Reseña
El durante, el después y el para siempre

'Dentro de las jaulas. Liberación animal y encarcelamiento', la nueva publicación del colectivo Ochodoscuatro Ediciones, acerca a la experiencia de varias personas que se han visto privadas de libertad por ayudar a otros a conseguirla.

30/06/16 · 15:04

Dicen de la cárcel que no es ningún lugar. En el mejor de los casos se nos presenta como un contenedor de vidas entre paréntesis, fragmentos de existencia cercados por muros de tiempo y de hormigón. Pero, a la vez, es el único lugar posible, el único tiempo posible para las personas que se encuentran en él. Dentro de las jaulas. Liberación animal y encarcelamiento recoge la evidencia de que la vida y las ideas no se detienen dentro de esos muros, por mucho que lo intenten. Al menos no fue así para Lewis Pogson.

Pogson cumplió condena en Reino Unido entre 2008 y 2010 por su participación en una acción contra un criadero de conejos. La operación, reivindicada con las siglas del Frente de Liberación Animal, logró en una noche grandes pérdidas económicas para la empresa y que 129 individuos, cuyo destino habría sido un laboratorio de experimentación, fueran rescatados y conducidos a lugares seguros. Aquellos conejos dejaban atrás las jaulas. Unos meses más tarde, a Pogson le aguardaban las suyas.

Con una voz cargada de fuerza y optimismo, el autor ayuda a comprender desde dentro cada paso del camino que los Estados y sus fuerzas represivas obligan a andar a las personas consideradas "radicales de los derechos animales", "ecoterroristas", o "animalistas extremistas".

En muchos casos, son los mismos pasos que recorre cualquier otro preso: la misma rabia, dolor y miedo, los mismos anhelos y esperanzas, la misma supervivencia a la dinámica cruel de la prisión; pero, también, pasos guiados por un entramado muy particular, construido para enjaular a un movimiento que amenaza la existencia de cualquier jaula. El miedo para desmovilizar, los montajes para criminalizar, las condenas para neutralizar… Y, para Pogson, también la feliz ironía de que, si esto es lo peor que pueden hacerle a este movimiento, jamás podrán pararlo.

Y es que, durante sus once meses en prisión, doce en arresto domiciliario y dieciocho en libertad condicional, llegó a la conclusión de que, en lugar de contener su convicción, los policías, jueces, carceleros, agentes de la condicional, etc. le estaban demostrando constantemente que estaba en lo correcto al cuestionar su sistema.

Quizá por ello su mensaje es tan instructivo y empoderante en su humildad, profundamente personal y una gran herramienta política al mismo tiempo. Útil para comprender lo que late en el corazón de alguien que lo arriesga todo para salvar a otro animal. Útil para entender por qué esto es una amenaza a gran escala para el sistema socioeconómico, y para aprender cómo se van implementando en diferentes países medidas represivas específicas para intentar frenarla.

Pero, sobre todo, es útil para recordar que las personas encarceladas son eso, personas encarceladas. No líderes, no mártires, no héroes. Gente que se ve privada de su libertad, con todas sus consecuencias, cada uno con su particular experiencia.

Por eso, el libro incluye un apéndice con los testimonios de otros activistas que han pasado por prisión, con mayor o menor "suerte". En lo que todos coinciden es en recalcar la importancia de recibir apoyo, no sólo durante, sino también después del encierro.

Las leyes específicas creadas en los últimos años en Estados Unidos y Reino Unido para proteger a las empresas de explotación animal permiten que el control sobre los condenados se extienda más allá de los muros y más allá de la mente.

Por momentos podemos creer estar leyendo una distopía, cuando se narra la forma en que se aisla al activista de su entorno y de sus ideas de tal manera que incluso el acceso a una determinada página web o relacionarse con una persona vegetariana puede conducirle de vuelta a prisión.

El trauma, la depresión, el terror, el recuerdo del tiempo robado y la tensión generada por el orden social de la cárcel, pueden acompañarles durante años, o para siempre. Pero la solidaridad también.

Al fin y al cabo, la prisión es el recuerdo de que hay un mundo fuera que la permite. Este libro no deja que nos olvidemos de ello ni un segundo. Es el deseo de cambiar ese mundo lo que llevó a Lewis Pogson y a muchos otros a la cárcel. Pero él pasó menos de medio día en su celda por cada vida que salvó en aquella acción. La historia de su encierro es la historia de su lucha por la libertad. Entre sus líneas se lee claramente que eso nadie se lo ha podido robar.

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