Hablamos con Fortes sobre su última obra, 'La ideología mata', y del uso de la literatura por parte del sistema capitalista.
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Fortes aborda la realidad de las distintas clases sociales en relación con sus diferentes posiciones y situaciones de producción o explotación; realidades sociales, políticas, históricas, culturales ¿Qué lugar de clase ocupa el intelectual y qué servicio presta?, ¿cuál es su función ideológica? ¿Qué se ha querido hacer pasar por y en base a qué particulares intereses? ¿Qué se nos ha querido ocultar y por qué? Hablamos con José Antonio Fortes sobre su último ensayo La ideología mata.
La ideología mata. ¿Por qué este título?¿Cómo mata la ideología?
Porque vivimos con una ideología ajena en el sentido más fuerte de ajenidad de clase. Una ideología, un pensamiento y una concepción del mundo elaborada y socializada por los capitalistas que nos dominan, para que consintamos hasta de manera inconsciente que la vida impuesta por el Capital es natural como la vida misma, natural la explotación a que nos somete, natural la alienación en que morimos. Esa ideología ajena nos domina, nos aliena, nos vuelve zombis. Yo he estudiado esa violencia ideológica mortal del Capital en una de sus prácticas hoy residuales, la literatura. Pero nos vale para entender la acción directa que supone cada poema, cada novela escrita desde las posiciones e intereses de clase del Capital; y luego los obreros haciéndola suya...
"No hay moral que el dinero no compre y al dinero no se venda. Y de los sentimientos, hay todo un rentable mercado abierto en la prensa y las televisiones que mueve todo el dinero que se quiera"
Un caso extremo de esto es el asunto al que dedico una intervención: nuestro querido Lorca, a cuya vida y obra se le ha hecho un lifting fenomenal, y allí donde hay por escrito un intelectual orgánico –repito, orgánico– del capitalismo nos han hecho creer –sí, creer; es cuestión de creencias, de la ideología que mata– que es un intelectual y su literatura de izquierdas. ¡Lorca “un rojo”! para reírse, si no siguiera siendo efectivo; vamos, que el bulo ha colado.
Tu libro reúne cinco intervenciones en las que das un repaso a la historia de la literatura española desde finales del siglo XIX hasta el presente. ¿Cuáles son los ejes de esa historia?
Hay un eje fuerte, un quiebro radical en la literatura escrita por las clases ilustradas y dominantes en España. El quiebro se llama la cuestión proletaria, acabar con el proletariado con todas las armas habidas y por haber, sea la policía, la escuela, la familia, el gabinete del doctor Lombroso o cualquier arma ideológica inventada por los FICs (funcionarios ideológicos de clase y de Estado) para la defensa de clase capitalista y la destrucción del proletariado. Y hasta hoy, en que el proletariado no existe, ya te digo, zombis, y los obreros son vasallos. Y qué te digo de los intelectuales, al servicio directo del Capital...
¿Se puede hablar de una 'literatura burguesa' o la literatura como tal es por definición burguesa?
Sin remontarnos a “las primeras literaturas burguesas”, sin duda la literatura no existe hasta que la inventa la burguesía, punto. Sólo en el siglo XX, en la revolución social republicana, años de dictadura y república, comienza a romperse el bloque literario e intelectual burgués, desde presiones obreras y proletarias, fundamentalmente desde la militancia anarquista, pero también desde dentro del bloque burgués, con ese grupo de intelectuales pequeño-burgueses –en el sentido moderno del concepto– que se bifurcan. Unos acaban fracasando, como Díaz Fernández y su trampa capitalista intitulada La Venus Mecánica, mientras otros se encuadran en las filas del capitalismo de Estado y su represión proletaria, vamos, en el Partido Comunista/Estalinista de España.
Uno de las intervenciones de tu libro la dedicas a una novela hoy olvidada, 'El Capirote', de Alfonso Grosso. ¿Por qué 'El Capirote'?
Porque es una de las novelas más subversivas publicada en la España de la dictadura fascista. En su ataque radical de los terratenientes andaluces y su aparato de autoafirmación, las procesiones. Pero también en su escritura de la realidad obrera, jornalera. Alfonso Grosso nos pone los pies en la tierra y hace estallar la ideología religiosa, campesina, andaluza... Y eso le supuso pasar por el TOP [Tribunal de Orden Público] y que la novela tuviera que salir en México.
¿Qué es la censura?¿Cómo se articula hoy en día?
La censura es una aparato de clase y de Estado para el control y la represión violenta contra el pensamiento. Se suele situar, y tan contentos, en las coyunturas dictatoriales extremas del Capital; pero es estructural, como cualquier otra violencia capitalista. Así que hoy está vivita y vigente, sólo que no concentrada en una administración y su staff de FICs ad hoc, sino diversificada, como los negocios y los capitales, diversificados. Hoy casi no hay autos de fe, pero sí exaltaciones y glorias para el cuerpo general de servidores poéticos e intelectuales (con premios y regalías; tengamos ese Príncipe o Princesa de Asturias al elemental Muñoz Molina), mientras es el silencio el que persigue y se impone contra la realidad de una literatura y un trabajo intelectual subversivos, anticapitalistas.
"Igual que la burguesía abandona la fábrica como lugar de producción y explotación, igual abandona la literatura casi como obsoleta"
Tú insistes en que la sentimentalización y la moralización del discurso literario no constituyen sólo simples cortinas de humo tras las que encubrir servilismos inconfesables, sino que son auténticos mecanismos de guerra ideológica y mercantil. ¿En qué sentido?
En el único sentido que el Capital entiende, que el dinero es el único valor. No hay moral que el dinero no compre y al dinero no se venda. Y de los sentimientos, hay todo un rentable mercado abierto en la prensa y las televisiones que mueve todo el dinero que se quiera. Luego está el trabajo de los intelectuales, el servicio de los FICs filosofando sobre los valores morales, sobre el compromiso moral que “¡indignados!” hemos de tomar ante el estado de excepción permanente del Capital, encontrando la solución a la dictadura financiera en los bienes y mercancías de la moralidad... sí.... pero encerrados en el dominio privado, en la casa de cada uno, como el lugar final donde se preservan los sentimientos y la humanidad de las personas, la dignidad del ser humano, ¡regresemos al hogar, a la familia, al amor... al amor de los amores... ahí estamos a salvo de este capitalismo salvaje....! Estupendo, sólo que es ahí, en la revalorizada privacidad donde más y más eficazmente el Capital reproduce su violencia y explotación de los hombres de carne y de hueso. O lo que es lo mismo, donde representamos (que no vivimos) hasta la última gota de sangre que el Capital nos vampiriza, representamos el espectáculo posmoderno de la exaltación y gloria de las trampas capitalistas, una a una y toda juntas en acción directa –íntima y amorosa, por supuesto– sobre cada uno de nosotros, encerrados en el agujero negro de su Nada más privatizada –ay, la propiedad privada– y doméstica, ahora ya sí qué mortal de necesidad.
¿Crees que la literatura puede ser hoy 'un arma cargada de futuro'?
Igual que la burguesía abandona la fábrica como lugar de producción y explotación, igual abandona la literatura casi como obsoleta, como arma imposible para la defensa y ataque de clase, ni siquiera para cambiar nada. Que ha entrado ahora en una vorágine de todo a cien; igual que desaparece de los programas de enseñanza –ya no se enseña literatura– en los programas de enseñanzas medias obligatorias. Sin embargo, y como residual, como un arma letal que aun puede rendir servicios y beneficios, la literatura va quedando como un prestigio, como un aura de reconocimiento entre las clases subalternas, donde se forma todavía un vivero de militancia y encuadramiento de cuadros medios a las órdenes del posmoderno Capital financiero y su feudal dictadura político social.
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