MARÍA SAN MIGUEL, DIRECTORA TEATRAL
"Hay que sentarse por lo menos a cenar"

María San Miguel dejó el curro que hacía para ensayar con su compañía una segunda obra. 'Proyecto 43.2: La mirada del otro', dirigida por Chani Martín, se estrena el próximo 7 de mayo en la Sala Cuarta Pared de Madrid. Esta segunda pieza vuelve a ubicarse en Euskadi y a beber del periodismo.

03/05/15 · 8:00
'Proyecto 43.2', una obra de teatro ideada por María San Miguel.

Realizada a partir de conversaciones entre víctimas y presos disidentes que María San Miguel y su equipo grabaron en 2011 en la cárcel de Nanclares de la Oca (Álava), el montaje aborda conceptos filosóficos y jurídicos como la segunda oportunidad y la reinserción.  "Si una viuda se sienta con el asesino de su marido, quién coño soy yo para decir que la construcción de una paz social no es posible. Creo que esas historias tienen que ser conocidas por todos", admite la directora.

 
Las personas que han hecho posible este segundo montaje son mediadores en Euskadi, con especial esfuerzo de Txema Urquijo, de la Dirección de Atención a Víctimas del Gobierno vasco. "Los mediadores han sido muy valientes en la lucha por los derechos humanos y por la paz. Espero que algún día la historia se lo reconozca. Porque se han empeñado en hacer un trabajo que es para todos, no sólo para los vascos. A todo el equipo nos ha supuesto un viaje vital maravilloso que queremos compartir", reconoce San Miguel. 
 
Nos encontramos con ella en la Sala Mirador, donde la compañía presentó en marzo Proyecto 43.2., el primer trabajo sobre el tema y preludio del montaje que se estrena ahora.
 
Diriges, escribes e interpretas al mismo tiempo. ¿Cómo llevas la multitarea?
Me empeñé en firmarlo como una creación colectiva porque todo el equipo ha participado en dar ideas. Hay un equipo detrás que hace que esto se sostenga. Pero lo más difícil es llevar la producción y hacer cualquier otra cosa. La producción es muy complicada. Y más de un tema como el vasco. He pasado etapas de muchísima frustración. Nos ha costado muchísimo vender el montaje.
 
¿Y que te dicen los programadores?
Me he encontrado con respuestas de programadores del tipo: "Es que... hablar de esto no me interesa para mi público" o "es que... dramas, estamos en crisis y la gente quiere reírse". Nos ha costado porque a este país cuesta hablar de su memoria. Y punto. En un teatro municipal me dijeron: "qué interesante, pero no va a pasar el filtro político". 
 
¿Qué tal fue el estreno de Proyecto 43.2?
Estrenamos en 2012 gracias a la Fundación Rodolfo Benito Samaniego, nacida a partir del 11M, que tiene una filosofía muy bonita de trabajo por los derechos humanos y la convivencia. El Teatro Cervantes de Alcalá de Henares se llenó de gente que había sufrido otro tipo de terrorismo y gente que no tenía nada que ver y fue muy emocionante porque el dolor es universal... Y hay cosas que te llegan porque se reconocen, aunque no te hayan pasado a ti. 
 
Así que hay una recepción positiva del público...
Desde el estreno hasta hoy siempre hemos sido muy bien recibidos. Y en Euskadi hemos tenido experiencias muy bonitas. Fuera de Euskadi hay una enorme barrera/frontera. Lo que pasa allí, aquí no llega, llega de otra manera completamente manipulada mediática y políticamente. Aquí (en Madrid) muchas veces la gente se sorprende... La forma en que reacciona la viuda... Estamos acostumbradas a ver a otro tipo de víctimas... Respetable... Cada uno gestiona su dolor como puede, pero a mí me interesa demostrar que hay que seguir hacia delante, que hay que construir.
 
¿Cómo se trabaja el perdón desde el teatro?
No lo sé. En esta segunda obra que vamos a estrenar en mayo, hay un texto al final sobre el perdón. Mercedes Gallizo, a la que entrevistamos, decía "el perdón es una cosa católica". Hay algo más allá del perdón que es la convivencia y el escucharse y el decidir. Nosotros trabajamos más sobre el dolor y la gestión del dolor para convivir con él y respetar el dolor del otro. A mí me pareció muy interesante que un preso disidente de ETA quisiera reunirse con una de sus víctimas y quiera trabajar para construir la paz.
 
El concepto de 'reparación social' lo utiliza uno de los personajes, ¿cómo lo entiendes tú?
Que hay que sentarse por lo menos a cenar. Hay que reconocer el daño causado e intentar construir a partir de eso para tener un futuro mejor y no repetir los errores. También me empeño en contar esta historia porque la familia de mi abuela paterna vivió muchísimo la represión en la Guerra Civil y he crecido en un ambiente muy político y escuchando historias (a mi padre se las contaban casi al oído, en los 80 era diferente y en los 90 ya se podían contar). Hacemos esto porque no queremos que se vuelvan a repetir los errores históricos que se han cometido en este país. Ochenta años después todavía no ha habido una reparación del daño cometido. Todavía hay muertos en las cunetas. Eso no puede volver a pasar. En Euskadi no hay muertos en las cunetas, están en el cementerio, pero hay que construir un relato, con muchas voces. Hay que construirlo, no podemos hacer como que "aquí no ha pasado nada", "ya hay paz, pasamos páginas", porque así no se cierran las heridas.
 
Para pasar página hay que leerla, y el teatro tiene mucho que hacer...
Indiscutiblemente. En el teatro ves a un ser humano como tú que está respirando el mismo aire que respiras y que está haciendo algo que es único e irrepetible. El teatro tiene que incidir y es el espejo de la realidad. Todo el arte modifica al ser humano, pero el teatro es lo más directo. Alguien como tú, aquí, ahora, que te lo está contando a ti, que está interviniendo el espacio para ti. Eso es muy valioso.
 

Proyecto 43.2

Esta obra teatral posee un buscado componente pedagógico en torno a la idea de la reconciliación de las personas y el respeto entre distintas posiciones ideológicas en Euskadi. Y también en torno a la memoria colectiva y la sanación de un pueblo. La propuesta final trata de compartir la mesa. 

El marmitako es el sujeto principal y el público acabará comiéndoselo en una sobremesa de diálogo y sidra.  Durante una hora asistimos a la preparación de un marmitako en un txoco familiar. Una familia vasca (madre, hija e hijo) prepara la cena íntima del décimo aniversario de la ausencia del padre, asesinado por ETA, y dos hermanos (novio de hija y amiga de hija) del mismo pueblo y, de alguna forma, de la misma familia. 
 
Los encuentros, los conflictos y las reconciliaciones se dan desde lo celular, pasando por lo personal, por el tiempo histórico, hasta lo institucional. "Hablamos de un marco muy concreto que es el País Vasco, pero hablamos de algo que es universal, que es la no comunicación entre los seres humanos. Y hay que hablar, estamos condenados a convivir con el vecino. A mí el diálogo me parece la única solución", dice San Miguel.
 
Hablar con la tierra. El origen está ahí. Sobre la tierra en escena cada personaje deposita una corbata negra. "Esta acción es un homenaje 'secreto' a Jesús Eguiguren y a su compañera Rafaela Romero. Dos personas muy importantes en este proyecto", añade la directora. 
 
El teatro como mediador, generador de un espacio que fomenta la reflexión y el diálogo. Proyecto 43.2 es más que una obra teatral. Es una investigación que empezó en 2006 y que María San Miguel ha sabido dar forma. La directora, periodista y actriz ha combinado justamente lenguajes teatrales y periodísticos, y ha sabido coordinar a un equipo de más de veinte personas. Con parte de ese mismo equipo, San Miguel estrena el próximo 7 de mayo segunda pieza, Proyecto 43.2: La mirada del otro, en la sala Cuarta Pared de Madrid.
Tags relacionados: ETA Teatro
+A Agrandar texto
+A Disminuir texto
Licencia

comentarios

0

Tienda El Salto