
en un tren. En el propio relato de Medvedkin podemos leer:
“Utilizamos el cine documental, la crónica no como una información
pasiva, sino como una intervención activa y crítica.
Nuestros cameramen recorrían las fábricas, o las minas, o
donde fuera, y descubrían allí que el plan se cumplía en un
40%, que los obreros se iban, que el jefe no era capaz de
nada y que se emborrachaba, que los equipos estaban rotos,
y cosas por el estilo”.

2) La cinematografía del boliviano
Jorge Sanjinés, sobre todo a partir de la película El Coraje del
Pueblo
aportó los métodos reconstructivos y la incorporación
en el rodaje de la población indígena. La impecable calidad
de varias de sus películas constituye una de las experiencias
más profundas del cine de lo político y del cine político del
siglo pasado.

3) El mayo francés del 68 arroja muchas luces
para nuestra práctica. La irrupción de esta sublevación provocó
una verdadera crisis en muchos cineastas, quienes tomaron
la decisión de explorar un cine sin firma personal. La figura
de Medvedkin curiosamente aparece otra vez más en la
historia del cine, pero ahora como apellido de grupos de cine
corporativo, que mezcló en su producción a cineastas y obreros
sin distinción de jerarquía alguna.

4) La otra referencia es
la del portugués Pedro Costa. Un caso personal pero muy significativo
de la cinematografía actual que abandona su trabajo
vinculado a la industria del cine y comienza una migración
personal y cinematográfica con una pequeña Panasonic digital
vinculándose estrechamente al barrio en proceso de desaparición
de Fontainhas.

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