14º Edición del festival de cine africano en Barcelona
Cine africano, entre el apego a la realidad y la precariedad de medios

Barcelona acogió entre el 6 y el 12 de noviembre, el XIV Festival de cine africano; más de 25 películas han representado a diez naciones del continente. También se ha asociado a esta muestra de cine Colombia, como relevante país de la diáspora africana.

24/11/09 · 17:54
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Una escena de Ramata

El festival representa una puerta abierta a una realidad totalmente distinta a la nuestra. Por primera vez ha rendido homenaje a un cineasta del norte de África, Moustapha Derkaoui, uno de los pioneros del cine marroquí, con la presentación de varias películas de su última etapa, entre ellas Casablanca by night (2003) y Les amours del Hadj Mokhtar Soldi (2001). También hemos podido apreciar el trabajo de directores como Léandre-Alain Baker, Adama Drabo o Mama Keita.

Con un patente tono político-social y de denuncia, el festival ha permitido al público acercarse a un continente marcado por estigmas y prejuicios, adentrarse en la cotidianidad de su población y sensibilizarse con las técnicas novedosas empleadas por sus realizadores.

Las temáticas han sido muy variadas, todas impactantes, y entre las más llamativas pueden citarse el cambio de las relaciones entre África y Occidente a consecuencia del atentado del 11-S; el difícil retorno de los intelectuales y científicos formados en el exterior; el arraigo de ciertas costumbres como el sacrificio de albinos; o incluso el lazo estrecho entre la reciente literatura africana y el cine. Cada una de las películas expuestas ha evidenciado las diferencias de estilo que existen entre el cine africano y el de países ricos. Mientras que las producciones occidentales apuestan por el impacto visual y el ritmo frenético, los cineastas africanos se concentran en el diálogo, en las personas y las costumbres. Cuando los directores europeos saturan sus películas de músicas y efectos estruendosos, los cineastas africanos optan por el silencio como elemento importante de la trama. Y no todo se debe a la diferencia descomunal entre los presupuestos: si hay algo que deja claro este festival es que el cine africano alberga distintos valores y otras funcionalidades. Aquí no sólo se habla de entretener al público o de vender masivamente, sino también de educar o de cambiar la sociedad. Por eso, el cine africano ha de mirarse con otra perspectiva, con otros ojos, porque es el transmisor de una estética y una cultura diferentes.

Preguntada sobre la financiación de las películas y el futuro de la industria del cine africano en general, Marie-Elène Valpuesta, miembro de la asociación que organiza el evento, Ull Anónim, revela su preocupación por la falta de apoyo de organismos locales y de los propios Estados. La industria del cine africano, debilitada por las inexistentes estructuras de formación, la escasa financiación de las administraciones y la piratería, obliga a los cineastas a formarse en el exterior y a buscar redes de distribución en Europa. La gran mayoría de las películas se autofinancian. Sólo dos países (Marruecos y Sudáfrica) subvencionan las producciones internas. En ese contexto, la Muestra de Cine Africano de Barcelona no sólo se revela como una forma de descubrir el rico universo africano, sino también como una oportunidad para los artistas de ese continente de exponer y difundir sus obras.

Homenaje a Moustapha Derkaoui

Por primera vez en el festival africano un cineasta magrebí ha sido homenajeado. Moustapha Derkaoui es considerado como una figura imprescindible del panorama cinematográfico marroquí por su trayectoria inusual y el carácter único de sus obras. Nacido en Oujda en 1944, empezó sus estudios de arte dramático en Casablanca, para seguir en Francia y Polonia. Su gran productividad en los años ’80 y ’90, su gusto por la experimentación y su arriesgado manejo de la cámara, le han dado a lo largo de los años un lugar muy destacado en la industria de su país. Desde 2000, el cineasta se dedica esencialmente a realizar películas para el gran público, rompiendo con su anterior fase experimental.

La muestra nos ha dejado apreciar un estilo muy particular, osado y sensible, que nos incita a conocer e indagar en otros aspectos de la cultura marroquí. En Casablanca by night (2003) Moustapha Derkaoui describe el esfuerzo de una muchacha adolescente para financiar la operación de su hermano y retrata con humor un mundo nocturno repleto de necesidades, infidelidades y vicios. La pérdida de la inocencia es el tema principal de una trama en la que se topan los extremos: la pobreza y la nobleza, el baile placentero y el baile por la supervivencia.

Ramata (2009) de Léandre-Alain Baker

Sin duda, una de las mayores revelaciones ha sido la adaptación de la novela del escritor Abasse Ndione, Ramata. La protagonista principal es una mujer casada, refinada y poderosa, que, a los 50 años, se enzarza en una relación adúltera. Su matrimonio con un distinguido ministro se ha transformado en una cárcel cuya mayor consecuencia ha sido transformarla en mujer-objeto y apagar por completo su deseo.

En la vida de Ramata, el director Léandre-Alain Baker ve los fundamentos de una mujer representativa de África, que desea seguir viviendo pero que siente el peso de la sociedad y de las costumbres. A través de ella, nos presenta un mundo en el que conviven lo visible y lo invisible, una sociedad de máscaras y deseos contenidos. Gracias a la actuación de la modelo Katoucha Niane (ex-musa de Yves Saint-Laurent, muerta pocas semanas después del rodaje), el personaje de Ramata llega a coger una medida increíblemente cautivadora y fogosa. Ramata es fuego y elegancia, dulzura y resolución. Pese a las dificultades de rodaje y de financiación, la película del director y escritor congoleño ha llamado la atención del público por su calidad, el enlace que supone con la nueva literatura africana y la presencia de una modelo comprometida con su continente y muerta trágicamente.

Fantan Fanga (2009) de Adama Drabo

El compromiso del director Adama Drabo se ve expuesto desde los primeros momentos en la película Fantan Fanga. Con un tono abiertamente crítico, nos desvela a través de una investigación policial delicada el caso de un asesinato de albino en Malí en el transcurso de unas elecciones nacionales. Enfrentados a los poderes políticos del país y otros intereses, los inspectores comprueban con indignación la persistencia de creencias y supersticiones mágicas, rituales y prácticas secretas que tienen como principal víctima a los albinos.

Una trama intensa y una actuación de calidad son las responsables del éxito de esta película, que desvela crudas y desconocidas realidades de Malí: la autoridad policial, la corrupción y otros asuntos políticos. Sin duda, podemos hablar de una referencia del cine africano en el que han quedado plasmados el humanismo y el deseo de justicia de su director.

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