El luchador norteamericano Jeff Monson sigue cosechando entusiasmos y rechazos en la Rusia indescifrable de Putin.

Un estadounidense consiguió que Vladimir Putin fuese abucheado en Moscú. Ocurrió hace cuatro años, en noviembre de 2011, en el Estadio Olimpiski, tras un combate de MMA (abreviatura en inglés de Artes Marciales Mixtas) que enfrentó al legendario luchador local Fiódor Emeliánenko, famoso por sus logros en judo o sambo, ganador de cinco grandes campeonatos mundiales de MMA simultáneamente, y al estadounidense Jeff Monson, uno de los referentes de las artes marciales mixtas y campeón mundial de jiu-jitsu brasileño.
Los protagonistas y el contexto bien pudieran ilustrar una de tantas películas que se concibieron en la Guerra Fría. Clavados en la retina del espectador están los combates mantenidos por Apollo Creed y Rocky Balboa contra el soviético Ivan Drago en la cuarta entrega de la saga Rocky. Pero en contra de lo previsto, Emeliánenko fue el despreciado y Monson el vitoreado, a pesar de que el primero consiguiera imponer su ley sobre el ring ganando todos los rounds. Monson acabó el tercer round con el labio inferior partido en dos. Pero hasta el final se mostró adelantado y se deshizo ante el aluvión de golpes de su rival. Emeliánenko cortó una racha de tres derrotas consecutivas con la que no estaba acostumbrado a convivir, pero fue el extranjero perdedor el que encandiló a los más de 20.000 espectadores presentes en el evento por su capacidad de esfuerzo.
Un lienzo revolucionario
Jeff Monson es un púgil norteamericano atípico. Su cuerpo es un auténtico lienzo revolucionario. Tiene una hoz y un martillo tatuados en el gemelo, una estrella anarcosindicalista en el pecho y varios símbolos anarquistas en la espalda y la pierna.
En otro fragmento de su espalda, una adolescente inspirada en Los Miserables de Víctor Hugo aplasta al Tío Sam, rodeado de un charco de sangre. Acostumbra a salir al ring con el himno soviético de fondo y se ha visto envuelto en varios entuertos policiales. Frente a él, un Emeliánenko que porta una cruz al cuello y que fue elegido diputado por la Duma de la óblast de Bélgorod en 2010 por Rusia Unida, el partido de Putin, quien subió al ring para felicitar a su compatriota.
Varios medios rusos censuraron los abucheos recibidos por el presidente, estrategia que indignó a los aficionados. Éstos inundaron el tablón de la página oficial de Facebook de Monson de mensajes de apoyo. “¡Eres grande! Todo el corrupto gobierno y sus títeres se revolvieron cuando les abucheamos”, se pudo leer aquel día en las redes sociales.
El luchador nacido en el Estado de Minnesota es en el día a día un ruso más. Pasa parte del año en el país de su mujer, del que espera obtener la nacionalidad. “Rusia es un país histórico, único, en el que hay personas de diferentes culturas que van de la mano. Sus habitantes son capaces de someterse a las condiciones más difíciles y seguir adelante, algo con lo que me siento identificado”, dijo Monson cuestionado acerca de su visión sobre el país.
Sus opiniones le han traído seguidores y detractores a partes iguales. “No creo que yo sea más importante que cualquier otra persona, pero, como alguna gente está poniéndome demasiada atención, voy a utilizar el deporte como un vehículo para expresarme”, afirmó en varias ocasiones. Nunca se ha escondido. En 2008 se celebró la Convención Nacional Republicana en su Saint Paul natal. Acudió junto a un grupo de anarquistas y comunistas a bloquear el acceso de los delegados. Una unidad de antidisturbios les cerró el paso. La confrontación fue captada por varios fotógrafos. Icónica es la imagen tomada desde atrás de Monson, enfrentado a los efectivos policiales, en la que se ve otro de sus tatuajes, uno que lleva la leyenda “Anticapitalismo”. El luchador acabó imprimiéndola y usándola como tarjeta de presentación.
“Eres un hombre verdadero”
En mayo de 2014, Monson se unió a la campaña Cinta de San Jorge, dedicada a la victoria de la Unión Soviética sobre la Alemania nazi. En septiembre del año pasado, en una pelea en Saransk, salió al ring con el himno de la República Popular de Donetsk (¡Levántate, Dombás!). Estos gestos le han convertido en una figura de culto en el movimiento antifascista. Monson tiene ahora 44 años. La mayor parte de su generación se ha retirado, pero él sigue ‘zurrándose’ en eventos rusos. Un día después de la pelea con Emeliánenko, todavía convaleciente, recibió una llamada en la habitación de su hotel en Moscú. No contestó. Un empleado le transmitió el recado: “Eres un hombre verdadero”. El autor, Vladimir Putin.
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