El delantero camerunés Samuel Eto'o fue un extraordinario jugador de fútbol. El 12 de agosto de 2004, en su presentación como rutilante fichaje del Fútbol Club Barcelona, dejó una frase de un calado inusual entre las anodinas declaraciones y lugares comunes que abundan cuando un micrófono se acerca a un futbolista. "No soy de prometer 50 goles, pero correr como un negro para mañana vivir como un blanco seguro que correré", vaticinó entonces.

Cumplió con creces este anuncio y en las filas del Barça se convirtió en una estrella mundial del balompié, marcando 129 goles en 198 partidos oficiales y logrando tres campeonatos de liga y dos Champions.

Su camino de azulgrana estuvo salpicado por episodios que subrayan un carácter poco frecuente entre sus compañeros de profesión, como cuando paró un partido en Zaragoza por los cánticos racistas que salían de las gradas de La Romareda.

Unos meses antes de su sorprendente declaración de intenciones como nuevo futbolista culé, Eto'o había sido protagonista de una canción. Incluida en Tobogán (Grabaciones en el Mar, 2003), séptimo álbum de los mallorquines La Granja, Eto'o (su jugador favorito) es una irresistible canción de pop guitarrero con estribillo adhesivo que compara al camerunés con una mujer algo especial, dotada para el regate y a la que no le gusta perder ni andarse por las ramas.

Fue también una muestra del poso que Eto'o dejó en Mallorca, donde había jugado las cinco temporadas previas al salto al Barça. Allí se convirtió en el máximo goleador de la historia del club balear y coincidió con su 'abuelo' Luis Aragonés, de quien siempre dice que es el entrenador más grande que ha habido.

D10S a los coros

Pero si hablamos de personalidades peculiares en el fútbol y de canciones que las retratan, pocos ejemplos más gráficos de esa mezcla encontraremos que Maradona, de Andrés Calamaro, fanático del jugador.

La canción número 10 –no podía ser otra– de Honestidad brutal (DRO/Warner, 1999) es ya un clásico cuando se habla del 'Pelusa'. El propio Diego Armando la introduce, dedicándosela a sus hijas.

"Maradona no es una persona cualquiera, es un hombre pegado a una pelota de cuero. Tiene el don celestial de tratar muy bien al balón", arranca la letra, que también hace una defensa férrea e irracional del ídolo –"No importa en qué lío se meta Maradona, es mi amigo y es una gran persona"– y concluye con un alegato difícil de rebatir: "Diego Armando, siempre te vamos a querer por las alegrías que le das al pueblo y por tu arte también".

Maradona, entonces cercano a Calamaro, participó en otra de las canciones del disco, cantando en Hacer el tonto, una ranchera celebratoria de la amistad. En el libro de Darío Manrique Honestidad brutal o la huida hacia delante de Andrés Calamaro (Lengua de Trapo, 2014), el letrista Cuino Skornik recuerda que para rebajar tensiones durante la grabación propuso a Calamaro registrar las voces desnudos en el estudio.

Así lo hicieron y dos días después apareció Maradona para poner los coros. "No se desnudó –precisa el cantante en el libro– y la verdad es que yo no me atrevería a desnudarme frente a Diego".

Cuando éramos reyes

Con indisimulada querencia por el Real Madrid, el cantautor rockero Quique González nunca ha ocultado sus filias futboleras y en su discografía ha ido dejando pistas de una devoción por un deporte que ya no existe: Delantera mítica, por ejemplo, es su disco de 2013.

En una entrevista en Sport publicada en marzo de este año, González hablaba con desencanto de esta pasión, atribuyendo su alejamiento del fútbol al cambio que ha experimentado en las últimas décadas: "Se lo robaron al pueblo hace mucho tiempo. Tiene que ver con la falta de identificación que sufren los clubes".

También lamentaba el papel jugado por los medios –"que el telediario se pase 15 minutos con el coche de Cristiano Ronaldo me aleja absolutamente de este mundo"– y manifestaba un anhelo: reencarnarse en Mágico González, un mito de ese otro fútbol.