"EL GUIONISTA DE ""OLVÍDATE DE MÍ"" DIRIGE SU PRIMERA PELÍCULA"
Caos Kaufman

Charlie Kaufman, guionista bizarro mimado por
Hollywood, especialista en aderezar sus obsesiones –la
memoria, la identidad, el proceso de creación...– con un
humor descacharrante, por fin se atreve con la dirección.
El resultado, ‘Synechdoque, New York’.

30/10/08 · 0:00
Edición impresa
JPG - 13.2 KB
AUTOBIOGRAFÍA. El universo de Kaufman está poblado de alter egos, guionistas desdoblados y escritores en crisis.

El 9 de octubre Sitges
no podía disimular
su ansiedad. No era
para menos. Por la
alfombra de su festival pasearían
las últimas propuestas de
quienes formaran uno de los
tándems más renovadores del
anquilosado cine ‘independiente’
americano. Michel
Gondry, realizador de videoclips
musicales en los que ha
colaborado con Bjork o Radiohead,
y Charlie Kaufman,
el guionista más influyente de
la última ola de cine estadounidense,
la última esperanza
para un colectivo desatendido
que en el último año ha paralizado
la industria cinematográfica
tras convocar una histórica
huelga que se prolongó
durante más de tres meses.
De la colaboración entre
ambos nacieron dos obras
personalísimas, periféricas,
de idéntica calificación que
aquellas otras dos realizadas
por Kaufman junto a otro de
los actuales gurús del videoclip,
Spike Jonze.

Kaufman, tras visitar un indiferente
Cannes, acudió a
Sitges para presentar la que
es su primera película como
realizador, Synecdoche, New
York, en la que un director
teatral naufraga en su vida
privada mientras trata de llevar
a escena su megalómana
y definitiva obra. Su cine recurrentemente
se puebla de
los mismos personajes, normalmente
masculinos, atormentados,
obsesionados con
la soledad y con los procesos
creativos; incomprendidos,
acomplejados, verdaderos
perros verdes en los que el
guionista vuelca sus propias
obsesiones como autor. “Hay
mucho de mí en lo que hago”,
respondió durante la rueda
de prensa.

Mientras se apagan las luces
se recuerdan sus primeros
trabajos televisivos de
principios de los ‘90. De éstos,
numerosos, destaca su colaboración
en la delirante serie
Búscate la vida, en cuyos
guiones ya se deja entrever el
humor surrealista de sus posteriores
propuestas. Como
ejemplo, el episodio en el que
el protagonista viaja, una y
otra vez, al pasado para tratar
de impedir que un amigo sea
expulsado de la policía por
orinar en los pantalones de su
superior. Aquellas lluvias trajeron
estos lodos.

Comienza la proyección.
Synecdoche resulta convincente
durante su primera media
hora, al igual que con sus
anteriores guiones, en los
que, tras un planteamiento
absorbente, la trama se acababa
diluyendo entre artificios
e inconsistencias. Recuerdo
los primeros 30 minutos
de Cómo ser John Malkovich.
Surrealistas, disparatados,
geniales, en los que
Kafka, Ionesco y Lewis Carroll
parecen haber coincidido
en un universo manejado
por Terry Gilliam. Nominaciones
y premios confirmaron
su talento, permitiéndole seguir
siendo fiel a su personal
estilo cargado de situaciones
ilógicas y gusto por el feísmo
y la ridiculización empática y
amable de sus protagonistas.

Con tales mimbres fabricó
la fallida Human Nature, su
primera colaboración con
Gondry. Película de sobremesa
en la que un científico
acomplejado y una naturista
involutiva encuentran a un
hombre-mono a quien tratan
de ‘civilizar’. Desafortunadamente,
el guión apenas bebe
de referencias filosóficas o
antropológicas. Una pena,
asegurarían Truffaut y Herzog.
Pero Kaufman necesitaba
seguir sorprendiendo y en
2002, de nuevo junto a Jonze,
presenta Adaptation (El ladrón
de orquídeas). El protagonista
esta vez es –para qué
andarse por las ramas– él mismo.
El resultado es un intento
de metacine en el que se reflejan
sus propias inseguridades
y patetismos. De nuevo nominaciones,
loas y premios.

Una hora de Synecdoche,
New York: el protagonista decide
llevar a escena su propia
vida con actores en los papeles
de él mismo y sus allegados.
La película resulta ser
una sinécdoque del propio
Kaufman, una parte que deja
entrever el todo, una nueva
vuelta de tuerca a sus propios
fantasmas.

“Me quedo con Olvídate de
mí”, se murmura desde alguna
butaca. Y es que, tras arredilar
parte de su creatividad
en el guión, castrado por
George Clooney, de Confesiones
de una mente peligrosa,
Kaufman, de nuevo con
Gondry, realiza en el 2004
quizás su mejor película, la
más sincera, la menos vacía,
mostrando a dos personajes
tarados emocionalmente que
para olvidarse de una relación
amorosa turbulenta deciden
borrar los recuerdos de quien
fuera su pareja. Narrado invirtiendo
el orden cronológico,
como acababa de hacer
Nolan en Memento o como
repetiría Ozon en 5x2, el
guión obtuvo el Oscar y no sé
cuántos premios más
¿Pero no era Kaufman un
guionista de cine independiente?
Quizás no tanto si
atendemos al respaldo que recibe
de las grandes productoras,
a sus cifras de recaudación
o a los actores que participan
en sus películas: desde
Julia Roberts a Nicolas Cage.
Créditos finales. Abucheos
y pitos. Sitges resulta
más exigente que Cannes.
“Caótica, confusa, ensayo hipermanierista
de Woody
Allen”; se oye de todo, hasta
“sucedáneo de 8 y ½”,
aunque respecto a Fellini el
autor mantiene cierta distancia:
“No he visto esa película”,
afirma.

Kaufman no engaña: dos
horas de delirio vacío e hipercreativo,
aunque esta
vez más incomprensibles.
“Lo mejor que puedo hacer
es no tomarme casi nada en
serio”, aseguró en Sitges.
Así sea, empezando por sus
películas.

Tags relacionados: Sitges Audiovisual
+A Agrandar texto
+A Disminuir texto
Licencia

comentarios

0

separador

Tienda El Salto