Una exposición reúne creaciones artísticas que cuestionan la idea instaurada de una identidad basada en el concepto de nación.
De la convicción de Felipe II sobre la existencia de un imperio bajo el que nunca se ponía el sol a los GAL, pasando por el cántico "yo soy español, español, español" con el que se han celebrado los recientes triunfos de la selección masculina de fútbol, los dispositivos para crear y mantener la ficción de una identidad nacional única, grande y libre han sido muy variados en intensidad y resultados. Siempre en pos de la adhesión incondicional y sin fisuras, so pena de excomunión y destierro. Patria o muerte.
Fuera quedan, necesariamente, los otros. La chusma. El enemigo interior. Los malos, ya sea de pensamiento, palabra, obra u omisión. Un abanico amplio que incluye a quienes discuten esa identidad, a quienes la combaten porque se piensan desde otra y también a quienes no les puede importar menos la bandera que aparece en su documento de identidad y a quienes no sienten orgullo alguno por una circunstancia tan azarosa como el lugar de nacimiento. Los nietos de los obreros a los que nunca pudieron matar. Terroristas todas. La anti-España.
“No perseguimos la lógica del escándalo que tanto rédito ha dado en el contexto del arte llamado político"
Es la materia prima con la que ha trabajado una treintena de artistas para crear una serie de obras que, desde el 11 de octubre, se podrán ver en el espacio ABM de Madrid (C/ Encarnación González, 8).
"No se trata, en ningún caso, de generar una identidad a partir de dicho concepto. Es decir, los artistas que participan no tienen forzosamente que identificarse con la Anti-España como agente constitutivo de su subjetividad", precisan a Diagonal desde la organización de la muestra.
El planteamiento de la exposición 'La AntiEspaña' pretende, en sus palabras, "mostrar el trabajo de quienes se piensan y se sienten desde lugares donde quienes han definido histórica y hegemónicamente la idea de España les han atribuido la condición de antiespañoles. Se busca, por tanto, un escenario de multiplicidad donde lo que une es cierto convencimiento de habitar fuera del marco dominante impuesto de nación".
Diana Larrea es una de las participantes en la muestra, con una serie de cinco fotomontajes formados por fotografías en blanco y negro con dibujos a tinta y grafito. "Se titula Derecho de rebelión y alude al artículo 35 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano redactada en 1793, aquel que dice: 'Cuando el gobierno viola los derechos del pueblo, la insurrección es, para el pueblo y para cada una de sus porciones, el más sagrado de los derechos y el más indispensable de los deberes'", explica Larrea a Diagonal.
Tomando como referencia los grabados históricos de finales del siglo XVIII que representaban las ejecuciones públicas de aristócratas y nobles durante la Revolución Francesa, la artista reubica sobre fotografías actuales de emplazamientos madrileños muy representativos esas imágenes presididas por la guillotina. "Estas localizaciones elegidas simbolizan los poderes del Estado español, tanto los oficiales como los ocultos: el legislativo, el ejecutivo, el judicial, la monarquía y la Iglesia Católica. He incluido también un quinto lugar, la Plaza Mayor, por ser el escenario donde la Inquisición Española celebró durante siglos sus autos de fe", comenta.
Bajarse del tren
En el núcleo de la exposición 'La AntiEspaña' está implícito el rechazo a la perspectiva nacionalista que concede a una parte de los habitantes de un territorio unos privilegios y unos modos concretos de sujeción por razones de nacimiento o de otro tipo de carácter económico-administrativo, mientras margina a quienes no han podido acceder a ese estatus.
"El planteamiento de la muestra es el de desidentificarse con lo que el proyecto nacional ha significado a lo largo de la historia", resumen los organizadores
"En definitiva –resumen los organizadores–, el planteamiento de la muestra es el de desidentificarse con lo que el proyecto nacional ha significado a lo largo de la historia y ubicarse en un lugar otro que por ser, hasta cierto punto, informe quizás sólo pueda definirse en negativo".
Teniendo en cuenta el escenario en el que se ha movido la creación artística en el último año, con episodios tan grotescos como la detención de los dos titiriteros en Madrid, la propuesta de 'La AntiEspaña' puede verse arrastrada hacia arenas movedizas.
Su pretensión es fomentar el pensamiento y el debate, no los fuegos artificiales –"no perseguimos con este proyecto la lógica del escándalo que tanto rédito ha dado en el contexto del arte llamado político. Demasiado a menudo hemos asistido, en este ámbito, a la creación de polémicas artificiales, basadas en el recurso del shock, que a la postre han rendido grandes o pequeños beneficios económicos e institucionales a aquellos que desde una pretendida radicalidad parecían poner en jaque ciertos aspectos de la estructura de dominio"– pero son conscientes de esa maleabilidad del terreno en el que pisan: "Lógicamente no podemos prever y, mucho menos, controlar las reacciones que puedan producirse en un contexto, como bien dices, donde la libertad de expresión se encuentra realmente limitada".
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