Los modelos culturales de las ciudades y comunidades autónomas también están en juego en las elecciones del 24 de mayo. ¿Seguirá vigente el de los grandes eventos por y para minorías o se abrirán paso nuevas propuestas más participadas?
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La cultura es otro de los campos de batalla que las elecciones municipales y autonómicas del 24 de mayo pueden inclinar hacia un modelo continuista o hacia algunas propuestas que suenan diferente a lo conocido desde 1978.
Democracia cultural para un Madrid en el que se pueda vivir
"Proponen una cultura sostenible y coherente con los presupuestos (no fastuosa), participada, no excesivamente intervencionista, gestionada mediante códigos de buenas prácticas, pensada desde la ciudadanía, accesible (gratis o muy barata), muy plural (apoyo a la diversidad) y descentralizada (incentivando barrios y municipios)", valora la periodista cultural Elena Cabrera, quien también aprueba la preocupación mostrada por los espacios en desuso o infrautilizados y la imposición de una cuota mínima de mujeres artistas en las programaciones que dependan de la Comunidad.
"Podemos propone una cultura sostenible, participada, pensada desde la ciudadanía, accesible, muy plural y descentralizada"
Cabrera confía, asimismo, en que Podemos realice una "operación de salvamento del ente público de la radiotelevisión madrileña" y señala como muy relevantes dos de las ideas expresadas en el programa: "La apuesta por las bibliotecas y la retirada del canon y la bibliodiversidad de las librerías. Y por otro lado, la gestión ciudadana de las fiestas populares. De abajo a arriba, como las de Bilbao. Y no al revés. Por algo son festejos populares".
Nueva institucionalidad descentralizada
La idea de que la cultura es un derecho es uno de los planteamientos que preside la "nueva institucionalidad" proclamada por la candidatura ciudadana Barcelona En Comú. En su ideario, manejan como prioridad el acceso universal y la participación efectiva de la ciudadanía en cultura, entendida ésta como un bien común.
Para ello proponen, por ejemplo, una fuerte descentralización de los equipamientos municipales, "que se llevará a cabo mediante acuerdos público-comunitarios con organizaciones que operen bajo los principios de la economía social, y que contemplen formas ricas de retorno a la sociedad a cambio del uso descentralizado de equipamientos y recursos públicos", explican a Diagonal desde su eje de Cultura.
El análisis realizado por esta nueva formación, que según el Barómetro del CIS de abril podría ganar la alcaldía, diagnostica los males que han caracterizado a la política cultural de la ciudad y señala algunas soluciones. "Uno de los problemas más graves que sufrimos es que las políticas de fomento de las 'industrias creativas' han provocado un agotamiento de los tejidos creativos de la ciudad. La tendencia creciente al 'monocultivo' empresarial va de la mano con una precarización del trabajo cultural en todos sus aspectos. Pondremos en práctica medidas de protección del trabajo para garantizar derechos laborales, especialmente en los servicios externalizados de la administración pública. Redistribuiremos los recursos para revitalizar los ecosistemas culturales diversos, que ahora operan exhaustos también por el efecto de la crisis. En este sentido, el 'rescate' de la cultura está ligado a otras medidas transversales de BComú para proteger derechos laborales y fomentar el desarrollo de la economía social y cooperativa en la ciudad", afirman.
"Redistribuiremos los recursos para revitalizar los ecosistemas culturales diversos, que ahora operan exhaustos"
En cuanto a medidas concretas en materia cultural, el plan de Barcelona En Comú considera "imprescindible" la reforma del ICUB (Institut de Cultura de Barcelona), el principal motor administrativo de las políticas culturales municipales. "Queremos aproximarlo más aún a los sectores culturales y a los territorios. Vamos a democratizar su funcionamiento mediante la apertura de diferentes instancias que den cabida a los agentes culturales implicados. También para permitir la participación de la ciudadanía organizada más allá de los campos profesionales de la cultura. Ello implicaría desde una reforma en la composición y funciones del Consell de la Cultura, hasta la apertura de mesas sectoriales e intersectoriales", adelantan.
"La política cultural en Sevilla es un plan improvisado año tras año"
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