Bebe y deja beber

‘La estrella de la mañana’ es la octava entrega del cómic 'Las aventuras del capitán Torrezno' y consolida el estilo de Santiago Valenzuela.

21/02/13 · 14:44
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Imagina un micromundo fantástico sumido en el caos y el temor a un invasor oriental donde políticos, eclesiásticos y generales se pelean por explotar los objetos de culto religioso –el gigantesco DNI de un mindundi llamado José Hilario Viñeiredo y un descomunal billete de cien pesetas con la estampa de Falla– mientras la superstición y el milenarismo atenazan a un pueblo hambriento e ignorante de las maniobras que se gastan los de arriba.

En este mundo de tribus guerreras, ciudades míticas y vestuario grecorromano-medieval aterriza con tremenda resaca el Capitán Torrezno, un borrachín de barrio obrero de Madrid procedente del “mundo real” (o superior) que no tarda en convertirse en héroe, medio por chiripa medio por un sentido común de barra de tugurio, y demuestra que hasta el más incapaz tiene tantas –o tan pocas– dotes de mando como políticos, militares, estrategas y pontífices.

Sobre esta trama central y con el placer de narrar como única premisa, Santiago Valenzuela –Premio Nacional de Cómic en 2011 por Plaza Elíptica, la anterior entrega de la saga– despliega un fascinante microcosmos gulliveriano a medio camino entre la parodia y el homenaje. En este sentido, el Torrezno sería a El Señor de los Anillos lo que El Baile de los Vampiros al cine de terror.

El guión es complejo, la historia –como el dibujo– se estratifica en distintos niveles o capas que se van conectando entre sí a medida que avanza. La estructura del asunto se parece bastante a cómo se articularían los pensamientos de un bolinga paracaidista por accidente en plena batalla de la Tierra Media, con el repertorio de recursos propio del eterno morador de la barra, capaz de pasar rápidamente del chascarrillo a mano a la más preclara de las fisosofías entre calada y calada de un trujas, mientras da buena cuenta del enésimo sol y sombra dejando que el tiempo resbale alrededor.

Un tratamiento exquisito del dibujo se esmera en ofrecer diferentes registros para cada capa del ‘cebollón’ Torrezno. Valenzuela madura como guionista y dibujante, enriquece su repertorio con nuevos y sorprendentes recursos gráficos, en una evolución que discurre en paralelo a la que experimenta el propio héroe de la historieta. Llegados a este punto, si el autor hubiera nacido francés o belga, si el panorama editorial del cómic patrio no fuera tan marginal, ¿no estaríamos hablando ya de un clásico universal? Ups, discúlpese la hipérbole, es que sin darnos cuenta ya van ocho rondas de torreznura… una melopea gráfica de aúpa.

Todo esto y mucho más es lo que encontramos en esta nueva entrega de las aventuras del Capitán Torrezno, ‘el superhéroe de los bares’. Aunque no falta el habitual trasfondo de tejemanejes del poder y buenas dosis de realismo social, lo que hay por encima de todo es lo que mejor sabe hacer Valenzuela: pura aventura, fantasía a pie de calle y mucho humor.

En La Estrella de la Mañana, posiblemente el número más logrado de la serie, Valenzuela retoma con ritmo frenético la acción épico-humorística, algo paralizada tras dos entregas quizá más irregulares, y nos ofrece el volumen más largo de la saga, 200 páginas de viñetas abigarradas de texto e imágenes que culminan en un nuevo final sugerente y lleno de posibilidades para las próximas entregas. Santiago, eres un grande, otra ronda cuando puedas.

Tags relacionados: cómic Número 192
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