Sly & Robbie junto con el trompetista Nils Petter Molvaer, Stanley Clarke o Christian Scott son algunas de las apuestas seguras del festival de jazz que tendrá lugar en noviembre en Madrid.

En 2013 el Ayuntamiento de Madrid, entonces gobernando por el Partido Popular, decidía retirar la subvención (que ascendía a 150.000 euros en una edición precedente que contó con figuras de cierto renombre como Patti Smith, Paquito D´'Rivera u Óscar D'León) que venía permitiendo la celebración de un evento que se había celebrado de forma ininterrumpida durante 29 ediciones y que había logrado alcanzar un notable prestigio a escala internacional.
En 2014 la empresa Madrid Destino, actual responsable del evento, se decidía a recuperarlo con una edición celebrada en el Centro Cultural Conde Duque y a través de un cartel humilde en el que destacaban las presencias de la dotada vocalista norteamericana Dee Dee Bridgewater (en un concierto que nos dejó sin habla a los allí presentes), del guitarrista italoamericano Al Di Meola, o del combo Medeski, Scofield, Martin & Wood en la gira del 20º aniversario del proyecto.
La edición de este año, que retoma el Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa como espacio de referencia, se propone duplicar su oferta cultural en un periodo que abarcará cinco semanas y en el que, a los consabidos conciertos, se suma un ciclo de cine, otro de debates y una exposición titulada “Una crónica del jazz en Madrid”, todos ellos emplazados en el Centro Cultural Conde Duque y de libre acceso.
Los conciertos, por su parte, se repartirán a partes iguales entre el auditorio del Centro Cultural Conde Duque y la sala Guirau del Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa, en una programación cuyos rasgos más destacables son la accesibilidad en el precio de las entradas, la diversidad en lo que a subgéneros del jazz se refiere, un progresivo incremento de la presencia femenina en el evento (con una participación “in crescendo” de en torno a un tercio del cartel), y una decidida apuesta por integrar el festival en la ciudad, programando, a través de las salas de música asociadas a la plataforma La Noche en Vivo, actuaciones más allá de los citados centros culturales.
Habida cuenta de que se trata de un evento amplio, que abarca más de 100 actividades, se hace necesario destacar aquellas que consideramos de un mayor interés atendiendo a criterios estrictamente subjetivos (puesto que la apreciación del arte, así como la propia creación artística, lo son).
De entre las actuaciones, sobresale la presencia de dos pilares del sonido fundacional jamaicano como Sly (Dunbar) & Robbie (Shakespeare), que se alían con el trompetista noruego Nils Petter Molvaer dando lugar a una propuesta de jazz jamaicano de tintes experimentales.
Stanley Clarke, por su parte, es uno de los actuales referentes mundiales del bajo, un virtuoso con más de 40 años de servicios prestados y responsable de tender puentes entre el jazz y los sonidos dotados de “groove” (no obstante, fue bajista de la diva del soul Aretha Franklin durante la década de los 60).
Christian Scott, el genial trompetista de Nueva Orleans, un habitual de nuestros escenarios, realiza un diálogo directo entre artista y espectador sin atender a excesivos virtuosismos. El pianista Robert Glasper enarbola la bandera del jazz sin ataduras ni clichés, paradigma de una escena que permite oxigenar el género y hacerlo progresar. Gregory Porter representa la espiritualidad trasladada a una música pagana en las que las barreras de género se diluyen y el discurso resulta perfectamente comprensible para todos. En resumidas cuentas, un festival diverso y apto para todos los públicos.
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