Los libros 'En mar abierto' y 'Naiyiria' retratan vidas a la intemperie. Hablamos con su autor, Eduardo Romero.

Como en las viñetas de 13 Rue del Percebe, la narración de la novela En mar abierto muestra el día a día de un grupo de personas que comparten la vida en el mismo edificio.
Dejando a la vista lo que oculta la fachada del inmueble, de modo similar a lo que hizo Georges Perec en La vida instrucciones de uso, Eduardo Romero (Oviedo, 1977) se inmiscuye como si llevara cámara en mano para contar con palabras. "Me interesaba acumular escenas de la vida cotidiana; me interesaba, sí, 'fotografiar' esas escenas", confirma el escritor a Diagonal.
Sin embargo, Romero ha sabido tomar distancia a la hora de narrar, para no emborronar su objetivo ni aportar información superflua: "Mi prevención para no escribir desde 'demasiado' cerca tiene que ver con dos cuestiones: por un lado, considero que las escenas hablan por sí mismas, que no es necesario y ni siquiera es políticamente inteligente ideologizar demasiado la narración".
El segundo motivo, explica, es que "la escritura distanciada es también una barrera para evitar miradas paternalistas, victimistas o idealizadoras sobre los personajes".
Lo que no se ve
En mar abierto retrata cómo vive en Oviedo un grupo de personas de diversa procedencia que ha acabado compartiendo ciudad, barrio y escalera y sobre quienes rara vez se escribe o, mucho menos, son protagonistas de una novela.
El nexo entre este elenco es que su existir transcurre mayormente a la intemperie, reconoce Romero: "Estén cruzando el mar o viviendo en un barrio de una ciudad del interior, viven 'en mar abierto'. Sus experiencias, los vínculos que tejen en su día a día, los lugares que habitan... no se suelen ver ni se suelen narrar".
Romero discute que el tema principal de su novela sean las personas migrantes. Lo son, pero no sólo, parece decir: "En mar abierto trata de mostrar a sus personajes en relación. Por eso no creo que sea una novela sobre personas migrantes. O, si lo es, es porque también es una novela sobre policías, empresarios de las basuras, directores de hoteles y dueños de empresas de trabajo temporal. Aunque, eso es cierto, quienes adquieren más protagonismo en la novela tienen en común unas condiciones de vida precarias y vulnerables. Y también comparten la experiencia migratoria, y eso tiene mucho que ver con su situación subalterna. Sin embargo, de la misma manera que la novela evita dibujar el arquetipo de la persona migrante 'buena ciudadana' como la que 'merece' derechos por querer integrarse, también trata de romper en cierta medida con la dicotomía autóctonas-migrantes".
“Me interesaba acumular escenas de la vida cotidiana”, dice Romero
Así, en la novela aparecen muchos personajes de "aquí" que también son migrantes. Como Rafa, que viajó del pueblo a la ciudad; o Marta, a la que llaman fucking Spanish en Londres; o Iván, que migra a República Dominicana junto a toda la familia porque su padre se convierte en un expatriado."Que haya diferentes procesos migratorios, sin embargo, no quiere decir que las experiencias de desarraigo y subalternidad de unas y otras sean equivalentes", puntualiza Romero, quien no es un recién llegado a la escritura sobre migraciones.
Tras varios ensayos, en 2013 publicó Naiyiria en la revista feminista La Madeja, un relato sobre mujeres nigerianas que cruzan la frontera sur a través del desierto y de Marruecos, y que ahora se reedita con el añadido de las ilustraciones de Amelia Celaya, que le otorgan una nueva vida. "Creo que los dibujos reescriben la historia: el texto y las ilustraciones producen resonancias entre ellos, ecos, que convierten la historia en un relato nuevo", considera Romero.
Tanto En mar abierto como Naiyiria han visto la luz gracias a Cambalache, proyecto editorial colectivo que opera en Oviedo a través de un centro social autogestionado, bajo tres líneas principales de trabajo: el feminismo, las migraciones y la agroecología.
Para Romero, la literatura es un aporte clave a la hora de generar realidades distintas: "El conjunto de los relatos a los que tenemos acceso no sólo influyen en la realidad, sino que la producen. En ámbitos del activismo político y las librerías del circuito alternativo detectamos a veces un cierto rechazo o encasillamiento de la literatura: 'Los ensayos son lo importante, son los que hablan de política, la literatura es entretenimiento'. Sin embargo, nos parece fundamental que existan otras novelas y cuentos".
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