El tema
Strike al racismo

Jackie Robinson se convirtió en 1947 en el primer jugador afroamericano de béisbol en jugar en las Ligas Mayores.

01/02/16 · 7:42
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Jacki Robinson bateando con el uniforme de los Dodgers en 1954. / Bob Sandberg

Cada año, el 15 abril, todo el mundo del béisbol estadounidense se enfunda una camiseta con el dorsal 42. Da igual que uno sea de los Yankees o de los Mets; es el Día de Jackie Ro­binson, un jugador que cambió la historia de este deporte. Na­cido el 31 de enero de 1919 en Georgia (antiguo Estado confederado), este segunda base, nieto de esclavos, se convirtió en el primer afroamericano en enrolarse en las filas de un equipo de las conocidas como Grandes Ligas (MLB), la principal competición del béisbol norteamericano, al fichar por los Brooklyn Dodgers y debutar con este equipo en 1947.

Robinson sufrió en sus carnes la segregación racial. Toda una generación pasó de “luchar por su país” en la Segunda Guerra Mundial a vivir un crudo retorno, en el que se encontraron el rechazo de parte de sus compatriotas. Jackie Robinson ascendió en 1943 a segundo teniente en el Ejército de Estados Unidos. Su paso por las fuerzas armadas dejó huella, pero no estuvo exento de dificultades. Un día, después de regresar del conflicto bélico, tuvo que pasar un chequeo médico. En su regreso tomó un autobús. Once años antes de la famosa negativa de Rosa Parks a trasladarse a la parte trasera del vehículo, donde debía sentarse la población negra, Robin­son adoptó la misma decisión, que le llevó a ser juzgado por una corte militar. Fue absuelto.

Su mentor: Branch Rickey

Béisbol, pero también atletismo, baloncesto o fútbol americano. El dorsal 42 fue uno de los atletas más destacados de su promoción en la Universidad de California en Los Ángeles. Llegó a romper las marcas de su hermano Mack Ro­binson en algunas disciplinas. Éste ganó la medalla de plata en los 200 metros en los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín, organizados por la Alemania nazi.

En 1945, este portento atlético ingresa en la conocida como Liga de Béisbol Negro, activa hasta los años 60, en la que los equipos estaban conformados mayoritariamente por afroamericanos y, en menor medida, por latinoamericanos. Aunque esta­ba separada de las Ligas Ma­yores, las formaciones de ambas competiciones disputaban partidos entre ellas. Robinson jugó en las filas de los Monarcas de Kansas City. Su carrera se hubiera restringido a esta escuadra de no ser por el manager de los Brooklyn Dodgers, Branch Rickey, que se enfrentó al establishment que reinaba en el béisbol estadounidense al hacerle un contrato a un jugador negro que tenía 28 años.

El propio Rickey derribó otra barrera al contratar al primer jugador latinoamericano que entró en el Salón de la Fama, Roberto Clemente. El em­pre­sario deportivo sabía que Ro­binson era nieto de esclavos, que había conocido la hostilidad racial junto a sus cuatro hermanos, pero también era consciente de las grandes habilidades de un pelotero que consiguió ser el roo­kie del año y que dos años después fue nombrado el jugador más valioso de la liga.

El ‘42’ eterno

“Quiero un jugador que tenga las suficientes agallas de no responder a los ataques que puedan proferirle”, le exigió nada más entregarle la camiseta blanquiazul que todavía hoy portan los jugadores de la franquicia Dod­gers. Ésta se mudó del barrio neo­yorquino de Brooklyn a Los Ángeles en 1958. Antes vivió una de sus mejores épocas gracias a jugadores como Robinson que llevaron al equipo a conquistar seis campeonatos en diez años.

El bateador tuvo que aguantar una amenaza de huelga e insultos de todo tipo. Ante los Phi­ladelphia Phillies, soportó que le dijeran que se fuera a recoger algodón. En Cincinnati, su compañero Pee Wee Reese saltó por él y le abrazó. “Puedes odiar a un hombre por varias razones, pero el color de su piel no es una de ellas”, dijo tras el encuentro. Las críticas se fueron silenciando a base de home runs y generosos promedios. Decidió retirarse en 1956 cuando se le diagnosticó diabetes, una enfermedad que acabó dejándole ciego. La dolencia no le impidió luchar, hasta su muerte en 1972, contra el racismo con la creación de diferentes entidades.

En 1997 ocurrió algo insólito en el mundo del béisbol. La MLB decidió retirar el número 42 de todos sus equipos asociados por el 50 aniversario del debut de Robinson como profesional. La vida del beisbolista fue llevada a la gran pantalla por Brian Helgeland en 2013. “Él ayudó a expandir nuestros límites y nuestras realidades. Fue una inspiración para los afroamericanos, pero también para niños de otras razas”, dijo Chadwick Boseman, quien encarnó en el filme a un pionero de un largo proceso que concluyó en 1959, cuando los Boston Red Sox incluyeron a Pumpsie Green en su nómina de jugadores, lo que les convirtió en el último equipo en poner un pelotero negro. Toda­vía hoy, la xenofobia ocupa un asiento en los recintos deportivos.

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