La Copa Mundial de Rugby 2015, celebrada en Inglaterra, ha visto caer al anfitrión y despuntar a selecciones desconocidas.

"Ustedes están haciendo felices a un país con miseria. Le están dando a Argentina lo que Argentina no tiene y no recibe de los que tienen que hacerlos felices". De este modo definía Diego Armando Maradona la victoria lograda por la selección de rugby albiceleste sobre Tonga en la tercera jornada del Mundial. Un triunfo que dejaba a los Pumas –apodo con el que son conocidos– al borde de la clasificación para los cuartos.
El torneo, que se celebra hasta el 31 de octubre en Inglaterra y Gales, permite que ciertos países se laman las heridas de las derrotas en el fútbol. Para otros, como Nueva Zelanda, la competición sirve para ponerles en el mapa deportivo.
La magia del rugby radica en la capacidad que tiene un país como Tonga, de apenas 100.000 habitantes, para poner en jaque a una nación como la argentina. Aunque los hay que cuestionan el número de nacionalizados que presentan algunas selecciones para mantener su nivel competitivo. No existe un límite de jugadores naturalizados. De todos los equipos participantes, la albiceleste es la única escuadra compuesta exclusivamente por jugadores nacidos en el país al que representan.
Otra de las selecciones oceánicas en liza, Samoa, también se ve afectada por esta circunstancia. Trece de los jugadores samoanos nacieron en Nueva Zelanda, la mayor potencia exportadora, y que defiende el título conseguido en 2011.
Le sigue de cerca Gales, donde doce miembros de su plantilla son de origen inglés. Precisamente, el Dragón Rojo infligió una histórica derrota a Inglaterra, donde nació este deporte, que fue eliminada en la fase de grupos. Nunca antes un equipo anfitrión había sufrido semejante varapalo.
El XV de la Rosa perdió por un estrecho margen en Twickenham (25-28), la catedral del rugby. El desenlace del encuentro puso en entredicho la capacidad de liderazgo de Chris Robshaw, capitán inglés, quien hizo caso omiso a su entrenador, Stuart Lancaster, y falló en el último lance del encuentro.
El desastre se consumó en el tercer partido, en el que los ingleses completaron su drama al caer con estrépito frente a Australia (13-33). Vino entonces a la mente del aficionado la frase pronunciada por Danny Cipriani, primera línea inglés que se quedó cortado en la lista final para el Mundial: "Ni un jugador australiano entraría en el XV titular de Inglaterra".
Pero no fue el único imprevisto en este torneo del mestizaje. Japón, que hasta la presente edición sólo había conseguido una victoria (frente a Zimbabwe en 1991), superó a una de las mayores ententes, como es Sudáfrica, en el debut de ambas selecciones (34-32). Los Springboks no podían creérselo.
Las apuestas pagaban 900 a 1 su triunfo. Esta vez sí se vio a un capitán ejerciendo como tal. Michael Leitch, flanker y líder nipón, rechazó la opción de tirar a palos para conseguir el empate. Este hijo de fidjianos, nacido en Nueva Zelanda, le dijo a sus compañeros que fueran a por el ensayo de la victoria. Dicho y hecho. Otro jugador nacido en la tierra de los All Blacks, Karne Hesketh, encabezó la carrera final.
Georgia versus Rusia
Otro de los países que ha recobrado su identidad a través del rugby es Georgia. Los Lelos se estrenaron en un Mundial en 2003 y desde entonces han estado presentes en todas las citas internacionales. Aunque todavía les falta un salto de calidad para colarse entre los mejores del continente, han demostrado ser hegemónicos en la Copa Europea de Nacionales, algo así como el Seis Naciones B, que han conquistado en siete de las últimas ocho ediciones.
El auge del cuadro georgiano coincidió con la Guerra de Osetia del Sur de 2008, una región caucásica que proclamó su independencia de modo unilateral en 1991 y que el Ejército de esta nación del Este intentó retomar sin éxito. La operación fue abortada por Rusia, con quien Georgia mantiene una dura rivalidad en rugby.
Desde el conflicto bélico, los Lelos sólo han perdido dos enfrentamientos frente a los rusos, por lo que sus jugadores se han convertido en héroes nacionales. "No tienes un conocimiento real de lo que sucede y de lo que significa para un país entero este partido", declaró el neozelandés Milton Haig, seleccionador georgiano.
España sólo ha disputado la fase final del Mundial de 1995. Sin embargo, dos jóvenes nacidos en territorio estatal figuran en la nómina de dos selecciones. Escocia tiene a Sam Hidalgo-Clyne, que se mudó a las islas con tres años. Irlanda alinea a Jordi Murphy, barcelonés hijo de irlandeses. El objetivo del rugby español pasa por su clasificación para los Juegos de Río 2016, donde el rugby seven será olímpico por primera vez.
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