En 'Celebración' encontramos la voz poética de Gonzalo Hermo, que celebra el hecho político de los cuerpos.
Gonzalo Hermo (Taragoña, Coruña, 1987) es uno de los representantes de una nueva generación de poetas gallegos, todos alrededor de los 30 años, llamados a romper la condición periférica de la poesía en lengua gallega. Su libro Celebración, galardonado con el Premio Nacional de Poesía Joven Miguel Hernández 2015, reivindica una poesía del cuerpo y del deseo. Una poesía limpia, sin rodeos, que huye de la metáfora para medirse de frente con el lenguaje. En Celebración encontramos una voz poética que huye de las ruinas hacia una celebración del hecho político de los cuerpos.
Celebración el es título de tu segundo libro, por el que has recibido el Premio Nacional de Poesía Joven Miguel Hernández. Pero ¿quedan hitos que celebrar en el momento histórico de la derrota?
Creo que el libro es sensible a esa conciencia de época que señalas, de final de un tiempo. Y, aún así, yo diría que es una poesía optimista. No porque los textos sean especialmente festivos, sino porque parten de la premisa de que la historia no se ha terminado y, por lo tanto, todo es posible todavía.
Dice uno de los versos, y entiendo que tiene que ver con en título: No tenemos miedo a la muerte. La llevamos dentro. Lo celebramos ¿Qué impronta tienen la pérdida y la muerte en el libro?
El libro celebra la finitud, la impureza y el error porque son elementos consustanciales a la vida. Me interesan las actitudes vitalistas cuando no son ciegas. El lenguaje dura, los cuerpos no, se dice en uno de los poemas. Crecer implica aprender a enfrentar ese hecho. Aprender a celebrarlo.
Son constantes las referencias al frío, al calor, a los insectos, a la natureza. Cuánto hay de metáfora y cuánto de ti mismo en Celebración.
Quizá vaya siendo hora de enterrar para siempre un horizonte de lectura para la poesía en términos de confesión autorial. Que importe la capacidad del poema para motivar a la reflexión o para conmover y no su correspondencia con la biografía del poeta. Esa es la propuesta que practico cuando leo poesía y es la que me gustaría que se practicase con Celebración.
En relación a Crac, tu anterior y primer libro, la poética avanza de un lugar más social hacia un territorio más privado, en el que aparecen el deseo, el cuerpo...
¿Hay algo más social que el deseo? Estoy con el feminismo en que la dicotomía público/privado no es operativa. Lo político no es ajeno a lo corporal o, por decirlo con Barbara Kruger, nuestro cuerpo es un campo de batalla.
Estilísticamente tambien hay una evolución clara ¿A qué responde?
En términos generales, estoy más satisfecho con Celebración que con Crac. Aunque reconozco que lo que he ganado en técnica lo he perdido en frescura. Supongo que era inevitable. Me gustaría pensar que la potencia que la crítica destacó de Crac la he mantenido en Celebración, aunque haya aprendido a jugar con ella, a distribuirla en el poema para que sea más efectiva.
Afirmabas en una entrevista que después de Auschwitz, solo es posible escribir poesía: “Cuando la narrativa no explica los hechos, la poesía surge como una posibilidad de lengua que revela nuestro estar aquí, abiertos al mundo”
¡Vaya! ¡Cómo me gusta exagerar! (risas). En todo caso, me reafirmo en que la poesía es un código útil a la hora de registrar lo contemporáneo. Hubo poesía después de Auschwitz. Y todo apunta a que la seguirá habiendo después de Iraq, de Siria o de Grecia.
En este sentido, como ves la salud de la poesía gallega actual. ¿Es Galicia un país condenado al lirismo minifundista?
La poesía gallega lo tiene todo en contra y, sin embargo, en Galicia se sigue escribiendo y publicando poesía arriesgada, de vocación universal. Las instituciones literarias que deberían velar por su cuidado han ignorado este hecho, dándole primacía a la narrativa, y concretamente a un tipo de novela comercial, en teoría más útil a la hora de promover la normalización lingüística y cultural del gallego. En mi opinión, esa estrategia ha fracasado. Sería bueno que se atendiese de una vez por todas a lo que se escribe realmente en el país, en lugar de intentar planificar lo implanificable.
¿Crees que la periferia física conforma un espacio de libertad? ¿Cuánto influye el territorio, la lengua, la cultura... en el discurso del poeta?
Las condiciones objetivas no son nunca determinantes en un sentido absoluto. Un obrero puede ser de derechas y un poeta gallego puede escribir como si viviera cómodamente en un loft de Manhattan. Ahora bien, en mi caso procuro que no sea así. No hablo de volver a la poesía social al estilo de Celso Emilio o Gabriel Celaya, pero sí creo que la experiencia de un poeta que vive en un país periférico y escribe en una lengua minorizada puede ser positiva en el sentido de apertura hacia lo otro. Si se quiere aprovechar, existe una posibilidad de visión privilegiada desde los márgenes.
El libro está editado por la Editorial Apiario, una editorial recién aparecida que mima el proceso de edición como pocas. ¿Será ese el futuro de los libros ante la crisis de la industria editorial?
Existe un cierto fetichismo del papel entre los lectores de poesía que las editoriales pueden aprovechar, como hace Apiario. La idea es cuidar la edición para ofrecer un producto alternativo al que oferta el formato digital, que será siempre más barato.
Tienes un blog personal ¿por qué “Escola do Resentimento”?
“Escola do resentimento” es el título de un poema de Crac, mi primer libro, que ironiza con la etiqueta que Harold Bloom acuñó para definir aquellas perspectivas no inmanentes de la literatura que cuestionan el canon occidental. El blog está concebido como un espacio híbrido que me permite compartir traducciones, entrevistas propias y ajenas, textos y comentarios de libros y películas que me interesan… No lo actualizo todo lo que me gustaría, pero ahí está, para quien quiera acercarse a él.
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