Cultura
Baile, moda y movimiento: los tres pasos del ska en España

Un repaso por la historia de este tipo de música con sello hispánico.

17/10/15 · 8:00
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Potato. Su primera actuación en elPolideportivo de Landázuri. Nochevieja de 1984.

Primero como paso de baile, luego como moda, y finalmente como movimiento. El ska viajó del éxito a su lugar natural, el de un estilo de música casi militante, “un superviviente”, explica Gon­zalo Fernández. Junto a Jaime Bajo, Fernández ha querido aportar su trabajo en la tarea de mantener la llama de este estilo musical mediante la publicación del libro Ska en EspañaLa vida no se detiene. 

En 1964, Edward Seaga presentaba en sociedad el ska, en la Feria Mundial de Nueva York. Este estilo había sido la banda sonora de la independencia de Jamaica, que se había producido sólo dos años antes, pero Seaga, manager de los Skatalites y destacado miembro de los laboristas jamaicanos, no apostó por mostrar el contenido social y político del ska, sino que presentó el producto para ganar la carrera en que la música estaba metida: la de crear el baile de moda.

España compró, y con el twist y la yenka llegó el ska, a mediados de los años 60, de la mano de grupos como Los Aragón o Los Blues de España, autores de Ska jamaiquino. Pero fueron Los de la Torre las principales figuras del ska español de los 60, al obtener la síntesis de lo mejor de dos mundos: el sol, las ganas de pasarlo bien y la búsqueda de un filón musical, apoyado por la revista Fans, que no sobreviviría al final de la década.

“Hay un lapso en los 70. No se desarrolla el ska, tampoco el rock steady o el reggae”, indica Bajo. Tras este silencio, en el que se produjo la expansión a nivel global del rock y el pop, el ska volvería como moda. Este género se comenzaría a extender en España como una moda favorecida por la distribución de los discos del movimiento 2Tone, que en Ingla­terra había llevado a cabo una recuperación del ska como híbrido de dos culturas, la blanca y la negra. The Selecter, que tocó en la Monumental de Bar­celona en 1980, Des­mond Dekker, Bad Man­ners, The Beat o Mad­ness se convirtieron en proveedores de recursos musicales para un arco amplio de bandas que iban desde el pop hasta el punk.

Hubo un foco más bien vinculado al punk, que yo ubicaría en torno a Barcelona –con bandas como Decibelios o Skatalá– y otro núcleo, más politizado, abertzale, con bandas como Kortatu, Potato, un poco más tarde Korroskada...”, explica Bajo. Gonzalo Fernández apunta que esta ola de la Euskadi libre y tropical surge de una canción, Arraultz bat pinu batean, de Hertzainak, y se extiende por bandas que no se dedican en exclusiva al ska pero que dan una versión libre y desenfadada de la lucha por la independencia. Un tercer núcleo es el que surge en el ambiente mod y de la movida madrileña, del que queda poco rastro. Pero la ola ska también llegó hasta bandas del mainstream como Ilegales, Stukas o Tequila y su canción Salta.

La escena propiamente skatalítica arranca en torno a 1989, cuando empiezan a aparecer los primeros fanzines. Hay un despliegue de medios y de estrategias dedicadas a esta música en el plano underground, que se plasma en los recopilatorios Latin Ska 1 y 2. Esa escena se desarrolla gracias a los seguidores, que se implican activamente a través de los citados fanzines, promotoras, bandas, radios libres, colectivos y tiendas.

La escena propiamente 
skatalítica 
arranca en torno a 1989, cuando aparecen los primeros fanzines

Los nombres de los protagonistas de esta época dorada son conocidos: Malarians en Ma­drid y Doctor Calypso en Bar­celona, Banana Boats en La Rioja o Akatz en Bizakia son las grandes bandas de un género que vivió sus grandes momentos en el festival Dr. Mar­tens de Tarragona.

Junto a esta historia de fidelidad a los colores blanco y negro, el público general comenzó a oír hablar de los skinheads, especialmente a raíz del asesinato por parte de jóvenes de ultraderecha de la dominicana Lucrecia Pérez el 13 de noviembre de 1992 en Aravaca (Madrid) y de varios episodios en torno a los estadios de fútbol. El uso de la estética skin por neonazis es una controversia que viene de atrás, indica Gonzalo Fernán­dez, quien recuerda el surgimiento del National Front en Reino Unido y algunos enfrentamientos en conciertos de Bad Manners a finales de los 70. No obstante, señala Bajo, la escena ska siguió siendo esencialmente antirracista, para lo que contó con el apoyo de Red Skins y Sharp: “No tengo conciencia de que el movimiento skinhead de derechas haya asumido el ska. Que lo escuchen sí es probable, pero no asisten a los conciertos, no lo promueven, no lo publicitan”, apunta Bajo. “La escena no peligró”, concluye Gonzalo Fernández.

Con internet, los fanzines desaparecieron. Y la escena entró en un período de impás, como reconoce Bajo, quien reseña que, aunque siempre fue un género underground, la asistencia a los conciertos ha descendido. Sin embargo, sigue habiendo un puñado de bandas que apuestan por el estilo. Grupos como Smooth Beans, Akatz, o la Fundation Ska Band, con miembros de proyectos como Los Ministers del Ronsteady, San Blas Posse o Majaicans. Bajo y Fernández esperan que su libro ayude a que esta música ayude a las próximas generaciones del blanco y negro a no perder el paso festivo y político del ska. 

Tags relacionados: fanzines Jamaica número 255 ska Música
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comentarios

1

  • |
    DANO
    |
    22/10/2015 - 10:42am
    Menuda broma de artículo. ¿Y Ska-P? ¿Skaklariak?
  • Tienda El Salto