EL TEMA
Lubo Penev es un hombre de teatro
El fútbol y el teatro pueden ser una mezcla explosiva cuando se tratan con ternura e ironía.
07/06/15 · 8:00
Edición impresa

inforelacionada
Querido Lubo:
Aunque te imagino muy ocupado tratando de salvar la temporada del CSKA Sofía, te interesará saber que has dado título a una obra teatral que pudo verse en Madrid, en la Sala Cuarta Pared, del 21 al 23 de mayo, en los días previos a la jornada electoral, cuando parecía que todo estaba a punto de cambiar.
La dirigen e interpretan Xavo Giménez y Toni Agustí –de la compañía valenciana La Teta Calva–, y recrea la relación entre dos hombres solos: un joven separado que acaba de perder a su madre y un vendedor de una tienda de cacharros de segunda mano –vintage lo llaman ahora–.
Además de tu recuerdo, en el escenario aparecen los cromos de principios de los noventa, un Pocoyó con capacidad de repetir cualquier cosa, vinilos long play y cajitas de música de cuyo interior emergen recuerdos familiares. En algunos momentos huele a carne empanada y en otros a domingos por la tarde.
“¿Y hablan de mí?”, te preguntarás.
Hablan de adultos que se vuelven niños cuando contemplan un partido de fútbol, y de niños que quieren ser adultos para entrar en un estadio. Hablan del contraste entre un jugador del Osasuna y un actor con frase en una “obra nacional”. Y sí, también hablan de ti: de Penev, el delantero búlgaro que tuvo cáncer de testículos, el que marcó una época en el Valencia.
Un breve
En fin, Lubo, fue extraño imaginarte, escuchar tu nombre.
En un breve del Abc dicen que a finales de abril asumiste de nuevo la dirección técnica de tu equipo de siempre, el CSKA Sofía. Cuentan que lo has hecho sin sueldo hasta que finalice la temporada, con la perspectiva de que te renueven para la próxima campaña y puedas demostrar de una vez tu capacidad como entrenador.
Sí, un breve. Lo has oído bien. ¿Recuerdas cuando volviste a Mestalla nueve meses después de la operación? Eras un resucitado con toda la vida por delante. Qué ovación. En Valencia aún la recuerdan. Y, en la obra a la que das título, aparece ese momento. Se escucha la crónica radiofónica de tu regreso. Eres otra vez el nueve corpulento de gesto frío, el tipo que por algún motivo indescifrable conecta con la grada como nadie. Eres la referencia del Valencia que aspira a ser otra cosa, de la ciudad que cambia.
No te tocó una época fácil. Te fuiste en la final del agua, la que perdió el Valencia contra el Deportivo en la primavera del 95. Ese fue tu último partido.
Han pasado veinte años desde aquel aguacero. La ciudad y la costa han vivido el ascenso y caída del ladrillo. Los años locos del boom inmobiliario cuentan con un homenaje involuntario en el nuevo estadio del Valencia: un esqueleto de hormigón a medio construir. Nadie recuerda ya cuántos años llevan paradas las obras.
Esa Valencia de los adoquines sueltos, de los grandes actos inaugurales la evocan con ternura y crudeza los diálogos de Xavo Giménez y Toni Agustí. Si hubiera que buscar una alineación de palabras para los sesenta minutos que dura la obra, tal vez serviría la siguiente: explosividad, risa, desahogo, silencio, infancia, recuerdos, familia, soledad, ironía, belleza y Penev (delantero centro).
Espectador
“¿Pero entonces hablan de mí?”, te seguirás preguntando.
Es difícil saberlo. Lo mejor es que vayas a verla para salir de dudas. En distintos momentos de la obra, uno de los personajes se convierte en un espectador que interpela al otro actor. También se hace esa misma pregunta. ¿Dónde está Penev? ¿No era una pieza sobre fútbol y teatro? La breve nota de la programación de la Sala Cuarta Pared insiste en la duda: la obra propone unir en el patio de butacas a “los que aman el fútbol y odian el teatro, y viceversa”.
Convocados con semejante mezcla de amores y odios, los asistentes al estreno en Madrid deseaban saber si ambas pasiones eran compatibles. En el patio de butacas de la Sala Cuarta Pared, a las 21 horas del 21 de mayo, las luces se apagaron y comenzó una ensoñación breve e intensa. Una hora después, el público aplaudía con ganas de dar las gracias.
Así que Lubo, si vuelves por aquí en breve, será fácil que puedas ver la obra y quizás no salgas de ninguna duda –de eso se trata–, pero tal vez intuyas lo que ha sucedido desde que te fuiste bajo la tormenta.
No es fácil resumirlo. Ha pasado mucho tiempo desde entonces. Eso sí, al menos dos asuntos están claros: tú, Luboslav Penev, eres un hombre de teatro y Rita Barberá ya no es alcaldesa de Valencia.
comentarios
0