Cinco rostros para un técnico

Exhausto, harto de interpretarse a sí mismo, José Mourinho dice adiós a las tablas de la Liga.

30/05/13 · 8:31
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Desaparece el personaje que durante tres temporadas ha sido el protagonista absoluto de la tragicomedia del fútbol español. Dicen que se muda a Londres. Suponiendo que la suya sea una figura poliédrica, crítica y público han disfrutado con cinco de sus caras y vislumbran hoy una suerte de epílogo.

Antagonista. Javier Marías lo llamó “el triste que todo lo contamina”. Y hay que reconocer que el entrenador portugués estuvo muy convincente en el papel de perdonavidas desabrido, siempre con un mal gesto con el que dar a entender que nos estaba haciendo un gran favor con su mera presencia. Su repertorio de muecas, relatos sobre las circunstancias de su ombligo y desaires varios cautivó a la prensa. Construyó un antihéroe a la altura de las circunstancias, esto es: a la altura del tándem de la mesura y el buen gusto formado por Pep Guardiola y Tito Vilanova. “De Pito Vilanova, o como se llame, no tengo nada que contar”, dijo Mourinho en una de sus escenas más recordadas.

Traductor. Sabido es que en el mundo del fútbol para calumniar al entrenador rival se echa mano de los más variados oficios. Pellegrini fue “el ingeniero”; Guardiola, “el filósofo”, y Mourinho, “el traductor”. Con esta descalificación inadmisible se hacía y se hace en Barcelona escarnio del papel que el técnico desempeñó cuando fue ayudante de Bobby Robson en el Barça, a finales del siglo pasado. Como entrenador del Madrid, sus visitas al Camp Nou en los últimos tres años le daban un aire taciturno. Con corbata de nudo flojo y aspecto desgarbado, parecía un secundario que ha querido desempeñar un papel que no le corresponde, un eterno desclasado.

Colega. ¿Y si Mourinho no fuera el villano de la historia? Creada la duda, el capítulo de su enfrentamiento y reconciliación con Manolo Preciado cuando éste era entrenador del Sporting dibuja un personaje complejo. A modo de resumen: Preciado y Mourinho se dijeron de todo, Mourinho reconoció más tarde el trabajo de Preciado en el Sporting y Preciado, cuando se quedó sin equipo y quiso conocer los métodos de otros técnicos, visitó al portugués en Valdebebas. Una imagen de ambos sonrientes da fe del encuentro entre colegas. En junio de 2012, Preciado falleció de un ataque al corazón y Mourinho dejó escrito: “Él tenía todo aquello que me gusta de las personas y de los deportistas: carácter, transparencia y valor para luchar contra los golpes, que fueron cruelmente duros en su caso”.

Tutor. El episodio de Preciado vino a recordar que Mourinho era “un hombre de fútbol”, un tipo que, en el fondo, parece haber dado con la clave para obtener el máximo rendimiento de los equipos a los que ha entrenado. Esta versión en chándal alimentó buena parte de su prestigio entre la afición madridista, que siempre ha tenido por consentidos e inanes a algunos de sus jugadores. Mourinho era la solución perfecta: les contagiaría la máxima presión pero nunca los abandonaría. Sin embargo, esta interpretación comenzó a dar síntomas de agotamiento con los choques públicos del técnico con algunas figuras sagradas del Madrid. Al final se invirtieron los términos y el grupo, en lugar de presionado y protegido, parecía tan sólo desquiciado. Casi tanto como su técnico en sus momentos más sobreactuados.

Liquidador. Llegado el momento de la despedida, reapareció la versión más agreste. Los críticos se entusiasmaron de nuevo con este hombre malencarado, rodeado de un grupo de fieles, siempre dispuesto a arrojar al vacío a los que no comulgaran con sus ruedas de molino. No hacía prisioneros. A su paso sólo dejaba tierra quemada. Era la reencarnación del rey de los Hunos. En fin, todo bastante excesivo. Puede que sólo quisiera causar baja voluntaria porque no soportaba otro año más en la oficina de Florentino Pérez. Si es así, lo logró y camina ya hacia la historia del madridismo, que diría el propio Florentino.

Epílogo. Concluido su trienio en la Liga, ‘Inagotable Mou’ se enfrentará a nuevos retos en la escena londinense. Todos los indicios apuntan a que entrenará al Chelsea la próxima temporada. Allí ya demostró que se puede ganar todo sin jugar a nada.

Desde la distancia lo veremos salirse del área técnica de Stamford Bridge, menospreciar a cuatro periodistas de Manchester y ausentarse de seis ruedas de prensa. Se alejará como si no hubiéramos convivido con él durante tres años. Pero no lo echen de menos… volverá. Sólo ejerce una versión moderada del derecho a irse.

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comentarios

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    Fer12
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    30/05/2013 - 8:50pm
    A muchos lectores de Diagonal no nos interesa leer sobre deportes, ya estamos saturados, especialmente de fútbol.
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    Fer12
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    30/05/2013 - 8:40pm
    Creo que somos muchos quienes no queremos deporte también en Diagonal, y menos fútbol. Gracias
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