Voces

Mientras tanto, sonarán los aplausos para los cantantes ricos y famosos subidos a un caballo blanco y coronados como héroes cuando han sido villanos mil y una veces.

03/03/16 · 7:47
Edición impresa
La cantante Kesha, durante una actuación. / Eskimo Jo

Escondida. Debería estar trabajando, pero estoy escondida en mi lugar de trabajo. He decidido ocultarme, pero tras unos instantes, he querido salir de mi escondite y no me han dejado. Han sido mis compañeros y mi jefe los que han decido mantenerme escondida cuando han visto la ira asomando a mis ojos. Al otro lado, mi agresor ríe y charla con sus amigos. No me ha visto y no me va a ver, porque voy a permanecer aquí hasta que se haya ido.

Porque la violencia institucional es cosa de países en dictadura. Porque eso aquí no pasa. Porque vosotras aquí no. Porque a pesar de las estadísticas, no existe la presunción de culpabilidad

Porque sin duda es a él a quien hay que proteger. Porque yo ya tenía dieciocho años, ya era legalmente una adulta y al principio fue algo consentido. Por más que mi cuerpo grite que no estaba bien que él fuese mi profesor y me doblase la edad, nadie va a escucharlo. Porque mi cuerpo carece de credibilidad. Y no tengo la piel marcada, y a nadie le importan las otras marcas, las que te hacen vivir alerta, paranoica, desconfiada, dudosa. Y si las marcas se ven, denuncia. Porque la violencia institucional es cosa de países en dictadura. Porque eso aquí no pasa. Porque vosotras aquí no. Porque a pesar de las estadísticas, no existe la presunción de culpabilidad.

Tampoco parece importar si yo soy una doña nadie o una cantante rica y famosa, nuestros cuerpos siempre se verán puestos en tela de juicio. Mientras tanto, sonarán los aplausos para los cantantes ricos y famosos subidos a un caballo blanco y coronados como héroes cuando han sido villanos mil y una veces. Porque no importa que hayan entonado canciones de amores que matan. Que nos matan. Porque sólo son canciones. Es bonito. 
 
Y mientras tanto, nosotras seguiremos arrastrando cadenas invisibles, con la vana esperanza de que, algún día, nuestras miles, millones de voces, se acerquen a tener el valor que hoy tienen las voces de los villanos.
Tags relacionados: número 265
+A Agrandar texto
+A Disminuir texto
Licencia

comentarios

2

  • |
    7814EBC
    |
    Jue, 03/03/2016 - 19:54
    ¡Cuántos de esos señores “profesores” que doblan o triplican las edades campan por sus respetos! ¡Cuántos! ¡Cuántos jinetes cabalgando sobre corceles desbocados! ¡Cuántos! ¡Cuántos villanos devenidos en “héroes”! ¡Cuántos! ¡Cuántos cuerpos con marcas indelebles! ¡Cuántos! ¡Cuántos engaños e hipocresía en nombre de la “democracia”! ¡Cuántos! ¡Cuántas bonitas canciones que nos suscitan bonitos sueños! ¡Cuántas! Suma y sigue, pero no queremos llegar al infinito... ¿Verdad? Hermoso relato. Enrique Bienzobas
  • |
    Gbc
    |
    Jue, 03/03/2016 - 12:15
    precioso artículo
  • Tienda El Salto