TEATRO, PERFORMANCE, POESÍA
Activistas de la rima en asonante

DIAGONAL conversa con cuatro artistas que representan
ramas diferentes de la poética escénica actual. Los cuatro se
juntaron en la sala Pradillo de Madrid, donde el spoken
word, la palabra proyectada, digitalizada o pornografiada
con esquemas sadomasoquistas se llama ‘Vía Oral’.

16/04/09 · 0:00
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EN EXTENSIÓN. Como Vía Oral, proliferan en el Estado formatos de tecnopoesía escénica reivindicativa

La poesía no se lee, o
al menos eso es lo
que dicen los datos.
Parece que funciona
mejor cuando entra por los oídos,
a través de la escucha. Y
esto puede convertirse en virtud,
porque el boca a boca
suele funcionar mejor que el
crossbooking. Este género está
buscando su vuelta de hoja
y las tecnologías han servido
de herramientas para formatear
su proceso creativo. O al
menos su puesta a punto. El
acto poético convertido en acto
público.

Como dice Diana Junyent,
podríamos empezar por redefinir
lo que es o no poético, ya
que su espectro es tan amplio
que puede ir desde el encorsetado
soneto, pasar por la
delicadeza modernista, y llegar
hasta el escupitajo de La
Polla Records. Pero desafortunadamente,
ése es otro reportaje.
El ciclo ‘Vía Oral’
plantea cuatro voces de distintas
disciplinas. Poner de
acuerdo esas cuatro tonalidades
es pura acrobacia. Como
mezclar a Haendel con una alteración
de 78 r.p.m. Formulando
un cuestionario, clonado
para cada artista del ciclo,
unificamos cuatro plumas virtuales.
Éstas son sus declamaciones.

DIANA JUNYENT: Mi poesía
parte de una base simple, la
palabra llana. La que utilizo
en mis performances y como
arma es una poesía que todo
el mundo puede comprender.
Como decía Gabriel Celaya:
“No es una poesía gota a gota
pensada. No es un bello producto.
No es un fruto perfecto”.
Tampoco es un ‘lujo cultural’.

GONZALO ESCARPA: “Un
estupefaciente auricular”, como
diría Ory. Una agresión
lingüística que produce el extrañamiento
de nuestra visión
de la realidad. Ritmo, rima y
risa, una arquitectura sin
tiempo y sin espacio. “Todo lo
que se mueve es poesía, todo
lo que está quieto es prosa”,
afirma Parra.

PECATA MINUTA: Aquello/a
que huye de la literalidad, que
retuerce las ideas hasta sacarles
la tinta, que prescinde de
lo imprescindible para jugar
con las palabras y leer entre
sus letras, oír sus silencios, sus
gritos, y sus risas.

FERNANDA ORAZI / JUAN
BRANCA: Una configuración
singular de ‘elementos’ en
tiempo y espacio que, al percibirla,
en el mejor de los casos
nos expulsa de la lógica y nos
conmueve en un sentido difícil
de traducir a palabras. Pero
no sé si todo lo que me conmueve
puede llamarse poesía.

El papel o el píxel
En la actualidad, los nuevos
formatos de comunicación
han diversificado lo poético
con la disyuntiva entre el papel
o el píxel. Escarpa analiza
la cuestión como “algo que ya
hicieron los juglares, los goliardos,
y los ciegos que vendían
pliegos de cordel”.
“Hoy, es difícil encontrar
una fíbula, pero no un ipod o
un sintetizador. Los creadores
echan mano de los elementos
que forman parte de su imaginario.
Pero no es una elección
que obligue a descartar, sino a
conmover” (Orazi/Branca),
porque “nuestra poesía está
pixelada, pero no descartamos
que encuentre su papel”
(Pecata Minuta).

El grado performativo supone
sobrEexponer la palabra
sobre el cuerpo. “La faceta
oral del poeta, desde hace
mucho tiempo, se concibe como
algo siempre unido a la
textualidad. Mi poesía no está
concebida para leerla porque
mi corporalidad forma parte
de ella tanto como la palabra
misma, y escindirme de esto
es prácticamente una forma
de autotraición” (Junyent).
La conversación gira hacia
la intimidad para explicar el
punto mágico de este género
que, en ocasiones, pasa por
“desconcierto e intuición”
(Pecata minuta), atrae por “su
condición efímera, donde es
más importante la verosimilitud
que la verdad, la capacidad
para el disfraz, la fusión
de tradición y modernidad, la
capacidad de congregar en
torno a ella a públicos normalmente
alejados de las órbitas
poéticas (Escarpa); y
otras veces, es “el propio hecho
poético, en el acto en sí”
(Orazi/Branca).

“El concepto de poesía y
performance eran indisolubles
en los orígenes clásicos
griegos, y así es en mi caso. El
hecho de que recite desnuda,
me masturbe, me penetre o
me flagele mientras recito no
es fortuito, es la poesía de mi
cuerpo y mis acciones, más
allá de lo literario. Considero
que mi método personal es el
único eficaz que tengo, tampoco
conozco otro” (Junyent).
Desde hace tiempo, otros
acontecimientos poéticos lanzan
en Madrid el hacha por la
hermana pequeña de la narración:
Poetas por Km2;
Yuxtaposiciones; encuentros
AVLAB; Palabras Habladas…
Pequeños focos que se
extienden por igual en el resto
del Estado español, pero
quizá poco respaldados por
las instituciones.

“Como toda fuerza espontánea
y popular corre el peligro
de convertirse en un tentáculo
más del poder del mercado.
Sin embargo, la poesía
sabe defenderse ella sola de
este tipo de riesgos. No recuerdo
quién decía que en la
poesía no hay dinero porque
en el dinero no hay poesía.
Hay una inmensa minoría que
espera la llegada de contenidos
culturales más nutritivos”
(Escarpa).

Aunque “cualquier empuje
siempre viene bien, es uno
mismo el que tiene que procurar
sortearlos y evitar caídas
al vacío de lo mediático. Ya esté
detrás una entidad financiera,
o una asociación cultural,
lo importante es que se posibiliten
plataformas desde las
cuales dar a conocer otras manifestaciones
poéticas posibles”
(Pecata Minuta).

Pero existan o no esos empujones
institucionales, “crecerá
en la medida en que sea
necesario. Lo que tiene potencial
de expansión se expande
con o sin empujones” (Orazi-
/Branca).

Y cuando un espacio no
existe, lo mejor es crearlo,
porque la estela de las lecturas
poéticas brota en los lugares
más insospechados. “No
es necesario un Ministerio de
la Poesía. No sería poético”
(Escarpa). Pero esta necesidad
muchas veces se queda en
las esquinas de las ciudades
como los perros abandonados,
en busca de una estancia
que la acoja. “Por eso es urgente
tomar las calles y coger
lo que es nuestro en los espacios
públicos. No creo que mi
poesía sea de estanterías”
(Junyent).

“Como decía Jarry, aumentemos
la confusión para verlo
todo mucho más claro. Un
buen poema no es sólo un texto.
Toda la ciudad es un texto
tramado por todos los que la
habitan” (Escarpa). “Nos sentimos
unos vagabundos que
se adaptan a cualquier estancia.
Los espacios se generan
en la medida en que hay deseo
y necesidad. Si queremos
poesía habrá poesía. Si queremos
televisión habrá televisión.
Si queremos cañas, habrá
bares. Si queremos ser felices...”
(Orazi/Branca).

No hay epílogos, ni dedicatorias
a pie de página, ni índices
válidos. Sólo queda desgranar
cada lámina de las capas
que se superponen en estas
palabras. Y regar con un
poco de poesía la primavera,
para que de vez en cuando
broten significados.

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