Raperos como Jarfaiter te hacen entender de golpe por qué buena parte del hip hop en castellano de los últimos 20 años ha sido previsible y aburrido. Con ‘Antihéroe’, su primer álbum tras varios vídeos, colaboraciones y maquetas, sigue reivindicando el orgullo de los de abajo con crudeza.
¿Recuerdas la primera canción que escribiste?
La primera rima la haría con siete u ocho años, cuando empecé a escuchar rap. Hablando de cosas de niño pequeño (risas). La primera canción que terminé fue "La disciplina". Un chaval que iba a mi clase me dijo que un amigo suyo tenía un estudio de grabación en su cuarto. Es J Sould, con el que he grabado Antihéroe. Fui con la letra y él hizo una base con "La campanera" de Joselito. No parece la primera grabación, suena bastante bien. Luego he grabado cosas mucho peores.
Alguna de tus rimas da a entender que el hip hop nacional tiene un nivel flojo. ¿En qué dirías que radica su debilidad?
No es que sea flojo el rap, porque hay rap muy guapo, pero a lo que es más conocido yo no le veo la gracia. Se nota que se dirigen a un público de 16 o 17 años. Les hablas de drogas o de sexo y eso es lo que vende. Por otro lado, aquí en España siempre hablaban de su propio rap todo el rato. Que si mis métricas, que si la competición…
En tus canciones tienes referencias a la música Oi!, al punk, al schranz, al flamenco y a la rumba. Casi nunca al rap, excepto “todos te dirán que lo suyo es real y los rapers de ahora parecen Bisbal”. ¿Cómo te ves dentro del panorama de rap actual?
Un poco aparte, la verdad. Hay grupos de gente que se relacionan entre ellos muchísimo, que andan organizándose conciertos y van a todas las fiestas o a los garitos donde paran los raperos. Yo no, siempre estoy a mi bola y fuera de todo eso.
Bueno, que los grupos organicen conciertos con otros grupos está bien. ¿Renuncias a la idea de comunidad?
Es que no me siento identificado con esa comunidad. Los raperos son muy aburridos. Estás con ellos y los temas de conversación son siempre los mismos. Muchos cotilleos y mucho famoseo. Prefiero estar en mi barrio con mis amigos, que no me están hablando del vídeo o del tema que se ha sacado no sé quién y me hablan de otras cosas.
Es un tema recurrente en tus canciones, el desinterés por la fama y una especie de estado de alerta contra ella. A veces parece que tú mismo te obligues a recordártelo de vez en cuando para no perder la perspectiva.
Claro, no quiero acabar así.
¿Cómo llegaste a esa conclusión?
Hice el amago de entrar en ese mundillo y me di cuenta de que no me gustaba nada. Al principio dices: “Me está escuchando la gente, me están consiguiendo conciertos y me estoy relacionando con gente que escuchaba y a la que pensaba que nunca llegaría a conocer”. Luego descubres que ese que te gustaba tanto es un gilipollas, te parecen todos unos payasos y te das cuenta de que estabas más contento antes.
¿A qué artistas te sientes más cercano?
De rap, sobre todo a los que son de mi barrio y cantan conmigo. Son los que más escucho y los que más me gustan, porque son mis colegas y los conozco. De flamenco me gusta Canelita, las letras que está sacando ahora que es más mayor. De grupos de punk y Oi! ahora hay cosas guapas, pero es muy repetitivo y sobre todo muy político. Ya no es tan macarra como lo que había antes. Con la rumba me pasa lo mismo. El punk de ahora está muy enfocado al rollo antifa que hay en Madrid y no se salen de ahí. Grupos como Cicatriz te hablaban también de la cárcel, de atracos y ese tipo de cosas.
Precisamente quería que hablásemos de la relación entre el trapicheo de drogas, la delincuencia juvenil y tu música. ¿Es ésa la conexión que encuentras con aquellos grupos de punk?
Sí. Grupos como Cicatriz o Arpaviejas tienen canciones que son eso: tirones de bolsos y atracos a tiendas. A mí me impacta bastante. Los grupos de ahora intentan ser muy políticamente correctos dentro de lo que son sus ideologías. A los primeros grupos de punk de aquí no les importaba cagarla diciendo cualquier cosa, hablaban de lo que había ahí, violencia, delincuencia y drogas.
En tus canciones rapeas “dices que mi música no tiene mensaje, pa’ ti que tienes pasta para un traje” y también referencias políticas explícitas (“Si vas de Crocop vete pa’ Croacia, me suda la polla tu puta democracia”). ¿Qué importancia tiene para ti que la música tenga “mensaje”? Y ¿cómo te sitúas políticamente?
Tengo mis ideales propios y pienso de cada asunto una cosa concreta. No me interesan los grupos de rap político. Para mí eso es propaganda.
Yo diría que lo que tú haces es muy político.
La vida en sí es política. Pero no es lo mismo una canción política de alguien que se dice comunista que de una persona como yo, que no sé si definir como nihilista. No me gusta etiquetarme. Cuando la gente lo hace y no sabe muy bien lo que opina sobre algo, dice lo que ha leído sobre ese asunto. Se encierra y sólo lee a gente que tiene la misma ideología. Ya no estás pensando tú. También lo que pasa con los grupos de punk actuales o con gente como Los Chikos del Maíz es que casi siempre hacen canciones hablando sobre un tema en concreto. Yo en una canción puedo hablar de política, pero también te voy a hacer mención a muchas otras cosas. Nunca es completamente político. Siempre hay política porque hablo de mi vida y mis principios forman parte de ella. Eso se plasma en la música.
Te han acusado de misoginia y homofobia por algunas de tus rimas. Sin embargo, cuando se te plantea esto parece más bien que le otorgas otro tipo de significado a ciertas expresiones. Otras veces simplemente les quitas carga. ¿No te preocupa que gente que puede sentirse cercana a lo que dices llegue a sentirse herida o atacada por la utilización de algunos términos? Pienso en un fan homosexual, por ejemplo.
Creo que cuando una persona escucha una expresión como “maricón” en una canción mía sabe perfectamente que no estoy hablando de un homosexual. Y si llamo maricón a un homosexual tampoco debería sentarle mal. Conozco a homosexuales y se llaman maricones entre ellos. Se sacan mucho de quicio estas cosas.
Pero no es lo mismo que homosexuales se llamen a sí mismos maricones a que se lo llames tú. Por otro lado, algunos de tus versos con mayor carga negativa están dirigidos a mujeres. Pienso en “ahora que drogarse está de moda, vais y os engancháis a la coca todas”.
Eso fue porque “moda” rima como “todas” y no con “todos” (risas). En ese caso es así. Y sobre lo primero, yo no tengo ningún problema con las personas homosexuales. No voy a dejar de decir “maricón” por estar delante de ellos, y tampoco creo que les moleste. Se pone el ejemplo de que los negros se llaman negros entre ellos pero tú no puedes llamarlos negros. Yo con los de mi entorno lo hago y no hay el menor problema. Me han rayado muchísimo con esto. No me considero machista ni homófobo ni creo que me comporte de una manera machista u homófoba. Simplemente son expresiones. Yo a un homosexual no lo voy a tratar distinto por ser homosexual ni me voy a sentir superior a una mujer por ser hombre. Conozco putas, conozco maricones, hablo como hablo y ya está.
En Antihéroe se te ve en un proceso de cambio. Uno de los riesgos que corrías era que el personaje de chaval de barrio se convirtiera en un corsé que te impidiera hablar de otros temas o de otra manera, pero en tu primer álbum ya has empezado a evitarlo.
Claro. Yo si quiero hablar de algo que he leído no me preocupa hacerlo. Me gusta mucho leer, veo documentales y películas y soy muy friki con muchas cosas. No soy el típico chaval que está todo el día en la calle y no hace más que fumar porros. También lo hago, pero no es lo único. Si leer es parte de mi vida también voy a hablar de eso en los temas. No me voy a limitar con nada, ni por una parte ni por la otra.
¿Qué opinas de la proliferación de programas sensacionalistas sobre gente de barrios humildes: Callejeros, Princesas de barrio, Hermano mayor…?
Lo veo una forma de ridiculizar a la clase baja, en el sentido de que justifican que la clase baja está así porque son tozudos y porque se comportan de esa manera, y realmente no es así. Hay, por ejemplo, mucha gente de clase baja que es muy culta. Un programa de éstos te saca los casos más extremos, porque es lo que funciona. Incluso a mí me hace gracia verlo también. Pero la realidad tampoco es así. Lo hacen de una forma muy humillante.
¿Para que quien que lo vea se sienta mejor con su propia vida?
Joder, justo he estado pensando eso con una serie que he empezado ahora. No sé si la has visto, se llama Trailer Park Boys.
No.
Es una serie americana de unos que viven en un barrio de estos de caravanas, que son así como tó pobres, que a la mínima empiezan a pegarse tiros, que son tó drogadictos, tó borrachos… Es un humor súper negro. Y lo ves y piensas: “Menos mal que no estoy así” (risas).
En “Mucho jeiter” pides “basta de modernos con gafas de pasta”. ¿Qué es lo que te causa más rechazo de la idea de modernidad que se ha impuesto?
El vacío. Ahí no hay ninguna emoción ni ningún principio. No viene de ningún lado ni va a ningún lado. Cogen las cosas más guapas de cada movimiento, se las apropian sin importarles lo que signifiquen, sólo por moda, y sale de ahí un mejunje de cosas que no tienen ningún sentido. Ya está. //
‘ANTIHÉROE’ EN 10 VERSOS
Jarfaiter explica algunas de las rimas de su disco.
“Niños de papá hablando de working class. / Haría rap social, pero esto me mola más”. Vale, pero haces rap social. Hablas de lo que pasa en la calle.
“Soy más raro que una mujer barbuda. / Pertenezco a una especie extinguida”.
“Dame fuerzas para salir de todo esto. / Niña, no me dejes acabar como el resto”.
“La ruina me trajo el talento y el talento me trajo la ruina”.
“No me obligues a ser como antes”. Parece casi una plegaria.
¿Y tú no has buscado eso?
“Toda una puta vida cometiendo errores”.
Pero también dices “te sigo diciendo pa’ cambiar de vida pronto, / pero le he cogido cariño a este laberinto”. Suena como al yonqui que se engancha y se desengancha.
Como cuando rapeas “me he dejado llevar por mi lado oscuro”.
“El capitalismo es un abuso / y a todo lo que aprendíamos le dimos mal uso”.
“Riesgo, pasta, noches enteras. / Nazis de mierda escoltaos por lecheras”.
CONCIERTO DÉCIMO ANIVERSARIO DIAGONAL
Jarfaiter actuará junto a El Coleta, Gata Cattana y Mentenguerra el jueves 30 de abril, a las 22:00, en la sala El Sol de Madrid.
Venta anticipada: 9 €
Venta en taquilla: 12 €
Más info y entradas: ticketea.com
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