El mensaje debería ser que el ciclismo embellece todos los paisajes, desde los feos, industriales, tristones u olvidados, a los que ya son bellos de por sí. Lo que raramente muestra (Campos Elíseos aparte) son los aburguesados y modernos centros de las ciudades (y ninguna falta que hace verlos).
En realidad el ciclismo debería ser a Europa occidental lo que el hockey sobre hielo a Canadá: el deporte de la identidad.
EL TEMA
Paisajistas a golpe de pedal
Las grandes carreras del ciclismo profesional promocionan una Europa idealizada e improbable.
27/03/15 · 8:00
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El ciclismo es un paisaje. Los corredores se empeñan en recorrerlo con prisa y los más osados realizan esfuerzos agónicos para llegar un poco antes.
Pero es tan sólo un paisaje. A pesar de que el público se juegue la vida en las cunetas y de que en los hoteles huela a moqueta y linimento. A pesar de las bicicletas ultraligeras, de las estrategias, de las marcas patrocinadoras, a pesar de los esfuerzos poéticos de los cronistas que han contado mil veces las mismas batallas. Es un paisaje. Y con frecuencia no ocurre nada.
Los organizadores de las grandes carreras del calendario son como los notarios que describiera Josep Pla: “Han configurado nuestro horizonte”. Y cada año vuelven sobre los mismos temas: maizales, girasoles, olivares, castillos abandonados entre viñedos, palacetes, callejuelas empedradas, molinos de viento. Todo vale. Todo está en venta. Regiones, provincias, departamentos –y como quiera que se llamen las variadas unidades de la Administración– son hoy en día los grandes promotores del espectáculo. Europa se ofrece como un decorado para el consumo planetario.
Del menú previsto para esta temporada merece la pena detenerse en cuatro lugares: cuatro espacios en los que perderse resulta cada vez más improbable.
Clásicas
Las pruebas de un día son la excusa para convertir las cunetas de Bélgica, los Países Bajos y el norte de Francia en estampas bucólicas: familias sobre la hierba esperando el paso de la carrera. Quesos, banderas, adoquines y molinos de viento pueden hacer creer al espectador que entre las Ardenas y el mar del Norte sólo cabe un espacio de libertad para recorrerlo en bicicleta. En realidad, en el territorio de los grandes rodadores abundan los campos delimitados con alambres, los cotos de caza, el olor de la industria ganadera y los vestigios de la arqueología industrial. El máximo exponente de este curioso paisaje es la ciudad de Roubaix. Allí termina la clásica de las clásicas, la prueba de los adoquines que sólo se mantienen para conservar la épica de la carrera. Allí, en Roubaix, el espectador incauto tendrá dificultades para encontrar un centímetro de tierra sin cementar.
Giro
El 30 de mayo, en la penúltima etapa, el Giro remontará el valle de Susa (en la provincia de Turín) hasta la base de Colle delle Finestre. A pesar de la autovía, en la breve llanura aún predominan el rumor del río Dora Riparia y los olores frescos del Piamonte. Los corredores, tal vez jugando sus últimas bazas, no dejarán de ver las pintadas que jalonan el escenario: lemas contra el Tren de Alta Velocidad (TAV) que desde los años 90 amenaza con unir Turín y Lyon. El TAV quiere horadar Susa y al viajero –incluso al viajero virtual que siga la etapa por televisión– le costará entender la supuesta necesidad de convertir el valle en un gruyer de comunicaciones urgentes. En las alturas de Colle delle Finestre (2.178 metros), donde el público se acumulará para disfrutar de los giros del pelotón sobre el camino terroso, Susa parece tan sólo la promesa del descanso.
Tour
El director de la Grande Boucle quiere ser original, así que este año ha decidido llevar la carrera hasta la cima pirenaica de la Pierre Saint-Martin. Quien haya subido desde Isaba (Navarra) siguiendo el curso de río Belagua hasta el paso a Francia sabe que en las alturas le espera una extraña meseta de formas caprichosas. Y sabe también que, antes de descender por la enrevesada vertiente francesa, encontrará un mirador cuya leyenda asegura que allí los Pirineos son atlánticos. Hasta esa cima ascenderá el Tour el 14 de julio… o casi. En realidad, los corredores subirán por el lado francés y, antes de coronar el Col de la Pierre Saint-Martin (1.766 metros), tomarán un desvío a la izquierda hasta la estación de esquí de la Pierre Saint-Martin: un notable destrozo, un monumento abigarrado a los apartamentos de montaña.
Vuelta
Ermita de Alba (1.173 metros). Así se llama la novedad asturiana de esta edición de la Vuelta. A finales del siglo pasado sólo se podía subir andando o a caballo. El montañero se encontraba entonces con un puñado de vacas y unas cabañas a punto de caerse. Y, si se metía la niebla, este rincón del Aramo parecía un lugar fuera del tiempo. Luego hicieron la carretera y el área recreativa. Ya se puede subir y bajar en coche. Las cabañas parecen amagos de chalets andorranos. Los ganaderos pastorean en todo terreno. En fin, al progreso sólo le faltaba que llegara una etapa de la Vuelta. Sucederá el 7 de septiembre. //
comentarios
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| Bundle
| 28/03/2015 - 6:27pm
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| pepitogrillo
| 28/03/2015 - 3:59pm
Lo que es no tener absolutamente ni idea. Por cada ejemplo que se da, hay otro en el que se cumple precisamente lo contrario a lo defendido en el artículo. Por cada París Roubaix, hay una Lieja Bastoña Lieja que enseña todo el entorno industrial decadente de Lieja. Por cada Colle de la Finestre hay una Milano Sanremo mostrando con toda su crudeza los destrozos de la costa norte italiana (cuando los hay), y sus preciosos pueblos ahí donde no los han destruido.
Evidentemente, hay mucho paisaje. ¿Cómo no lo va a haber, si es un deporte que se disputa al aire libre y se sigue por helicóptero? Y precisamente por eso, lo muestra tal y como es. Si el helicóptero muestra castillos ocultos en la maleza, es porque los hay. Y si enseña una maraña de autopistas (como en la vuelta a España), también lo hace porque la hay. ¿Que no se ven campañas de protesta contra el TAV? Hola, estamos hablando de deporte, quiero ver qué ciclista gana, permíteme que espere hasta el final para informarme por otros medios, si me apetece, de esos otros problemas. Gracias.
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| Urko
| 28/03/2015 - 11:13am
¡Hola camarada! ayúdame a entender bien el artículo:
Si he entendido bien, el mensaje que das es: "El ciclismo no muestra la realidad de los lugares que visita" ¿correcto?
Después das cuatro ejemplos, de entre los cuales el del recorrido del Tour, justamente pasa por el camino feo, el que muestra la miseria de la zona en lugar de mostrar el paisaje idílico. ¿No es este ejemplo contrario al mensaje del artículo?
E igualmente con el ejemplo de la vuelta, que pasa por un lugar que hoy en día ya está destrozado, ¡con lo que fue hace no tanto tiempo! y sin embargo la Vuelta pasa por ahí, mostrándonos lo que queda de todo aquello.
¡A las barricadas!
Urko