Philip K. Dick //
El ‘beatnik’ que escribía novelas de ciencia ficción

30 años después de su muerte,
Philip K. Dick sigue siendo un referente
de la cultura popular. Su obra estuvo marcada
por los cambios en la sociedad de EE UU.

- Acerca del asesinato de K. Dick

- Grandes derrotas para seguir andando el camino

19/03/12 · 8:00
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Por Pincho. (Haz click sobre la imagen para ampliarla)

El 2 de marzo se cumplieron
30 años del fallecimiento de
Philip K. Dick. Más conocido
por las adaptaciones cinematográficas de su obra (Blade
Runner, Desafío total
o Una mi-
rada a la oscuridad
), su influencia en el imaginario colectivo se
ha acrecentado con el tiempo
, e
incluso ha dado origen a un adjetivo, “dickiano”, que se refiere
a las situaciones en que dudamos acerca de la veracidad de lo
que nos rodea
.

En el momento de su muerte,
Dick no era un autor mediático,
aunque era objeto de un culto
incipiente en Francia y entre la
intelectualidad californiana heredera de la contracultura sesentera, sobre todo, a raíz de la
entrevista de Paul Williams
que apareció en Rolling Stone
en 1975
.

En su última entrevista, concedida el día antes del ataque
al corazón que se lo llevó a la
tumba, Dick se mostraba satisfecho con los veinte minutos de Blade Runner que había podido ver (un montaje preliminar
sin sonido) pero ya había perdido el norte, convencido de la
existencia de un nuevo Mesías
nacido en Sri Lanka, y dispuesto a derrocar, él solo, a los gobiernos estadounidense y soviético si el Elegido no se había
manifestado en mayo de 1982.

En una remota cercanía

Es difícil juzgar los escritos de
Dick sin referirse a su vida.
Incluso en sus obras de ciencia ficción más delirantes,
Dick habla de su entorno inmediato, de la California beatnik de los años ‘50, la cultura
del LSD de los años ‘60 y la dictadura encubierta de Richard
Nixon en los años ‘70. Los tres
estigmas de Palmer Eldritch

tiene connotaciones religiosas, pero también se inspira en
las alucinaciones que había
padecido en 1963. El hombre
en el castillo
plantea varias realidades paralelas (en la principal, el Eje gana la Segunda
Guerra Mundial y somete a los
Estados Unidos), pero también es un fiel retrato de la
descomposición del tercer matrimonio de Dick.

Sencilla en el aspecto formal, la obra de Dick encierra
infinitud de dobles sentidos,
metáforas y referentes cultos
tan caóticos y eruditos como él
mismo. Dick es un buen hilo
conductor de los Estados
Unidos de la posguerra, de esa
dicotomía entre la América
profunda donde nació y la contestataria California donde residió
durante casi toda su vida.

Lo crió una niñera afiliada al
Partido Comunista y mantuvo
correspondencia con un científico soviético para resolver una
duda relativa a un relato que
estaba escribiendo. Esto bastó
para que el FBI lo fichase, y lo
visitase para proponerle que
espiara a su segunda esposa,
militante del Partido Socialista
de los Trabajadores. Dick declinó la oferta, pero el episodio
acrecentó su paranoia antisistema
. Eran los años finales de
la caza de brujas de McCarthy,
y del ascenso de Richard
Nixon, azote de la progresía californiana. En Radio libre
Albemut
, su novela póstuma,
Dick presenta una distopía perfecta en la que el Gran
Hermano es un Nixon que ejerce un poder omnímodo.

La bestia negra de sus últimos años
fue otro azote de la progresía
californiana, Ronald Reagan, a
quien culpaba del asesinato de
John Lennon, que había querido adaptar Los tres estigmas de
Palmer Eldritch
. No es casualidad que su última novela, La
transmigración de Timothy
Archer
, arranque con el asesinato de Lennon.

La fase política

El pensamiento de Dick siempre tuvo un fuerte componente
social, que se manifiesta a lo
largo de las tres etapas de su
producción narrativa.
Durante la “fase política” de
los años ‘50, Dick escribe novelas de literatura general que retratan esa California beatnik.

Al no poder publicarlas, Dick
reaprovecha personajes o líneas argumentales en sus novelas
de ciencia ficción como Lotería
solar
(metáfora del ascenso social, en forma de rigurosa lotería) u Ojo en el cielo (cuyos personajes deambulan por los
mundos paralelos que se crean
al hacerse realidad las fantasías de los demás personajes, entre ellos un comunista).

La fase metafísica

La “fase metafísica” de los años
‘60, investiga la esencia de la
realidad. Dick aúna filosofía
griega, gnosticismo, religión y
drogas. Lee a Castaneda y
Huxley, consume LSD y frecuenta a Timothy Leary. La actitud de Dick ante la política es
ambivalente: critica cada vez
con mayor acritud el imperialismo estadounidense –firma el
manifiesto en contra de la guerra de Vietnam, que lo enfrenta
con el núcleo conservador de escritores de ciencia ficción–, pero equipara marxismo con fascismo. Odia a Hitler, pero admira a Mussolini (en quien se inspira el Gino Molinari de
Aguardando el año pasado).

La
preocupación social se ve en La
penúltima verdad
–una obra en
la que el gobierno crea pruebas
falsas de guerras ficticias para
acrecentar el control social–,
Los tres estigmas de Palmer
Eldritch
–que es uno de los primeros retratos del calentamiento global–, Tiempo de Marte –en
la que la ONU es un brazo neocolonialista al servicio de las potencias capitalistas– o ¿Sueñan
los androides con ovejas eléctricas?
, que fue la base de la película Blade Runner, y su revuelta de los nuevos proletarios, los
androides, contra el capitalismo humano.

La fase religiosa

La “fase religiosa”, que abarca sus últimos años, es manifiestamente mística, aunque
su paranoia contra Nixon lo
lleva a escribir la ya citada
Radio libre Albemut. Perdido
ya el norte en lo personal,
achaca a la CIA y a los neonazis la explosión que destrozó
su casa en 1971, pero al mismo tiempo se siente perseguido por el KGB –en su opinión,
Stanislaw Lem, que lo consideraba el único escritor estadounidense de ciencia ficción
que merecía la pena, “un visionario entre charlatanes”,
trabajaba para la inteligencia
soviética – y se ofrece de manera incondicional como confidente del FBI.

Cuatro pildorazos de su «fase política»

Los relatos de los '50 de Philip K. Dick dejaron
un buen puñado de historias en las que aparece
un cuestionamiento de la sociedad en que vivió.

- ¿Qué es ser humano?

Una de las constantes de la obra
que plantean los relatos de K.
Dick es la duda sobre el concepto
de humano. [El hombre dorado->http://hotelkafka.com/blogs/PhillipKDick/2007/07/el-hombre-dorado-philip...
(1954) plantea esa cuestión, que
también aparece en la novela que
dio lugar a Blade Runner. El hombre dorado, un semidios o un ani mal, según quienes le tratan en el
relato, es un nuevo escalón en la
evolución de la vida sobre la tierra, una fase en la que el instinto
prevalece frente al razonamiento.
El cuento fue adaptado en una
olvidable película de Nicolas Cage
llamada Next.

- Inteligencias eternas

[Más allá se encuentra el Wub->http://www.gutenberg.org/ebooks/28554]
(1952) plantea un problema ético
en el marco de una conversación
que evoca explícitamente el mito
del regreso de Ulises. Antes de ser
sacrificado, un wub (una especie
de cerdo) filosofa sobre energía y
materia mientras come algo, en
un cuento en el que Philip K Dick
luce sentido del humor, en este
caso negro, puesto que el matarife de la nave se llama Franco. El
relato tuvo una secuela [No por su
cubierta
->http://es.scribd.com/doc/48848100/Dick-Philip-K-No-Por-Su-Cubierta] y el personaje del wub ha
dado nombre a una [emisora de
radio->http://radio23.wub-fur.us/] en internet.

- Risas en el fin del mundo

En 1956, EE UU cambió su lema
nacional, «In god we trust» sustituyó a «E pluribus unum» («De muchos, uno»), escogido para reafirmar la identidad de las colonias
en su independencia. El viejo
lema es lo que encuentra el piloto
de una agencia estatal en su viaje
a un planeta devastado en el relato [El planeta imposible->http://es.scribd.com/doc/6731110/Dick-Philip-K-El-Planeta-Imposible] (1953).
Uno de sus méritos es la creación
por parte de K. Dick de una escena bufa (Walter Mathau encarnaría perfectamente al capitán
Andrews) para presentar un planeta tierra tipo MadMax.

- Obsolescencia y deseo

En sus notas, K. Dick reconoce
que el final de [Campaña publicitaria->http://atodoleponespero.blogspot.com.es/2011/12/campana-publicitaria-cue... (1953) es «superdeprimente» y
esboza un final alternativo que
hoy resulta mucho menos gracioso. El relato presenta veladamente
una constante en la obra de K.
Dick: el poder de las empresas
sobre la vida y su configuración
como un poder casi omnímodo.
La esclavitud que genera la publicidad en los deseos humanos, y
aspectos relacionados, como la
obsolescencia planificada, aparecen en otros relatos de K. Dick
como El Padre-Cosa o La niñera.

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comentarios

2

  • |
    anónima
    |
    27/03/2012 - 10:14pm
    Muy buen artículo. Muchas gracias!
  • |
    anónima
    |
    20/03/2012 - 3:19pm
    Un visionario mas que acabo como casi todos los visionarios de este mundo asesinado, quienes mataron a jesucristo?, los mismos que hoy lo matarian, leed Futuros Pasados esta en wattpad gratis y en bubok, no es comparable al gran K Dick pero tiene toques de el.
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