Festival de Cine de Donosti
Imágenes que se piensan

'After Eden' es una de las obras más destacadas del último festival de cine de Donostia.

06/10/15 · 20:22
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Fotograma de la película presentada en San Sebastián.

¿Qué sentido cabe exigirles en 2015 a los festivales de cine? Para la prensa generalista o de tendencias acreditada en los mismos, parece bastar con que sigan siendo contenedores de películas más o menos exóticas, más o menos inéditas, cuyo visionado permite facturar crónicas validadoras de un statu quo cultural que engalana a los organizadores y los propios críticos. Pero bajo tan nobles apariencias, muchos certámenes continúan sin superar el estadio de plus turístico para la ciudad que los acoge, o de escenario vidrioso para los intereses de un sector de la industria del cine.

El festival fue antaño actor fundamental de lo audiovisual; evento privilegiado, casi exclusivo, para atender las derivas de la imagen, más allá de lo impuesto en los circuitos comerciales de exhibición por las distribuidoras de EE UU. Sin embargo, con la irrupción de internet y lo digital, con la ruptura de diques en lo tocante a la producción y recepción de imágenes, un evento presencial sujeto a imperativos económicos, localistas y políticos, no parece el más indicado para dar cuenta verosímil del estado de lo que aborda. Menos cuando, durante su celebración, brillan por su ­ausencia los debates francos sobre su naturaleza y posibles mutaciones.

Así ha sucedido en la 63º edición del Festival de San Se­bas­tián. Un ejercicio colectivo de burbuja y autismo que ha tenido perfecto paralelismo en las películas programadas, tanto da si en la sección oficial o en aquellas otras diseñadas al gusto de parroquias cinéfilas varias. El documental Hitch­cock/­Truffaut, visto en la sección Perlas, delataba merced su invocación al cine de Alfred Hitchcock, la medianía de lo que se produce hoy por hoy en los ámbitos del cine de autor y “al margen”: historias de tintes dramáticos y sociales revenidos, formalizadas con una minuciosidad desangelada propia de alumnos aplicados que hubiesen cursado estudios en la misma Academia Global. Cine tumblr, menos interesado en pensar las formas que en mimarlas, en deleitarse con las texturas y las gamas cromáticas como alivio a su impotencia para suscitar cambios.

Hubo excepciones, como Counting o Un buen día para volar. Pero en puridad sólo un título que se pensase a sí mismo vía sus imágenes, y nos pensase como habitantes de la imagen contemporánea; capaz de otorgar a un festival el sentido que debería primar sobre cualquier otro: After Eden, programada en la sección Nue­v@s Director@s. Una ópera prima de presupuesto ínfimo debida a un joven austriaco afincado en Canadá, Hans Christian Berger, que apela al cine en directo o en primera persona; es decir, simula que lo que vemos está registrado por cámaras presentes en la película.

En After Eden se contraponen dos registros: el de las cámaras que graban a una actriz porno en sus actividades, que pasarán a ser públicas online, y el de la cámara de un fan de la intérprete, que reivindica para ella los ámbitos en extinción de lo privado y la ficción. Como indica su título, After Eden se pregunta qué sucede cuando se ha alcanzado en apariencia un paraíso de las imágenes: su omnipresencia, explicitud y literalidad absolutas. Aquí será Adán el encargado de desatar una rebelión de signo sentimental y político contra ese supuesto paraíso, negando a la esfera pública un evento final que dejará de ser imagen para devenir germen de nuestra imaginación, “coaccionada en nuestro presente por la transparencia hasta haberse convertido en un excedente inútil” (Byung-Chul Han). ¿Reaccionaria? ¿Revolucio­na­ria? Como todas las obras de interés, es inútil constreñir After Eden a una etiqueta. Lo único cierto es que su existencia justifica la celebración de un festival y, al mismo tiempo, constata que la inmensa mayoría de lo programado en el mismo era prescindible. 

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