Repasamos algunos de los títulos de la
trayectoria del director de cine documental
y político argentino Fernando Pino Solanas,
fundador junto a Octavio Getino del grupo
Cine Liberación.
La historia de la gran nación
argentina es mucho más que
dictadores vestidos de generales,
presidentes corruptos vendidos
al mejor postor o senadores
que miran a ninguna parte.
Su pueblo presume de contar
con muchas personas dignas e
incorruptibles, capaces de darlo
todo por su país, por el honor
de su tierra. En esa inmensa lista
de nombres imprescindibles,
está Fernando “Pino” Solanas,
(Buenos Aires, 1936).
Forjado en el teatro, la música
y el derecho, es hoy un cineasta
vital, de referencia en
Latinoamérica entera. Su primera
gran obra es, sin duda, La
hora de los Hornos (1968), trilogía
documental que aborda
el neocolonialismo y la violencia
de su país y de América
Latina. Esta pieza fílmica se
abre, sin entrecomillados, como
una gran puerta para el diálogo,
forzando al espectador a
reflexionar y cultivar el ejercicio
del pensamiento, desnudando
toda posición cómoda
ante una época convulsa y brutal.
Esta pieza está considerada
por muchos de los estudiosos
del género un magistral ensayo
cinematográfico y político.
En La hora de los Hornos, Solanas
no le teme a la práctica de
un didactismo impregnado en
la filmografía de la época, y
apunta su trabajo trazando un
discurso estético desde la argumentación,
desde los hechos,
desde la fidelidad de la historia,
de forma que la pieza amplía y
supera el conocido concepto de
arma de combate ideológico,
afirmación de la que no se siente
avergonzado.
La triple A y el exilio
En 1975 termina Los hijos del
Fierro, su primer largometraje
de ficción. Con la instauración
de la dictadura, es amenazado
de muerte por la Triple A y
más tarde, en 1976, es víctima
de un fallido secuestro perpetrado
por un comando de la
Marina. Parte al exilio hacia
España, radicándose definitivamente
en Francia.
Tras la caída de la dictadura,
en 1983, regresa a su gran
Buenos Aires y, en 1985, filma
una de sus obras más notables:
Tangos... El Exilio de
Gardel, de la que Vincent
Ostria escribió para Cahiers
du Cinéma: “Solanas juega la
metáfora sin reservas, al pie
de la letra (todo el film no es
más que una gigantesca metáfora)…
Tangos es un ejercicio
constante de tuteamiento de lo imaginario y lo onírico. La
nostalgia y su motor, el exilio,
están expresados sin distancia,
con un verbo lleno de colores,
un talento para la evocación
y una puesta en escena
de alegorías fellinianas”.
Sur (1988), El viaje (1992) y
La nube (1998) son tres piezas
de ficción del autor, que vienen
a confirmar la vitalidad de este
gran cineasta que no está restringido
a géneros, estéticas y
temáticas cerradas.
Tras la descomunal crisis
económica, política y social
acaecida en Argentina, responsabilidad
de la clase política de
la época que fue escenificada
por los gobiernos de Carlos
Saúl Menem y Fernando de la
Rúa. Con Memoria del saqueo
(2004), viene a tomarle el pulso
a los acontecimientos y a denunciar
la barbaridad institucional
que acontecía por aquellos
años, y que tuvo su
iconografía en las manifestaciones
a golpe de cacerolazo.
Solanas no pierde un instante
y sale con su cámara para tomar
nota de los acontecimientos
en plena efervescencia popular.
En los inicios de esta
gesta cinematográfica, no tenía
claro el discurso cinematográfico
con el construiría este
documento. Los procesos sociales
se fueron sucediendo y
su mirada dejó constancia de
ello.
Al final quedó una obra de
gran calado moral, una pieza
fílmica que apunta –sin medias
tintas ni palabras rebuscadas–,
a los responsables de
esta “fiesta”. El FMI, el Banco
Mundial, las grandes transnacionales
de Estados Unidos y
Europa, los ejemplares bancos
que desangran a las personas
pobres y, por supuesto, los políticos
argentinos. Sobre esta
sentencia, el realizador apela
a la lente y nos desnuda el vacío
de la Casa Rosada y los interminables
pasillos y salones
del senado, que muestran la
frialdad que legitimó el ejercicio
de una corrupción que
afloró pródiga de mentiras y
sucias estratagemas. El contrapunto
de esta verdad hecha
fotografía documental tiene su
espacio de denuncia en la revelación
de la precariedad del
mundo periférico, de la marginalidad
vestida de pobreza y
de un futuro incierto. Supo sopesar
el deshielo de los grandes
edificios –copias de un
modelo arquitectónico seudo
cultural– con la suma de pobrezas
que pululan en los accesos
de las grandes moles
que simbolizan la falsedad de
una economía próspera. La
aguda voz de Pino Solanas
afinca su tono y expone desde
el discurso acusatorio, la cronología
de la vergüenza, el trayecto
de un saqueo que estremeció
cualquier pronóstico.
La dignidad de los nadies
Esta batalla librada desde el
arte documental no ha terminado
para Pino Solanas con
La dignidad de los nadies
(2005) se perfila una nueva apuesta que sirve de continuidad
para desnudar los hechos
que sacaron del subsuelo la inmoralidad
de la crisis. El hacer
de esta obra dibuja con la
agudeza de un abanico de colores
una galería de personajes
que construyen una crónica
apremiante ante un pueblo
castigado. Su filosofía es un
verdadero alegato contra la
idea de la derrota. No veremos
ante la gran pantalla una pátina
que nos aleje de la realidad,
el esqueleto de un país fracturado
esta editado por personajes
sin nombres que van cerrando
el verdadero puzzle de
la sociedad argentina de esa
década.
El ejercicio de hacer de la
realidad una obra de arte para
el gran Pino Solanas no acaba
con esta pieza, incorpora a su
filmografía tres nuevos trabajos que registran la temperatura
de un país tejido de dolor:
Argentina Latente (2007),
Próxima Estación (2008) y
Tierra Sublevada (2009) confirman
la estatura de su verbo
y su discurso, confirmando su
sentido de responsabilidad y
entrega ante su país.
Su labor intelectual no se ciñe
al arte cinematográfico, sus
ensayos: La Mirada (1989);
Cine, Cultura y Descolonización
(1971) en colaboración
con Octavio Getino y el texto de
investigación Yacyreta: Crónica
de un despojo (1996), confirman
su virtud como intelectual
y como hombre comprometido
con su tiempo. Igualmente
conocido es su compromiso
con la acción de la
Madres de la Plaza de Mayo y
de los organismos a favor de los
derechos humanos
«Hacen falta más películas»
En 2004, Pino Solanas escribió lo
siguiente acerca de la situación de
Argentina: «Cientos de veces me he
preguntado cómo es posible que en un
país tan rico la pobreza y el hambre
alcanzara tal magnitud ¿Qué sucedió
con las promesas de modernidad, trabajo
y bienestar que pregonaran políticos,
empresarios, economistas iluminados
y sus comunicadores mediáticos,
si jamás el país conoció estos aberrantes
niveles de desocupación e indigencia?
(...) Responder a los interrogantes
que dejó la catástrofe social o repasar
los capítulos bochornosos de la historia
reciente, sería imposible en los limitados
márgenes de una película: hacen
falta muchas más para dar cuenta de
la magnitud de esa catástrofe».
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