En 'Malcolm X: Estratega de la dignidad negra', Sadri Khiari se propone mostrar sin pudor la hipocresía que anida tras gran parte de las simpatías de la izquierda radical blanca por las tesis del líder negro.
Nos encontramos ante una lectura tan heterodoxa como sugestiva –periférica, incluso, si se quiere– de algunas de las facetas intelectuales más controvertidas de Malcolm X. Un hombre que, a pesar de haber sido convertido en símbolo estético internacional tras su muerte, se caracterizó en vida, precisamente, por su heterodoxa y rabiosamente periférica manera de abordar el problema del racismo.
En este retrato dinámico se muestra a un Malcolm X cuyo pensamiento no está exento de contradicciones, límites y oscuridades incómodas sin resolver.
Se trata, no obstante, de una revisión radical de la actualidad del pensamiento del líder afroamericano efectuada por Sadri Khiari, escritor, dibujante y militante histórico tunecino exiliado en Francia, cofundador y principal ideólogo del Partido de los Indígenas de la República. No se trata de un trabajo biográfico con pretensiones "científicas", avisa el autor, sino más bien de un análisis militante.
En Malcolm X: Estratega de la dignidad negra, Sadri Khiari utiliza un lenguaje poético alejado de las retóricas pomposas de la Academia occidental. Inmediatamente nos sitúa en otra genealogía crítica y literaria recordándonos el estilo cortante, directo e incisivo del Césaire del Discurso sobre el Colonialismo o del Fanon de Los Condenados de la Tierra.
Sembrado de sarcasmo y voluntad de provocación, Khiari trae al presente la gigantesca y fantasmal sombra del idolatrado Malcolm X
Sembrado de sarcasmo y voluntad de provocación, Khiari trae al presente la gigantesca y fantasmal sombra del idolatrado Malcolm X para revelar el carácter decolonial que animó su lucha, especialmente desde que éste abandonara la polémica y controvertida organización Nación del Islam hasta que se produjera su asesinato en 1965.
Identidad, dignidad y estrategia política
Raúl Zibechi, en su Descolonizar la rebeldía afirma lo siguiente: "Cuando alguien es invisible, por ser negro, indio, mujer, mestizo o pobre, cuando alguien es ninguneado sistemáticamente por su raza, género u otra condición, lo primero es hacerse visibles, nombrarse, reconocerse. Es un paso ineludible en el proceso de convertirse en sujetos".
En la misma línea, Sadri Khiari dota de un protagonismo fundamental al nexo que para Malcolm X invade la relación identidad/dignidad en el proceso necesario de liberación decolonial. Sin duda alguna, la reivindicación de las identidades ocupa un espacio de polémica muy particular en el seno de la izquierda occidental.
Los privilegios naturalizados de la blancura, identidad puramente racial que, sin embargo, ni tan siquiera es considerada desde el prisma de lo étnico, se materializan de forma diáfana. Solo hay que observar la manera a través de la cual los garantes de la misma –en la izquierda o en la derecha– juzgan y ningunean los esfuerzos de grupos humanos cuya humanidad ha sido tradicionalmente pisoteada por reconstruir sus vínculos identitarios.
El blanco no es juzgado como blanco, es juzgado como hombre. No sucede así con la persona negra, con la gitana, con la musulmana, con la india. El blanco vive su identidad racial con la ingenuidad del niño mimado, sin darse cuenta; su identidad lo invade todo, es dominante; tan dominante que el blanco ni siquiera es blanco: es un hombre.
Efectivamente, la historia del blanco proletario y campesino está teñida de explotación, de opresión, de guerra de clases y oprobio. Por supuesto que la historia de la mujer blanca no se comprende sin las jerarquías de poder patriarcales inherentes al sistema. Es una aportación nuestra. Ni Malcolm ni Khiari se detienen en nombrar el patriarcado.
Nuestro autor despieza con brocha gorda las razones por las cuales Malcolm vio a los blancos, generalmente, como a un bloque homogéneo y sin matices. No supo ver las profundas contradicciones que atraviesan al mundo blanco, afirma Khiari. No obstante, especialmente en su última etapa, comenzó a percatarse de que no odiar al blanco era la primera condición de posibilidad para deshacerse de la lógica del opresor. Es este periodo de su evolución el favorito de la izquierda blanca radical.
En palabras del autor: "Hay un cuestionamiento sobre su 'apertura' a los blancos, sobre su inclinación a aliarse con los blancos, mucho más que sobre sus esfuerzos por unificar a los negros y hacer de ellos una potencia política independiente: lo que es bueno para los blancos, es bueno para los negros...". Malcolm deja de odiar al blanco, sí, pero sigue desconfiando; de hecho, para él la desconfianza hacia el blanco es un signo de sana lucidez negra.
Porque, ¿cuál es la historia de la persona no blanca, aquello que define su situación? La historia de la persona no blanca está invadida por la deshumanización constante de su diferencia, por la subalternización radical de su diferencia, por la cruenta expulsión del poder a lo que Franz Fanon llamaba "zona del no ser".
No se trata de un discurso metafísico; la historia de la persona no blanca está marcada a hierro a través del colonialismo, de la esclavitud, del exterminio étnico. También, cómo no, del patriarcado. Para acceder a la "zona del ser", antes, el sujeto colonial necesita reconstruir su imagen, hacerse dueño legítimo de la misma.
En palabras de Khiari: "La identidad y la representación de sí, la del individuo y la del grupo, trama de relaciones sociales y espejo, sin el cual el individuo no es nada".
Malcolm X y la izquierda anticapitalista
Hay que advertir que este libro dista mucho de ser una lectura agradable para la izquierda radical blanca. De hecho, a pesar de las simpatías que la figura del último Malcolm despierta en tal segmento del espectro político, lo que el autor se propone es mostrar sin pudor la hipocresía que anida tras gran parte de tales simpatías.
Para contribuir a ello desenmascara el origen de un interés mediado por una interpretación materialista –en términos marxistas− de las posturas del Malcolm internacionalista, independizado ya del racialismo religioso de la Nación del Islam.
De esta forma, nuestro autor advierte sobre la tendencia general convencional a blanquear los movimientos anticoloniales cuando éstos alcanzan cierta popularidad en la metrópoli, a desposeerlos de su centralidad original: la lucha contra el racismo como sistema de opresión del que también son garantes los blancos de la izquierda: "Ésta es una de las cuestiones que atormenta más a los izquierdistas blancos, impresionados por Malcolm X […] Para estos blancos, la línea de división no puede ser principalmente racial; es en primer lugar socioeconómica".
Por regla general, sostiene Khiari, aspectos tan polémicos para la izquierda como la relación del carismático lider con el Islam, su rechazo a la alianza con los blancos y su percepción de la violencia han sido simplificados en extremo.
El autor rescata la extraordinaria evolución de El-Hajj Malik El-Shabazz –nombre islámico de Malcolm X– en lo que respecta a su inicial visión sobre la construcción de un Estado negro independiente, su feroz crítica a las estrategias llevadas a cabo por la lucha por los derechos civiles y su viraje hacia un internacionalismo decolonial.
A pesar de mostrar a un Malcolm not angry enough cuya actitud pondría en solfa a la mayoría de quienes hoy lo evocan superficialmente, no se refleja en el texto una semblanza estática y matemáticamente definida del mismo.
Khiari lleva en volandas a quienes leen el texto, recorriendo un paisaje ideológico lleno de matices y mediado por una clara voluntad estratégica.
Provoca a quien se atreve a abrir el libro a través de sus reflexiones sobre la adscripción del icono al nacionalismo negro o al enarbolamiento maduro del panafricanismo manifiesto que vertebra su nueva organización, La Organización de la Unidad Afroamericana.
Sin duda alguna, se trata de una aproximación imprescindible a la figura de este imponente militante, realizada, esta vez, desde su propia trinchera, lo cual no significa que haya que estar de acuerdo en todo con Sadri Khiari.
comentarios
2